El complejo de casas fue diseñado para 126 familias; hoy el 60 por ciento permanecen vacías.
Los Mangos, el barrio en Cúcuta que se queda solo
Luego de haber caminado al menos 15 minutos desde el Anillo Vial, un cartel en medio de la carretera en el que se lee, ‘Vereda El Almendrón Los Mangos’, da la bienvenida. Una polvorienta vía guía el camino hacia el conjunto de 126 viviendas que dio en el 2008 el gobierno Nacional a un puñado de desplazados de la región y que ha ido quedando solo.
El silencio reina en el lugar, unos cuantos perros al frente de las casas, son los únicos que dan fe de que aún hay residentes.
“Es que aquí solo viven 20 propietarios y unos 30 cuidanderos”, explica Yeinis Jaimes, como justificando lo silencioso del sitio. “Nos hemos quedado solos”, afirma.
Las calles permanecen desoladas. De pronto, cuando algún vecino enciende un equipo de sonido, hay música para todo el barrio, si no, vuelve el silencio. Los que aún habitan el lugar permanecen dispersos por las ocho cuadras que conforman el complejo habitacional.
Y es que desde que estas viviendas fueron dadas, en el sector se ha venido presentando un desplazamiento continuo. La falta de transporte público, escuelas cercanas, campos recreativos y centros de salud, ha hecho que los vecinos dejen del lugar al que llegaron con la ilusión de tener una nueva vida.
Un cartel en medio de la carretera en el que se lee, ‘Vereda El Almendrón Los Mangos’, da la bienvenida.
La única vía de acceso es intransitable y cuando llueve salir del lugar que está a solo unos 15 minutos de Cúcuta, en la vía que lleva al Carmen de Tonchalá, se convierte en una odisea. Además, para ir al centro deben disponer de unos 15 mil pesos o tiempo para caminar hasta el anillo vial, pues no hay transporte público.
Las motocicletas se han convertido en el único medio de transporte, aunque en las noches nadie se atreve a entrar. La falta de residentes hizo que se fuera la única ruta de servicio público que han tenido.
Las ocho cuadras que conforman el proyecto de vivienda gratis están casi vacías. En las casas permanecen las familias que se rehúsan a perder lo único que tienen, y aquellas que, pese a las incomodidades, se metieron a la fuerza a los predios, y a los que nadie ha venido a reclamarles.
No hay nada más que casas. Reclaman no tener espacios lúdicos, ni áreas de sesión dónde crearlos. Por años jugaron en una improvisada cancha en un terreno prestado, pero cambió de dueño y se quedaron sin ese espacio. Hoy, un lote escarpado al pie del cerro vecino es el espacio con el que cuentan para la construcción de sus escenarios recreativos.
“Al principio llegaban las familias entusiasmadas al barrio por haber sido favorecidas para las viviendas, pero no duraban más de un mes por las carencias”, cuentan quienes aún caminan por el desolado lugar.
Otro de los problemas con el que tiene que lidiar la comunidad es la falta de escuelas cerca, pues los niños deben trasladarse al Carmen de Tonchalá o El Rodeo.
No tienen alcantarillado, aunque sí se lo cobran y el alumbrado público solo es el que está en las casas.
Con impotencia dicen que es imposible, con tan pocos residentes, lograr un proyecto de mejoramiento por parte del Estado para el barrio.
No tienen ni transporte, ni escuelas, ni escenarios deportivos, ni mucho menos un centro de salud.
Cuestionan, una y otra vez, la falta de autoridad para poner orden a los moradores, lo que permitiría un desarrollo para la comunidad. “Hay mucha gente que necesita vivienda y no la tiene. Es una lástima que estas casa estén vacías”, aseguran.
Según el último reporte de la Unidad Nacional de Víctimas, en Norte de Santander hay 235.709 víctimas de desplazamiento, de las cuales 129.630 están en Cúcuta.
El nacimiento de Los Mangos
Las viviendas gratis Desplazados 1 y 2, como se llamó en un principio, están ubicadas en la vereda Almendrón, finca Los Mangos, corregimiento Carmen de Tonchalá. El proyecto se inició en 2006 como una solución de vivienda para las familias desplazadas.
Entregaron 126 casas de interés social avaluadas en $9’800.000 cada una. Las casas tienen una habitación, baño, sala comedor, cocina y patio de ropas, sin encerramiento.
Ante la falta de transporte, la gente recorre dos kilómetros para llegar al Anillo Vial Occidental.
Tras la entrega de las primeras casas los vecinos intentaron fallidamente cambiarle el nombre a la urbanización por Villas de María Elena, para dejar atrás el rótulo de desplazados, pero no lo lograron.
Actualmente hay solo unas 50 casas habitadas y la comunidad, en la que hay al menos 130 niños, no supera las 200 personas. Quienes aún están en el sitio han luchado por sacarlo adelante y gestionar un mejoramiento para el sector, sin embargo, las ayudas no han llegado.
A través de Comunidad-Gobierno pavimentaron las ocho calles que tienen, pero para la avenida principal necesitan 18 millones y aún no los tienen.
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