El descuido en el que permanece gran parte de los escenarios deportivos que sirven para la preparación de los atletas de alto rendimiento de  Norte de Santander, siempre ha sido objetado por las autoridades locales quienes se defienden afirmando que el dinero destinado por el Gobierno Nacional para el mantenimiento es escaso, y que son los mismos atletas quienes deterioran dichos espacios.

Sin embargo, pocas veces es materia de discusión si los deportistas que nos representan en las competencias nacionales, y muchas veces en el plano internacional, cuentan con los campos adecuados para su correcta preparación.

Como aseguran muchos de los entrenadores que le han dedicado media vida a la preparación de deportistas en la región fronteriza, en el departamento la mayoría de ligas deben trabajar incómodas porque el Gobierno no tiene plata, y muchas veces voluntad, para invertir en infraestructura deportiva.

El coliseo menor Eustorgio Colmenares Baptista es uno de los lugares más representativos para el deporte nortesantandereano, pero su espacio cada vez más corto se está convirtiendo en un obstáculo para los planes de expansión y masificación que proyectan las ligas.

No se discute que el coliseo sea la casa de los mejores gimnastas del país, que a base de sudor y medallas se ganaron el espacio en el Eustorgio Colmenares Baptista.

Además de la gimnasia, el coliseo menor alberga las ligas de voleibol, tenis de mesa, boccia y yudo.

Así las cosas, la gimnasia tiene a su disposición cerca del 50 % del espacio en el coliseo, y el resto se lo distribuyen otros deportes, siendo el voleibol y el tenis de mesa los que más metros cuadrados tienen.

Juan Diego Diez es entrenador de la Liga de Tenis de Mesa, y reconoce que el problema que tienen en el coliseo a causa del poco espacio con el que cuentan para entrenar es una situación que pareciera no tener solución.

“Todos conocemos la realidad del departamento donde lastimosamente solo tenemos un escenario adecuado para las prácticas deportivas. Lo ideal sería que todos estuviéramos en la posición más cómoda”, afirmó el director técnico de los tenimesistas.

La extraviada malla

Aunque incómodos por la falta de espacio, todos los deportistas que entrenan diariamente en el coliseo menor coinciden en afirmar que los balones de voleibol que se salen de las dos canchas son el principal inconveniente a la hora de llevar a cabo las prácticas.

La Liga de Voleibol cuenta con dos canchas ubicadas una al lado de otra en el acceso principal al escenario, pero no tiene ninguna demarcación más que las líneas que delimitan el rectángulo de juego para impedir que los balones invadan el espacio que están usando deportistas de otras actividades.

Los balones de voleibol, muchas veces disparados con bastante fuerza, interrumpen los juegos de tenis de mesa o golpean a quienes juegan boccia.

Los que conviven a diario en el coliseo menor reconocen que la solución al problema es ubicar nuevamente una malla divisoria que impida que los balones salgan de las canchas de voleibol,  y que estuvo situada en el lugar hasta antes de la remodelación del escenario en 2012, previo a los Juegos Nacionales.

Después de los juegos, que se disputaron en Popayán, Montería y Cúcuta, la malla se extravió.

“Hemos hecho muchas sugerencias para solucionar el inconveniente porque antes existía una malla, pero para Juegos Nacionales se sacó y luego desapareció porque se dañó. Al IMRD se le pidió una malla nueva y todavía estamos esperando la respuesta”, afirma Miguel Ángel Gamboa, entrenador de la Liga de Voleibol.

Los deportistas de boccia son los principales afectados por la falta de espacio para entrenar.

Ubicada en la zona central del coliseo, la boccia ha ido perdiendo área de entrenamiento y nunca se ha tenido en cuenta su condición de discapacidad.

“Además del inconveniente más grande que tenemos con la invasión de balones, la gente siempre se pasa por la mitad de la cancha y nunca respeta los espacios de acceso. Se abren las puertas laterales para que accedan por ahí pero siempre entran por el centro y eso nos interrumpe todo el tiempo”, explicó Andrea Lizcano, entrenadora de la Liga de Boccia de Norte de Santander.

Los deportistas de boccia se quejan de lo complejo que les resulta trasladarse hasta uno de los baños o intentar salir del coliseo en situaciones de emergencia.

La entrenadora de boccia afirmó que durante el temblor que se registró en Santander hace dos semanas, y que se sintió fuertemente en Cúcuta y su área metropolitana, quedó en evidencia la falta de un plan de contingencia en los escenarios deportivos para enfrentar situaciones de emergencia.

“Cuando tembló todos salieron corriendo y estaba abierta solo una ala de la puerta principal. Cuando todos llegaron a la puerta ninguno podía salir. Las puertas siempre permanecen cerradas. En el momento que llegue a pasar algo es muy difícil la salida. Nosotros no pudimos salir porque la salida más cercana está llena de colchonetas. Nos tocó quedarnos adentro y esperar”, agregó la entrenadora Lizcano.

La masificación para las ligas de voleibol, tenis de mesa o boccia es un asunto prácticamente revocado porque para pensar en enamorar a los niños del deporte, primero deben solucionar las deficiencias en cuento a la infraestructura deportiva.

Seguir entrenando y olvidarse de las incomodidades parece ser la única alternativa para los deportistas que todos los días acuden al coliseo menor, puesto que  ninguno de los institutos que se encargan de administrar los recursos del Estado destinados al deporte entrega muestras de solución.