Sin importar la falta de recursos económicos que desde hace años soporta por los malos manejos administrativos del pasado, el Museo Casa Anzoátegui mantiene las puertas abiertas para la atención del público.

Hace nueve años el inmueble tenía una deuda por servicio de agua que superaba los 14 millones, deuda que disminuyó a 1 millón 200 mil pesos en la administración de Jairo Jaimes Camargo.

En sus años al frente del Museo ha logrado mantenerlo con muchas limitaciones económicas. “No ha sido fácil pagar esa deuda, pero vamos cumpliendo con este compromiso”, aseguró.

Para el director de la antigua casona de dos pisos que guarda la historia del prócer venezolano, José Antonio Anzoátegui, el dinero destinado a la deuda, podría ser aprovechado para hacer adecuaciones locativas y la adquisición de elementos que permitirán un mejor funcionamiento.

La Casa Museo no recibe ayuda de ninguna entidad estatal o privada. Subsiste con los aportes que hacen los visitantes o quienes deciden realizar cualquier actividad académica, social y educativa en una de sus salas.

En el recinto, los visitantes encontrarán  dos señoras encargadas de guiarlos por cada una de las salas de exposiciones.

El Museo también cuenta con una escuela de música coral y otra de danza que están a cargo de la maestra Carolina Camacho.

El director manifestó que entre los proyectos que se tienen, están contemplados nuevos cambios al guión museográfico.

Esta propuesta se adelantaría con la colaboración de docentes y estudiantes del programa de artes visuales de la Universidad de Pamplona.

El inmueble

El Museo funciona en una casona de tipología colonial que está localizada en la Calle Real.

En sus salas guarda el archivo notarial de la ciudad, réplicas de las espadas y elementos del General, al igual que colecciones fotográficas y de arte contemporáneo.

La Casa fue restaurada durante el gobierno de Virgilio Barco y con la colaboración del Banco de la República.

En 1990 el Museo fue dado al servicio por los expresidentes Virgilio Barco Vargas  y Carlos Andrés Pérez (Venezuela).

La Opinión