Sin importar su condición de discapacidad, él dirige escuelas de formación deportiva en Los Patios.
Joven nortesantandereano dejó la silla de ruedas para ser un gran futbolista
Desde niño, Freddy Antonio Castro un patiense de 30 años, ha sabido enfrentar y superar las dificultades con la mejor cara. Nació con parálisis cerebral, trastorno que le impedía caminar. Durante los 10 primeros años de su vida permaneció en una silla de ruedas, pero su mente poderosa lo llevó a levantarse y a dar sus primeros pasos.
Freddy estudiaba en el colegio Kilómetro 8. Cuando cursaba tercer grado y veía a sus amigos correr, anhelaba poder hacerlo. Un día, decidió dejar de lado su silla y empezar a intentarlo. Al principio gateaba en el patio del colegio, durante los recreos, luego sus piernas fueron respondiendo a una cirugía y podían sostenerse de pie.
“No me gustaba la silla de ruedas, yo quería correr y decía: ¡pero cómo no voy a poder caminar, si yo quiero pararme y jugar fútbol! Cuando estaba en primaria me bajaba de la silla de ruedas al piso para gatear y aprender a caminar, mientras tanto se la alquilaba a mis amigos para que jugaran y les cobraba $100 por montarse. Ellos disfrutaban, entre tanto yo me propuse el reto de pararme, hasta que lo logré”, relató con entusiasmo.
El sueño de ser futbolista
Dos años después de aprender a caminar, este pequeño solo soñaba con convertirse en un deportista y se metió a las canchas para dominar el balón. Sus amigos lo dejaban jugar y así fue aprendiendo. Aunque con dificultad por tener problemas en sus piernas, llegó a hacer algunos goles.
Fredyy no perdía campeonatos, cada vez amaba más el deporte, sus primeros guayos se los regaló un líder comunal de Los Patios, dueño de una zapatería. “Él vio que yo llevé a un partido unos zapatos rotos y me regaló mis primeros guayos. Eran rojos y me gustaron muchísimo”, cuenta el futbolista apasionado.
Su ídolo
Ser un astro del deporte como Ronaldo, fue la mayor inspiración para el pequeño, quien veía en el jugador brasilero el mejor ejemplo para lograr llegar a las canchas. “Ronaldo es mi ídolo, él superó dos veces graves problemas en las rodillas y se convirtió en un fenómeno del fútbol. Fue el mejor jugador del mundo y goleador, a pesar de que le decían que no podía jugar. Yo lo veía a él y decía: ¡Yo también puedo ser un buen jugador!”.
Mientras Freddy iba creciendo, sus logros se hacían visibles. En lo académico se destacó y fue el personero de su institución, ganando las votaciones con más de un 70% del respaldo. Entonces tenía 18 años.
En el deporte también siguió avanzando. Luego de terminar su bachillerato, ingresó a una escuela local de fútbol dirigida por el profesor Robert Rodríguez.
Su disciplina, deseo de superación y constancia, lo llevaron a hacer parte de la Selección Norte de fútbol 7 de la Liga de Parálisis Cerebral. Luego llegó a la Selección Colombia de fútbol 7.
“Estando en selección recuerdo mucho que en un partido en el Atanasio Girardot metí un gol y al terminar el juego la gente me tiraba Gatorade y me ovacionaba. Ahí me di cuenta de lo lejos que pude llegar”, expresó Freddy, mientras su mirada se perdía recordando con una sonrisa aquel momento.
Empezó a enseñar
Llegar lejos y demostrarse que los límites solo existen en las mentes sin sueños, le dio a Freddy el impulso para decidirse a compartir su alegría con otras personas como él: con una discapacidad.
Por ser un ejemplo a seguir, fue llamado por el Alcalde de Los Patios, Diego González, a quien conoció años atrás jugando fútbol, para dirigir los deportes para personas en condición de discapacidad del municipio, reto que sin dudar aceptó. Ahora, él es quien ayuda a formar nuevos talentos y dirige a 70 pequeños que quieren seguir su mismo ejemplo. Lo hace desde el año pasado.
Fútbol, atletismo y tenis de mesa son los deportes que practican cada miércoles los niños y jóvenes en condición de discapacidad de Los Patios, apoyados por el IMRD. Lo hacen con sus más grandes deseos de superación y la ayuda del mejor futbolista del municipio.
Un equipo sorprendente
En el equipo de Freddy se encuentran jóvenes como Alfredo Monsalve, de 22 años, quien sufre de epilepsia, y Angie Paola Hernández, una pequeña de 18 con Síndrome de Down, quien sigue los pasos del deportista y junto a su mamá asiste a los entrenamientos.
Curiosamente, dentro de sus alumnos también están los hijos de algunos de sus compañeros de colegio, quienes se sienten orgullosos de tener como profesor a un joven fuerte y ejemplar que creció junto a ellos
Freddy, pequeño en estatura, grande en cualidades y entusiasmo, espera seguir trabajando para que la población con discapacidad sea incluida. Él les aconseja a las familias que sacan adelante seres queridos con integrantes con condiciones diferentes, “nunca rendirse” y aprovechar las cualidades que, como a él, les puedan sobrar.
Paola Tarazona - Q´hubo Cúcuta
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