Un paciente con VIH que además había sufrido un sarcoma óseo  llevó a que la médica Paola Pineda Villegas sintiera curiosidad por el  uso medicinal de la marihuana. El hombre, de unos 55 años, estaba postrado debido a dolores severos que no respondían al uso de medicamentos tan potentes como la morfina y el tramal. Eso, sumado a graves problemas para conciliar el sueño, habían convertido su vida en una  pesadilla. 

“Fue él mismo quien me sugirió que ensayáramos productos con extracto de marihuana pues se había informado al respecto y sentía que ahí podía haber una esperanza”, cuenta Pineda, hoy directora científica del Centro de Investigaciones del Cannabis con sede en Bogotá

Los resultados fueron tan alentadores para este paciente, cuyos dolores se redujeron en un porcentaje importante, que Pineda no dudó en indagar más sobre las propiedades de esta planta y, con evidencia científica en mano, a usarlo con otros pacientes con neuropatías propias del VIH. 

Desde entonces han pasado cinco años y hoy Pineda Villegas es una abanderada del uso terapéutico del cannabis como una alternativa para el tratamiento de ciertas dolencias. Por su consultorio han pasado cerca de 450 pacientes que en el último año se han beneficiado de estos tratamientos. No en vano fue ella una de las invitadas a exponer su experiencia en el Congreso cuando el senador Juan Manuel Galán propuso un proyecto de Ley para avalar el uso de la marihuana con fines médicos.

Doctora Pineda, ¿fue tan dramática la reacción de este paciente que la hizo dedicar su práctica médica al uso medicinal del cannabis? 

Él empezó bebiendo infusiones de hoja de marihuana y posteriormente consiguió un extracto en gotas. Y  en cuestión de tres días  me manifestó que su vida le había cambiado por completo.  Los resultados fueron tan evidentes que yo no los podía desconocer. Y desde entonces empecé a estudiar sus potenciales usos terapéuticos.

¿Qué otros casos corroboraron esos beneficios  terapéuticos?  

El año pasado, en el  foro al que fui invitada a raíz del proyecto de Ley propuesto por el senador Galán,  conocí a dos familias con dos niñas con epilepsia refractaria, un tipo de epilepsia que a pesar del uso de medicamentos  tradicionales, no  mejora. 

Esas dos familias estaban planeando viajar con sus hijas a Estados Unidos por la facilidad que allí tendrían al estar legalizado el uso medicinal del cannabis, lo cual implicaba una separación de los grupos familiares, vender la casa, etc. Eso me pareció  absurdo, pues yo ya tenía clarísimo que con base en la  Ley 30 de 1986 a los médicos en Colombia se nos permite prescribir cannabis. 

No dudé en empezar a trabajar con esas familias, a tratarlas con cannabis y hacerles un seguimiento con criterios médicos. Y el  impacto en la vida de las niñas fue muy positivo. 

¿Cómo funciona  el cannabis en el tratamiento contra la epilepsia?

 Hay que aclarar que el cannabis no cura la epilepsia ni ninguna otra enfermedad sino que es una alternativa terapéutica más; una herramienta de la que hoy disponemos, a bajo costo y con  pocos eventos secundarios.

Con pacientes de epilepsia  se ha comprobado que el  cannabis disminuye el número de las crisis epilépticas de manera significativa. 

Otro beneficio que se ha comprobado es de  un efecto neuroprotector, es decir, al paciente le pueden aparecer las crisis, pero cuando hay presencia de cannabis en el cerebro estas no son tan dañinas para las redes neuronales.

 Así mismo,  hemos encontrado que los niños  recetados con cannabis están más activos, más despiertos,  a diferencia de los medicamentos anticonvulsivos que producen somnolencia. Pero  esto no quiere decir que estos medicamentos tradicionales no se deban usar; hay que usarlos.  

¿Cuál es el uso terapéutico más frecuente del cannabis? 

El de coadyuvante para los tratamientos de quimio y radioterapia  para disminuir sus efectos adversos en el tratamiento  del cáncer. Los pacientes reportan disminución de náuseas  y vómito y  aumento del apetito, y por consiguiente  no abandonan su tratamiento.  

Por otro lado, hay investigaciones en España lideradas por el doctor Manuel Guzmán en las que se está estudiando el impacto del cannabis para disminuir el crecimiento de células tumorales, particularmente en  tumores del sistema nervioso central.

