Durante el VI Congreso Fronterizo de Derechos Humanos, la gran conclusión del día fue la necesidad de repensar la dignidad como elemento inviolable, ahora y en el futuro, ante un eventual acuerdo paz que se firme tras las conversaciones en La Habana.

Para monseñor Ómar Sánchez, obispo de Tibú, quien habló de la situación de derechos humanos en el Catatumbo, uno de los principales problemas tanto de la guerra, como de la paz, es la interpretación que se hace de los derechos humanos y de los derechos de las víctimas.

Según el presbítero, en este territorio, la convergencia de movimientos y organizaciones sociales, grupos armados, grupos étnicos, sociedad civil, y todos aquellos que componen el Catatumbo, son en muchas ocasiones objeto y perpetradores de múltiples interpretaciones de los derechos humanos que tergiversan la idea misma de estos derechos.

“Entramos en lenguajes aparentemente conciliados sobre los derechos humanos, pero creo percibir que no hay un consenso único sobre los derechos humanos. No llegamos a un concepto de derechos humanos ciertos e incuestionables, aplicables a todos los casos, pues se percibe una inestabilidad en el conjunto de esos derechos”, dijo.

De acuerdo con Sánchez, el hecho de que los derechos humanos sean objeto de interpretación desde determinado ángulo o postura ideológica, los pone en riesgo.

“En el Catatumbo, y otras regiones, las personas y su dignidad no están en el centro de la práctica de los derechos. En muchos casos la persona no es el centro de las reivindicaciones, sino que es una excusa para el señalamiento del contrario, o para tener victorias jurídicas, casi negando el drama de las víctimas”, declaró.

Por ello, invitó a la comunidad a evitar consideraciones particulares sobre los derechos humanos, sino ponerlos como elementos indiscutibles para todos los colombianos.

Igualmente, insistió en que más allá de la lógica jurídica, “se debe poner la dignidad en el corazón de los actores que están acordando la paz y en el de todos los actores, para no volver a vulnerar los derechos y tener un criterio absoluto que detenga la barbarie contra el otro, a pesar de las diferencias”.

En este sentido, recordó cómo actividades como el paro del Catatumbo, en 2013, fueron la evidencia de que es posible poner a dialogar a los opuestos, de forma similar a lo que ocurre hoy en La Habana.

“Sentar a las Farc con el gobierno, es un milagro y tengo toda la esperanza en ese acuerdo”, dijo.

Sin embargo, no dejó de recordar sus preocupaciones en la región del Catatumbo, por los desafíos que implica la riqueza que alberga esta región, así como el reto de comenzar a preparar a sus habitantes para el posconflicto, pues hasta ahora la paz se discute entre dos actores, pero en una zona de conflicto histórico como esta, no se comprende en su totalidad las implicaciones de llegar a la firma de la paz.

“La paz requiere tiempo, inteligencia y valor de la sociedad civil, para poder establecer esa otra paz, la paz territorial que pide la comunidad”, puntualizó.

Otras conclusiones

Por su parte, Gerly Corzo Ramírez, una de las organizadoras del evento, resaltó la multiplicidad de temas que se abordaron en la primera jornada del Congreso, y la oportunidad que la comunidad tiene de escuchar las experiencias e investigaciones que se desarrollan en la academia, para entender qué ha pasado y buscar soluciones para tener una convivencia pacífica.

Dijo que el Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos ha generado este espacio durante seis años para escuchar las diferentes miradas desde la academia, y sobre todo para fortalecer la investigación en ciencias humanas en vista de que las universidades regionales aún son débiles en esta línea.

Así mismo, se estableció que luego de la primera sesión del Congreso Fronterizo se procurará realizar investigaciones en temas de género y memoria femenina en el marco del conflicto armado.

El evento continuará hoy, en el hotel Tonchalá, desde las 8 a.m. con conferencias sobre el papel de los medios de comunicación en el conflicto armado, derechos humanos en la frontera, justicia transicional, y universidades al servicio de la paz.