Entregando los últimos documentos para recibir su título de ingeniero de telecomunicaciones estuvo el miércoles desde temprano Miguel Ángel Flórez Zambrano en la Universidad de Pamplona, sede Villa del Rosario. El sábado culmina su ciclo académico, por eso debía dejar todo listo para recibir su diploma y celebrar el final de una dura prueba que le enseñó a creer en sus capacidades.

Aunque este futuro ingeniero es un estudiante más de los que pasan por el Alma mater, su caso no es como el de todos. Él dejó huella en la institución por ser el primer estudiante con discapacidad auditiva que logra graduarse como ingeniero de telecomunicaciones en Colombia y el segundo ingeniero sordo del país.

Su llegada a las aulas

La historia de Miguel es particular. Llegó en 2010, igual que ayer, lleno de papeles y requisitos para matricularse. En ese momento clave rumbo a su sueño encontró el primer obstáculo: le dijeron que no. Su empeño por estudiar lo llevó a insistir y explicarle a las directivas de la institución que su discapacidad no le impediría aprender, pues su familia contrataría a un intérprete que lo acompañaría. Después de aclarar y reclamar su derecho a la educación, pudo iniciar su recorrido académico.

En el camino el joven primíparo tuvo que sortear con las dificultades que le dejaba la barrera del lenguaje, no poder escuchar ni hablar complicaban el aprendizaje. “Los docentes no sabían qué hacer con él, porque nunca antes en la universidad habían tenido un caso de un estudiante sordo. Algunos no creían posible que el joven sin habla y escucha, lograra pasar materias como cálculo, mecánica y física, siendo el dolor de cabeza de los otros alumnos”, indicó la coordinadora del programa de Ingeniería en Telecomunicaciones, Adriana Villamizar, quien ahora junto con las directivas aplauden el esfuerzo del estudiante.

Las barreras 

Cuando cursaba el segundo semestre, una profesora se quejó en rectoría por considerar incómoda la presencia del intérprete en el salón de clases. Decía que era un distractor para los estudiantes. Con el tiempo, a ella le tocó aceptar y acostumbrarse. Ya no solo era un reto para Miguel, sino también para los docentes, llegar a convertirlo en un ingeniero.

Poco a poco los profesores buscaron la forma de enseñarle. “No existía una ruta de cómo se debía manejar la enseñanza en situaciones de enfoque diferencial, era la primer vez que en el claustro universitario se enfrentaba la tarea de la pedagogía dirigida a población con esa clase de discapacidad”, indicó la profesora Adriana, quien además dijo que las cosas han cambiado y ya hay personal para ayudar a otros tres estudiantes que como Miguel, empezaron a estudiar y son sordos.

Fue duro y caro

Los padres de Miguel no quisieron que el joven fuera un desempleado más. Conocían sus capacidades y creyeron en él, por eso los primeros semestres le pagaron de su bolsillo al intérprete Jorge Eliécer Fuentes. Por fortuna, en 2013 entró en vigencia la ley 1618 que exigía a las universidades tener intérpretes y Jorge fue contratado por la institución.

Con los compañeros de clase la historia fue diferente. “El primer día llegué con el intérprete y cuando él empezó a comunicarse conmigo todos me miraban como mosco en leche, pero no para mal, solo les causaba curiosidad vernos. Algunos me saludaban o hacían gestos, pero otros se interesaron más por compartir y conocerme. Es el caso de Cheiry Ramírez Sarmiento y Kelly Torres”.

Miguel Ángel recuerda que, “ellas aprendieron a comunicarse conmigo, hacíamos trabajos grupales, compartíamos y hasta tomábamos, me integré fácilmente. Algunos me pedían que les enseñara gestos, sobre todo los utilizados como groserías, porque les daba risa saber.”

Cheiry, su compañera, indicó que una de las herramientas más útiles para llegar a comunicarse con Miguel fue el celular con Pin y Whatssap.

Las materias que más canas le sacaron a este dedicado soñador, de 29 años, residente en Prados 2, fueron mecánica, electromagnetismo y ‘las tres marías’, así se conoce a las materias pesadilla: antenas móviles, radiocomunicaciones y circuitos.

Era destacado

Su perseverancia fue tal, que llegó a destacarse entre sus amigos cercanos, tanto, que recuerdan que hasta les pasaba la copia. “Con algunas señas él nos ayudaba cuando estábamos en parciales”, dijo Kelly entre risas, recordando una de tantas anécdotas vividas con su compañero.

De toda la experiencia universitaria, Miguel deja un legado: creó un conjunto de señas para explicarle a los sordos las materias de telecomunicaciones, pensando en facilitar el aprendizaje a los estudiantes que llegarán tras él. Ahora busca que esa idea reciba apoyo de Colciencias y pueda servirles a otras personas con esa condición.

Miguel está listo para empezar su nuevo trabajo, pues ya fue contratado por la secretaría de las TIC del municipio, donde iniciará otro reto: lograr que sus compañeros se adapten, algo que considera mucho más fácil que lo vivido en la universidad.

Sus compañeros de clase, el decano de la facultad y los docentes de la Universidad de Pamplona coinciden en decir que Miguel Ángel Flórez es un profesional con todas las capacidades para asumir los retos profesionales, un ejemplo que rompe barreras y prejuicios.

Redacción Q'hubo