La secretaría de Víctimas tiene listos libros sobre valores y reconocimiento de la identidad nortesantandereana.
Al perdonar, se pasa de víctima a sobreviviente

Una velada y cuatro testimonios de dolor y perdón bastaron para que, quienes aún creen en la paz, sigan trabajando por hacerla posible.
Después de llorar con cada relato, la directora de la Agencia de Cooperación Alemana (GIZ) en Colombia, Barbara Haeming, insistió en que al hablar con las víctimas queda un mensaje claro: es posible tener el valor de perdonar.
“No sé si yo hubiese podido salir adelante con todo esto, pero veo que la gente tiene motivación para vivir en paz”, dijo.
Las declaraciones de Elibeth Murcia, esposa del desaparecido Henry Pérez; Ricardo Ayala, hijo de Emilio Ayala; Ana Doris Rodríguez, representante de víctimas; y William Donato, exsecuestrado, dejaron no solo el silencio por la pérdida de sus seres queridos, sino un sonoro aplauso por sus contundentes mensajes de perdón.
“Dejamos de ser víctimas para ser sobrevivientes”, enfatizó Rodríguez.
“Estas actividades nos animan a creer en Norte de Santander”, comentó Haeming. “Creo que hacen una labor fascinante para contribuir en la paz”.
Además de mostrar las historias, la secretaría de Víctimas tiene listos libros sobre valores y el reconocimiento de la identidad nortesantandereana. La meta es educar en civismo y valores humanos, en todo momento y lugar.
“Cuando visitamos el departamento, a veces nos dedicamos a hablar solo de un proceso, pero tal vez olvidamos las herramientas”, dijo Luis Fernando Niño, titular de la entidad.
Por ello, surgió la idea de elaborar una cartilla con datos de los 40 municipios y relatos para reflexionar: “El pastorcito mentiroso, por ejemplo, es uno de los textos que enseña a los más pequeños la relevancia de decir siempre la verdad.
“Los textos pueden ser trabajados por cualquier miembro de la comunidad”, aclaró Niño, mientras recordaba la anécdota que impulsó la idea.
“En un taller hicimos una ronda, preguntando a los niños qué era la paz”, relató. “Y un niño dijo: la paz es matar a mi papá, que golpea a mi mamá”.
Esta dramática realidad llevó a buscar otras formas de convivir pacíficamente, proceso en el que fue clave la comunidad del Catatumbo.
Además de la cartilla, están los textos: Región del Catatumbo, una apuesta a la paz, de Édgar Cortés, y el Gran libro de la reconciliación, con narraciones de víctimas de la región.
Con estas propuestas, se espera lograr, como afirmó Haeming: “disposición para quitar algunas barreras de escepticismo, ponerse en los zapatos del otro y tratar de entender sus argumentos. Es complejo, pero creo que ustedes estan dando pasos para ello”.
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