La competencia, el bullicio y la invasión del espacio publico tiene cansado a los habitantes del municipio.
Tibú ya no soporta más vendedores venezolanos
“¡Saca la bolsa, María, llegó el platanero!”, se escucha por las calles de Tibú.
El mensaje proviene de pequeñas cornetas amplificadas en camionetas venezolanas.
El anunciante hace saber que lleva plátanos en promoción: 10 kilos por 5 mil pesos. “Aprovechen, que estamos vendiendo bueno y barato, porque nos vamos”, pregona incansable.
Además, tiene mandarinas, melones, papaya, mangos, maracuyá y hasta naranjas; tres docenas por 2 mil pesos.
Los vecinos de la zona recuerdan que inicialmente eran dos camionetas.
Ahora, son más de una decena, cargadas de ropa, calzado y artículos para el hogar, pero el que necesite una motocicleta, herramientas o cualquier producto, también lo encuentra allí.
Al comienzo, los consumidores estaban felices, pero los comerciantes se malhumoraban. Ahora, el malestar es general, no solo por la competencia de precios sino por el bullicio y la ocupación del espacio público.
Las ventas se hacen aparcando los vehículos en contravía o donde mejor cuadren,.
Varios de los vendedores duermen en hamacas alrededor de la plaza de mercado.
“Estamos aquí, porque allá (en Venezuela) está muy dura la situación”, comenta un vendedor llamado Luis. “Con lo que ganamos acá, podemos vivir un poco mejor allá”.
Los vendedores llegan a Tibú desde Casigua, El Cubo y otras poblaciones el estado Zulia, al sur del Lago de Maracaibo.
Según Luis, arriban por una vía terciaria denominada La Pica; una trocha por la que se llega a Puerto Palomo, en Venezuela.
En el camino no tienen dificultad con las autoridades de uno u otro lado, porque no hay presencia en la zona.
“En Tibú, de vez en cuando nos molesta la policía, pero les pedimos que nos dejen trabajar, que no estamos haciendo nada malo y acceden”, manifestó.
Reconoció que en su afán de ganarse los pesos, muchos de sus compatriotas generan desorden, pero entre ellos no se dicen nada, pues la prioridad es el trabajo.
Por su parte, comerciantes locales como Ramón Ortiz, se ven obligados a rebajar sus productos y, por ejemplo, dejar el racimo de plátano a 3 mil pesos.
El alcalde, Gustavo León Becerra, reconoció que Tibú está siendo ocupado por vendedores informarles del vecino país, y dijo que no tienen permiso oficial para ejercer sus actividades.
“Estamos controlando la situación mientras tomamos medidas en un consejo de seguridad”, aseveró. Pero el consejo de seguridad no tiene aún fecha.
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