Conocido técnicamente como el Sistema de Identificación de Potenciales Beneficiarios de Programas Sociales que, a través de un puntaje, clasifica a la población de acuerdo con sus condiciones socioeconómicas para focalizar la inversión social y garantizar que esta sea asignada a quienes más lo necesitan por su situación de pobreza y vulnerabilidad. Eso es el Sisbén.

Pero la misma Cúcuta ha servido de ejemplo para demostrar como los colados, mediante la utilización de toda clase de triquiñuelas y, sin duda, con la ayuda de intermediarios y palancas internas, le han quitado el puesto a quienes realmente merecen y necesitan de los subsidios y programas especiales del Estado. 

Setenta mil afiliados, en una sola depuración, fueron sacados de la base de datos de ese programa, lo cual ya dice mucho de lo que está ocurriendo: que la corrupción no es solo de los políticos o de los contratistas. Lastimosamente, eso también es una acción corrupta que a la postre deja muy mal parada a la ciudanía. Y la gran mayoría no fue porque se tratara de un error, sino debido a prácticas non santas, que a la postre recibieron su correspondiente castigo.

Y en medio de este debate ético y de comportamiento se vino encima el Sisbén IV, con sus encuestadores en las calles que van casa a casa, en los barrios y veredas para solicitar la información que en esta oportunidad tiene dos novedades, las ingresos del núcleo familiar y el nivel de endeudamiento de cada hogar. Según el Gobierno, en este barrido existen 80 preguntas sobre salud, educación, vivienda y condición de vulnerabilidad, pero con un enfoque de generación de ingresos.

Ese par de datos nuevos despertaron temor en Cúcuta, donde la base de datos del Sisbén la integran 680.000 personas, número que genera muchos interrogantes y preocupa, pensando en que la totalidad de nuestra población está alrededor de 710.000 habitantes según el nuevo censo, porque la percepción que se tiene es que esta sería una operación dirigida a sacar una parte importante de quienes en la actualidad están sisbenizados y así gastar menos recursos en los programas subsidiados que dependen de esa base, como son Familias en Acción, Red Unidos y Jóvenes en Acción.
Y mientras ha rodado la versión de que muchos ni siquiera contestarán esa encuesta, la cual una vez arroje los resultados que empezarán a conocerse desde el año entrante, el viejo Sisbén III será parte de la historia, en la cual muchos creen que irán a quedar enredados y lanzados fuera de toda posibilidad de acceder a los beneficios de que hoy gozan.

Para el caso de la capital de Norte de Santander, la dirección del programa les advirtió, a quienes así actúen, que acelerarán su salida de la base de datos, razón por la cual la ciudadanía recibió la invitación de atender el requerimiento, contestar con la verdad y suministrar siempre los datos reales, hecho que desde ya entraría a convertirse en prenda de garantía para que sigan dentro de los programas sociales. 

Un hecho adicional que desde ya anunció Planeación Nacional, es que no se volverá a actuar después del incendio (o después del escándalo de más colados) sino que los datos obtenidos en el terreno serán cruzados con diversas bases de datos que manejan las instituciones gubernamentales para darle fiabilidad a los mismos y que los beneficiarios de los programas que tienen como base el Sisbén sean los que merecen estar por sus condiciones socioeconómicas desfavorables y no por sus maniobras para como avivatos pelechar de estos subsidios estatales.