Después de 365 días, la familia de Javier Lizcano Rivera, quien murió sepultado por un deslizamiento de tierra y rocas, volvió a la vereda San Josecito de Labateca a rendirle tributo a su memoria.

Lo recordaron con una misa oficiada por el sacerdote José Libardo Orduz, a pocos metros del sitio donde a la 1:30 de la tarde del aquel 12 de septiembre, perdió la vida cuando intentaba quitar piedras de la vía y fue sepultado por un deslizamiento de más de 5 mil metros cúbicos.

Los restos de Lizcano siguen extraviados en algún lugar de esa zona. Su esposa, María Estela Contreras Antolinez, los hijos Cristian (20 años) y Daniel (14 años), al igual que familiares, amigos, funcionarios de la Alcaldía de Labateca y los miembros de la Defensa Civil, celebraron una ceremonia católica en ese punto.

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Al pie de un montículo en donde pusieron la imagen de la Virgen del Carmen y un cartel que narra la impotencia que han vivido este año, se les recordó a las autoridades regionales y nacionales que allí sigue sin ser rescatado el cuerpo de una víctima de la naturaleza y del abandono de la carretera por parte del Estado. 

Caída la tarde del martes y bajo la llovizna, la familia dejó el sitio con la esperanza de que algún día se reanude la búsqueda de los restos de Lizcano.

Contreras dijo que el Instituto Nacional de Vías no dispuso de los recursos suficientes para encontrar el cuerpo de su esposo.

Ante las solicitudes de la familia, el Tribunal Superior de Pamplona ordenó a la Fiscalía emitir un informe sobre si es viable o no reanudar la búsqueda del cuerpo. En los próximos días se conocerán los resultados técnicos de la inspección que hicieron en el sitio.

Como agradecimiento por la labor que desarrolló la Defensa Civil desde el 12 de septiembre de 2017, la familia les entregó a los voluntarios tres radios de comunicación, 25 uniformes, gorras e igual número de pares de botas, sillas y dos mesas. 

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El hijo mayor, Cristian, indicó con esta acción le están haciendo el mejor homenaje a su padre, de quien aseguró se caracterizó por su amabilidad, sencillez, nobleza y gran espíritu solidario.

“Quienes lo conocieron recordarán por siempre ese ser humano que él fue. Su corazón de servicio sin excepción, como el que demostró cuando quiso despejar el camino y murió por el deslizamiento”.