Uno de ellos es el acostumbrado perifoneo.
Oficios informales en Ocaña desaparecen por el Código de Policía
El Código de Policía entró en vigencia el pasado 30 de enero y con el paquete de medidas varios oficios informales en Ocaña desaparecerán.
Uno de ellos es el acostumbrado perifoneo y en la calle del Dulce Nombre el más afectado es Otto Henry Rico Galindo, un discapacitado visual que lleva décadas ejerciendo ese trabajo para llevar el sustento a su hogar.
“Ahora estoy sentado sin saber qué camino seguir. Salir a la calle a pedir limosna porque robar no puedo, mis padres me enseñaron principios y soy muy honesto.”, exclamó.
El almacén donde trabaja tiene unos parlantes y con micrófono inalámbrico comienza la faena.
“Todo a cinco mil, siga, todos los útiles escolares para sus hijos a bajos precios”, indica de manera tímida, mezclando su voz con una banda sonora para no llamar la atención de los uniformados.
“Yo utilizo un volumen moderado, solo me gano la comida de manera honrada. Mi esposa, Astrid Chinchilla es invidente total y tengo dos niñas que afortunadamente pueden ver y están estudiando. Desde 1995, vivo en una invasión del sector de Belén y no pago arriendo”, recalcó.
Es un hombre que nunca se ha varado en la vida. Cuando joven trabajó en una fábrica de jugos tropicales en Ibagué, Tolima.
Luego conoció a su esposa en el Centro de Rehabilitación para Adultos Ciegos de Bogotá, se enamoró y lleva 25 años de feliz matrimonio. Esa unión hizo que llegara a Ocaña”, exclama.
“Yo me le mido a lo que sea, con el 10 por ciento de la visión puedo trabajar en una empacadora, el problema es que a nadie le gusta contratar a un discapacitado”, indica.
Música a otra parte
Jhon Jairo Quintero Sánchez, ocañero de pura cepa, irónicamente de niño soñó con ser policía, ahora se esconde de los uniformados y no los quiere ver ni en pintura.
Adaptó llantas a un cajón donde incrustó parlantes y se dedica a vender discos compactos y las películas de moda.
Cuando joven sufrió un accidente de tránsito con fractura de rodilla, fémur y cadera, factor que le impide desarrollar actividades fuertes.
Está obligado a llevar el sustento diario a sus tres hijos y una de ellas estudia en la universidad. “Aquí en Ocaña, no hay fuentes de empleo y estamos obligados al rebusque diario”, recalcó.
“No podemos encerrarnos en un local porque la gente lo conoce a uno en la calle y se acuerdan de adquirir la música. Los comparendos serían bastante caros pues me multarían por piratería, derechos de autor e invasión del espacio público”.
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