La reconocida periodista Margarita Martínez retrata en un documental los detalles más íntimos del acuerdo de paz con las Farc.
La historia íntima de una negociación imposible
Dos años se cumplen desde la firma definitiva, en el Teatro Colón de Bogotá, del Acuerdo de Paz del Gobierno colombiano con el grupo guerrillero de las Farc, pero aún hay mucho por contar de lo que sucedió en los diálogos en La Habana, del papel de los negociadores, del grupo insurgente y del propio gobierno anfitrión.
La periodista Margarita Martínez, quien ha cubierto el tema del conflicto por décadas, conociendo de primera mano las historias de los anteriores intentos de paz, como la zona de despeje en San Vicente del Caguán en el gobierno de Andrés Pastrana, fue testigo de lo que sucedió en Cuba, realizando un paciente registro de todo lo que ocurría allí, que ahora presenta en su documental ‘La Negociación: Hacer la paz es más difícil que hacer la guerra’.
Es un trabajo documental que cuenta con imágenes nunca antes vistas, entrevistas exclusivas y la voz de todas las partes involucradas. Es la historia íntima de las largas y tortuosas negociaciones de paz para transformar a un país que solo ha conocido la guerra, catalogado como uno de los más violentos del mundo.
Este documental se estrenará el 30 de noviembre con funciones hasta el 2 de diciembre en las salas de Cine Colombia de Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga, Barranquilla, Villavicencio, Manizales, Ibagué, Montería, Pereira, Popayán, Armenia y Cartagena.
Lento proceso
¿Cómo nace y se desarrolla la idea de hacer un documental sobre el Acuerdo de paz?
Llevo casi cinco años grabando, cubriendo y recogiendo archivos sobre lo que pasó en La Habana. Llegué allí a hacer un registro visual para la Oficina del Alto Comisionado de Paz con el que luego realizaron una pieza audiovisual y seguí haciendo reportería hasta la elección de Iván Duque, como nuevo mandatario de Colombia.
El documental va desde que al jefe de la etapa secreta de las Farc lo recogen en un helicóptero, en las selvas del Guaviare, no muy lejos de donde fue, curiosamente, la Operación Jaque, para ir a La Habana a negociar y termina con el resultado de las más recientes elecciones presidenciales.
Así que fui cambiando, con los sucesos, desde el escepticismo cauteloso del principio, a una esperanza cauta y luego en la montaña rusa que ha sido y sigue siendo la búsqueda y construcción de la paz en Colombia.
¿Cómo se logra hacer el documental, con las restricciones que imponía una negociación tan confidencial?
Se logró hacer contra toda clase de obstáculos, en una versión miniatura de lo que eran las negociaciones: herméticas, secretas, tensas, con oposición interna y externa, al borde de fracasar todo el tiempo. Nadie quería hablar en cámara porque las cosas eran cambiantes, tan fluidas, que lo que parecía hoy una verdad, mañana podía verse como una equivocación.
Así que me armé de paciencia, perseverancia, esperando ventanas de oportunidad y corriendo cuando se abrían, haciendo lo más que podía en esos cortos instantes y volver a esperar hasta que apareciera otro momento.
Como persona que ha cubierto la guerra toda su vida profesional, tenía la consciencia del momento histórico, de su trascendencia y el deseo enorme de dejar este testimonio que espero que sirva para la reflexión, la comprensión y una mirada de nuestra historia y la construcción del camino de paz que empezamos ahora con nuevo gobierno.
¿En qué se diferencia ‘La Negociación’ a otros documentales que se han realizado sobre el mismo tema?
Lo distinto es que yo estaba dentro de la negociación. Hay varios documentales y libros sobre el mismo tema, pero con ángulos totalmente diferentes. Este está enfocado sobre la negociación en sí, sobre las partes, sobre los asesores, sobre los garantes, sobre lo que hizo posible y lo que no se pudo hacer en esa mesa de negociación hasta el presente.
¿Por qué el subtítulo del documental es ‘Hacer la paz es más difícil que hacer la guerra’?
Es una conclusión que fui construyendo en todos estos meses y años que he pasado en este proceso y uno pensaría que todos queremos la paz, porque ese es realmente un gran anhelo nacional del fondo del corazón, pero que para llegar a ella es necesario superar los odios, los resentimientos y los temores al cambio; sin embargo, y aunque parezca un contrasentido, sigue prevaleciendo la pregunta de ¿Cómo puede ser que sea más fácil hacer la guerra que la paz?
Valioso aprendizaje
¿Qué aprendió usted con esta experiencia?
Empecé mi carrera como periodista en la agencia de noticias Associated Press, en 1999, en un momento donde estaban en pleno las masacres, las tomas guerrilleras, los secuestros, entre otras formas de violencia; sin embargo, lo hice con amor y pasión, tratando de reportar todo lo que pasaba por todo el país.
He tenido la fortuna, la delicia, el privilegio de reportear sobre nuestro país y sobre los errores, pero siempre hay algo que, incluso en las situaciones más terribles, hace que se encuentren los gestos de humanidad y de compasión.
Diría que cuando hice La Sierra, en un sitio supuestamente terrible de las comunas de Medellín, encontré que los hombres que conformaban una banda paramilitar, que vivía allí, eran unos victimarios, pero a la vez eran víctimas de nuestra historia.
Casi todos ellos venían de familias que habían sido desplazadas, que habían conocido de cerca la violencia y casi todos ellos, tenían dentro un deseo de venganza, y no conocían otro mundo que no fuera el de la guerra. Entonces, creo que la experiencia que más me marcó fue la de haber hecho este documental, con supuestamente los victimarios más terribles, y encontrarme que eran a la vez víctimas y victimarios, que siempre hay esperanza y salvación, mientras que haya vida.
¿Qué fue lo más conmovedor de realizar ‘La Negociación’?
Me gusta una escena en la que se ven enemigos de años trabajando juntos, enemigos del campo de batalla que tienen que desarrollar una relación laboral para sacar adelante un propósito más allá de sí mismos.
Trabajar con el enemigo, es algo extremadamente complejo, requiere de una madurez y sentir que hay algo más grande que el propio odio. Esa grandeza tan difícil me conmueve, me da esperanza.
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