El 30 de marzo de 1901, cuando en el mundo los ojos estaban en los gobiernos de España y Japón porque firmaban un tratado comercial, en Valledupar una familia celebraba el nacimiento de Sara Corzo, una mujer que este sábado cumplió 118 años, que vive en Barrancabermeja y que podría ser la más longeva del mundo.

Se encuentra en el asilo San Antonio, en el barrio Prados del Campestre, donde la han cuidado por más de 40 años.

Oye lo que se le dice, mueve todas las partes de su cuerpo, camina, se sienta, pero no ve ni habla. Es la más respetada por sus compañeros, no solamente por ser la de más edad, sino porque ella llegó primero que todos los que allí se encuentran en la actualidad.

Todos la cuidan y saben lo vanidosa que es. Solo la hace enojar que no encuentre su peinilla y que su perfume se le acabe, pues estar arreglada y lista para cualquier visita que pueda llegar al asilo es lo que a ella le preocupa.

Desde las 5:30 de la mañana está despierta y a la espera de que la asistan en el baño, espera su café, el desayuno y luego se pone a oír a los demás.

De su pasado, antes de que llegara al asilo, nadie sabe. Pues ese 10 de febrero de 1976, cuando cruzó las puertas del mismo hogar, doña Sara ya no hablaba y solo se comunicaba por señas.

“Ella llegó por sus propios medios a este lugar, desde que ingresó nunca ha hablado, por esa razón se desconoce de su familia, de dónde venía y por qué llegó. Conocemos de sus datos personales porque sí traía la cédula, si no hubiera sido así no sabríamos ni la edad.

“Aquí todos la admiramos porque es una persona sana, su única patología es que es hipertensa, pero ya son cosas de la edad”, expresó Claudia Robles, directora técnica.

Muchos se han sorprendido al conocerla, no parece que fuera a cumplir 118. Ahora el objetivo que quieren cumplir los que hacen parte del asilo es que en el libro de Guinness Records sea reconocida como la mujer más longeva del mundo.