Cuando el Eln anuncia que ha decretado una ‘tregua unilateral’, las autoridades deberían de inmediato desplegar todas las operaciones ofensivas y disuasivas que les sean posibles para encarar una nueva y verdadera situación de guerra. 

Porque lo que se ha estado demostrado en los últimos tiempos es que esas llamadas ‘treguas unilaterales’ de la guerrilla del Eln no son más que simples pretextos y artimañas para seguir delinquiendo. Desde los diálogos de paz con el pasado gobierno del presidente Juan Manuel Santos hasta nuestros días, el Eln no ha parado sus acciones violentas y criminales a todo lo largo y ancho de nuestra zona de frontera y de Norte de Santander. También, en otras regiones del país como Arauca, Chocó y Antioquia.

Antes por el contrario, las ha intensificado como fue el demencial ataque a la Escuela de Cadetes General Santander de la Policía Nacional, en Bogotá, en febrero pasado, donde 22 jóvenes perdieron la vida, lo que llevó al Gobierno a suspender la mesa de diálogos con esa agrupación sediciosa. 

El Eln ha seguido también con la abominable práctica del secuestro. Según informes de las autoridades, 12 personas están en su poder, cinco de ellas, entre éstas tres jóvenes en El Catatumbo y en la provincia de Ocaña, y dos comerciantes en las selvas del Chocó. A cambio de la liberación, sus captores están cobrando millonarias sumas. 

El Gobierno le ha pedido a esta guerrilla liberar de inmediato a todos los secuestrados como un gesto de voluntad de paz, pero eso no ha sido posible. Con esta actitud lo que demuestra es su desprecio total por la vida y el sufrimiento de familias enteras que claman por la libertad de sus secuestrados. 

El Eln sigue ensañado contra la infraestructura petrolera del país y en particular contra el oleoducto Caño Limón – Coveñas. En lo que va corrido del año se han perpetrado 14 ataques o atentados contra este oleoducto. Desde hace una semana se presenta una emergencia económica, social, ecológica y ambiental de proporciones en la región de Tibú, por los daños causados al oleoducto y el derrame de crudo a los ríos, quebradas y fuentes hídricas que abastecen de agua a 30.000 habitantes.

Los daños al ecosistema son incalculables. Las autoridades estiman que la emergencia podría prolongarse 20 días o un mes más, lo que seguramente tendrá un  fuerte impacto económico y social en la región. 

Siendo tan seguidas y constantes las acciones violentas del Eln contra la infraestructura de la región y la población civil, las gentes no parecen entender ni aceptan la falta de contundencia de las tropas del Ejército, la Policía y la Fuerza Aérea para enfrentar y poner a raya este grupo sedicioso.

¿Será que se necesitan más tropas y armamentos? ¿Será que hemos estado fallando en la planeación y ejecución de las estrategias? Las gentes se hacen estas preguntas con preocupación y angustia, pues los días pasan y la guerra contra el Eln y demás organizaciones criminales en el Catatumbo y Norte de Santander parece no estar dando los resultados que todos esperamos y queremos para poder tener un departamento en paz y tranquilidad.