Cruzan la frontera para probar suerte en empleos que se ofrecen en la capital de Norte de Santander.
Venezolanos se la rebuscan para generar más ingresos
Alexandra Navarro es venezolana, graduada hace tres años como Técnico Superior Universitario (TSU) en informática, y ésta semana tomó la decisión de aventurarse a trabajar como doméstica en Cúcuta, porque su salario como transcriptora de datos, no le alcanza para cubrir los gastos del hogar que comparte con su esposo y su pequeño hijo de 2 años.
Como ella, son muchos los venezolanos que a diario cruzan la frontera para “rebuscarse” unos pesitos, algunos a través del llamado “bachaqueo” o reventa de productos, otros para probar suerte como domésticas, cuidadores de estacionamiento, vendedores ambulantes, obreros de construcción y jardineros.
Este martes 11 de agosto se cumplieron ocho meses de retrasos en la publicación de cifras económicas por parte del Banco Central de Venezuela (BCV), entidad según la cual el país cerró el 2014 con una inflación en 68,5%.
Expertos y analistas internacionales han estimado que Venezuela se encuentra al borde de una hiperinflación, con cifras que calculan superiores al 600%.
Con estos niveles y una moneda que cada día pierde valor, no falta quien se la ingenie para sobrevivir a la crisis económica con un trabajo “extraordinario”, o lo que en la jerga coloquial se conoce como “rebusque”.
Rebusque nacional
No todos están dispuestos a probar suerte en territorio extranjero, y buscan entonces alternativas creativas y en muchos casos al filo de la ilegalidad, para incrementar sus ingresos sin salir de suelo venezolano.
Aparecen entonces quienes viven de la venta de puestos en las largas colas que se presentan en los establecimientos, la compra y venta de “cupos electrónicos” y la reventa de productos regulados al doble o triple de su precio a través de las redes sociales, entre otras ocupaciones “alternativas”.
Hay quienes prefieren pagarle a los revendedores el triple del costo determinado por el gobierno (llamado Precio Justo) y hasta más por los anhelados productos de la cesta alimentaria.
Carmen Ortiz, una ama de casa, que vive en Pirineos y que dejó claro que “para no recorrer los supermercados y para evitar las colas, compro productos como la leche en polvo, que tiene un precio regulado en 70 bolívares, pero la he tenido que pagar a 600 bolívares, porque la necesito para mi nieta, igual hacemos con los pañales, los compramos a un precio muy elevado porque no se encuentran fácilmente”.
Los cupos Cadvi de internet también se han convertido en un negocio lucrativo, pues en las redes sociales y grupos móviles anuncian la compra de cupos”.
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