El 20 de diciembre, fecha en la que el presidente Juan Manuel Santos llegue a entregar las primeras viviendas del nuevo Gramalote, deberán estar listas 189 casas, además de la Alcaldía y la plaza de mercado.

Sin embargo, la aceleración de las obras ha llevado a considerar que el pueblo se estaría construyendo a marchas forzadas, según comentan algunos obreros y vecinos del sector.

“Nos están haciendo correr mucho”, expresó uno de los trabajadores, inquieto porque vuelva a ocurrir un siniestro similar al del accidente de la Alcaldía, donde cedió una formaleta que destruyó parte de la obra, durante el mes de junio.

En su momento, se comentó que el origen del incidente fue la premura en las obras, y aunque esta situación nunca fue confirmada sí terminó por retrasar los compromisos pactados, lo cual fue criticado por la contraloría delegada para la participación comunitaria.

Al respecto, Carlos Rodríguez, coordinador para la reconstrucción por parte de la Gobernación, explicó que estos comentarios no son ciertos y que desde el comienzo de los trabajos se han tenido horarios especiales para que la obra avance.

“En las obras de la vía y del urbanismo, siempre hay varios frentes de trabajo”, explicó.

Por ejemplo, en la vía de Puente Cuervo a Miraflores se utilizaron 15 frentes de obra, con más de 300 gramaloteros vinculados, más los trabajadores adicionales de municipios cercanos.

“Lo que ha hecho la visita del presidente es estimular la construcción, pero no implica que se haya apresurado el proceso de un momento a otro”.

Según se conoció, los horarios oscilan entre las 4 a.m. a 10 pm., incluyendo fines de semana, pero corresponden al ritmo que se impuso, desde un comienzo, para el proyecto.

Esto permitiría, según la Gobernación, cumplir con la entrega inicial de las 189 casas completamente terminadas, es decir, 39 adicionales a las que se tenían el primero de noviembre, fecha en la que se recibió la primera visita del director del Fondo Adaptación, Iván Mustafá.

En un reciente recorrido que se hizo este fin de semana por el pueblo, se verificó el cumplimiento de los cronogramas de ejecución de la alcaldía, la plaza de mercado, y 250 lotes  en conformación.

También, se revisaron los lotes en los que estarán ubicados el colegio y el hospital, que recién empiezan la construcción.

El colegio deberá estar terminado en 12 meses, mientras que la entidad prestadora del servicio de salud, en 18 meses.

El reto del día siguiente

Al margen de que se terminen las viviendas, con más o menos urgencia, otra inquietud que queda es lo que ocurrirá el día después de que la comunidad se establezca definitivamente en el pueblo.

Si, por ejemplo, las primeras 189 familias a las que les entreguen vivienda deciden habitar el casco urbano de inmediato, se desconoce si tendrán acceso a una droguería, una panadería, o cualquier servicio adicional.

En este sentido, Rodríguez manifestó que lo que ocurra en materia de oferta de servicios dependerá únicamente del retorno de la comunidad, el cual todavía está en discusión y acuerdo.

“Al saber quiénes se irán primero, o si el retorno será de la totalidad de los damnificados, se establecerá el plan para la reactivación económica”, aclaró. “El apoyo está condicionado al retorno, y esta es una decisión de la gente”.

Para ello, el Fondo Adaptación tiene una línea de apoyo para otorgar recursos, y los gramaloteros tienen además listas sus iniciativas de negocio, además de una Asociación de comerciantes con la que se espera consolidar proyectos productivos.

También se tiene la plaza de mercado, “en la que se integrará lo urbano y lo rural, además de que se empezarían a generar ingresos para el beneficio mutuo”.

Igualmente, queda la reconstrucción social, fundamental para acordar un sistema de convivencia que incluso haga del nuevo Gramalote un laboratorio social y de trabajo, especialmente en la consolidación de la paz territorial.