Esta semana, según reportes de las alcaldías de Toledo, Labateca, Cácota y Chitagá, aunque las lluvias se han reducido levemente, la situación sigue siendo crítica por la escasez de agua potable y gas.

Si bien el Consejo Departamental de Gestión del Riesgo ha enviado carrotanques, así como el Ejército, urge el restablecimiento total del servicio pues se estima que habría más de 500 familias afectadas.

Al respecto, la secretaría de Aguas manifestó que en Cácota se instaló nueva tubería para reparar una red de aducción, mientras que en Chitagá se estudia la posibilidad de encontrar un afluente para conducir el agua a la planta de tratamiento y restablecer el servicio.

Carlos Quintero, secretario General y de Gobierno de Chitagá dio a conocer que las secuelas de la tragedia son inmensas.

Según el reporte del comité municipal de gestión del riesgo, van 139 familias afectadas, 21 viviendas destruidas, 50 viviendas averiadas, 9 vías colapsadas, 2 puentes viales destruidos, 9 puentes peatonales rurales en las mismas condiciones, 3 acueductos destruidos, y 55 hectáreas de cultivos de pancoger en pérdida total.

La cifra, solo en este pueblo, podría aumentar dado que hasta ayer en la tarde funcionarios de la alcaldía y organismos de socorro se encontraban visitando las zonas a las que no habían tenido acceso.

Ya se tenía abierto el paso para Pamplona, pero el miércoles en la noche se volvió a cerrar en las zonas de La Perla y La Leona, esta última en jurisdicción de Cácota. 

En el tramo de Pamplona-Cerrito sigue totalmente cerrada la vía.

“Afortunadamente muchos se han solidarizado con la ayuda humanitaria, que llega de Cácota, Silos, Chinácota, y Cerrito, en Santander”, dijo. 

Tanto en Chitagá, como en Labateca y Toledo persiste el corte en el servicio de gas, por la rotura del tubo.

Según César Torres, gerente de Promioriente, la reparación del mismo podría tardar más de una semana, aunque aclaró que no hay riesgo alguno para la comunidad.

“Apenas sabemos del incidente, se cierran las válvulas y no hay riesgo de explosión, como no lo hemos tenido en 20 años de permanencia de la empresa”, dijo. “Lo grave no es la rotura, sino reemplazar el tubo en condiciones climáticas adversas que nos impiden llegar fácilmente a trabajar”.