También se habla de sus efectos en el tratamiento de glaucoma...

Cuando hay un glaucoma este se caracteriza por aumentos de presión intraocular que dañan el nervio óptico y que pueden  terminar en ceguera. Lo que se ha visto es que el cannabis  logra bajar la presión previniendo muchos de estos sucesos. Pero  repito, este no es el único tratamiento para el glaucoma ni es una cura.  

¿Cómo garantizar que los productos a base de  cannabis lo contienen en porcentajes  adecuados y seguros?

 Lo primero es que hay gente muy seria trabajando en el tema, que lleva muchos años manipulando la planta y que la conoce bien y sabe cómo hacer las extracciones. Por otro lado, hay otro grupo de personas que se han aprovechado de todo lo que se ha dicho en los medios y de las esperanzas de los pacientes y hacen productos de mala calidad e, incluso, que no contienen cannabis. Juegan con la esperanza de la gente.  

Sin embargo, hablar sobre criterios de calidad no es tan fácil porque con todos los impedimentos legales que se tienen en el país debido a la falta de regulación, hoy en día el Invima no aprueba productos que tengan THC o Tetrahidrocannabinol, uno de los componentes del cannabis más usados.

¿Qué riesgos puede tener un producto que no sigue los estándares mínimos de calidad?

Muchos. La persona puede estar ingiriendo bacterias, contaminantes, metales pesados e incluso pesticidas. Hay que recordar que mucho del cannabis ha sido cultivado en zonas  fumigadas con pesticidas muy fuertes. 

Hoy existen pruebas que nos permiten saber con exactitud qué cannabinoides están en los extractos, qué les estamos dando a los pacientes. Eso es básico saberlo porque, como cualquier medicamento, este se  formula en miligramos por kilo de peso, de acuerdo a la enfermedad. Pero no todos utilizan esas pruebas.  De ahí la urgencia de tener una regulación de esa Ley 30 de 1986.

¿Cuál es la realidad legal sobre el uso medicinal del cannabis en Colombia?

Desde la Ley 30 del 86 el uso de cannabis medicinal está permitido. Pero esa ley, en uno de sus parágrafos posteriores, dice  que el Ministerio de Salud debe reglamentar cómo se va a hacer ese uso, cosa que no se ha hecho. Hoy, uno como médico puede prescribir canabis, pero estamos arregulados, es decir, el Ministerio no nos ha dado un decreto reglamentario que nos diga cómo se aplica.  

Mientras eso sucede, nosotros estamos en la libertad de prescribírselo al paciente porque hay un criterio médico suficiente. Por otra parte, está nuestra ética y es que si nosotros conocemos que hay algo que le sirve a un paciente, nuestra obligación es hacérselo saber.

Es cierto que el senador Galán ha puesto el tema en dominio público, pero realmente no se necesita un proyecto de ley pues este nos va  a decir lo que ya nos dijo la Ley 30 del 86.

¿Cuáles son las presentaciones más comunes de estos productos? 

Ungüentos, aceites, gotas ingeribles y extractos para  utilizar en vaporizadores. Esta última  técnica es muy efectiva, especialmente en pacientes con crisis de dolor severo. También se usa en pacientes con anorexia.

Muchos  temen  usar estos productos por  sus efectos secundarios...

Cuando los niveles de THC, que es un psicoactivo, son muy altos, existe el riesgo de que el paciente presente ataques de ansiedad. Esto pasa sobre todo en aquellos que la fuman, porque no tienen  idea de qué tipo de marihuana se están fumando y qué componentes tiene.

Sin embargo,   cuando estamos medicando al paciente y  haciendo un seguimiento, estamos teniendo en cuenta  variables como la enfermedad, el estado del  paciente, y el producto con las cantidades precisas de canabinoides que se necesitan.  

¿Se consiguen los mismos beneficios terapéuticos  al fumar la marihuana?

No. Cuando se  fuma, se genera combustión, y eso implica los riesgos del humo a nivel pulmonar y  respiratorio. Caso contrario es el de la vaporización, una forma terapéutica de usar el cannabis.  En este caso los canabinoides se obtienen a partir de diferentes temperaturas, así que uno puede saber muy bien  qué canabinoides esta proporcionando; al fumar, no.

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