El inesperado triunfo del ‘No’ en el plebiscito del pasado 2 de octubre dejó a muchos colombianos en un estado de incertidumbre y desesperanza.

La confianza en que el acuerdo de paz con las Farc sería refrendado en las urnas y que a partir del día siguiente una nueva historia comenzaría a escribirse en el país, se expandió rápidamente, por lo que el resultado final de las votaciones causó un duro golpe.

Sin embargo, pocos días bastaron para que esa porción de Colombia que decidió apostarle al fin del conflicto con la guerrilla más vieja del continente e incluso muchos de los que no votaron, dejaran atrás la llamada ‘plebitusa’ y salieran a las calles, para exigirle al país político, un pronto acuerdo que permita salvar la negociación con las Farc.

Multitudinarias concentraciones empezaron a tomarse la capital del país, con la Plaza de Bolívar como escenario principal, y poco a poco se fueron extendiendo a otros departamentos en los que, incluso, el ‘No’ salió victorioso en las urnas, como Antioquia y Caldas.

Aunque en un principio la iniciativa provino de los jóvenes estudiantes universitarios que exigían una reconciliación, con el paso de los días, a las movilizaciones se han sumado, indígenas, víctimas, campesinos, profesores y hasta los mismos votantes que rechazaron lo pactado en Cuba.

La consigna es una sola: que haya un acuerdo ya, y por eso el objetivo es prolongarlas hasta tanto haya una respuesta positiva. 

¿Qué tanto peso pueden tener?

No obstante la reacción del pueblo colombiano, la pregunta que ha surgido ante este fenómeno es si este tipo de iniciativas podrá tener algún impacto en la decisión del plebiscito, o si logrará la respuesta que se espera, de parte de quienes tienen en sus manos la responsabilidad de resolver el futuro de los acuerdos.

La Opinión consultó a sociólogos y analistas políticos sobre la relevancia de estas manifestaciones en la coyuntura por la que atraviesa el país y el peso que podrían tener, y la mayoría coincidió en que estas acciones sí tienen la fuerza para generar algún grado de presión entre los promotores del ‘No’, aunque esto no garantiza que se logre un acuerdo pronto.

Alfredo Molano, escritor, sociólogo y periodista, considera que lo que se está viendo en Colombia hoy es una fuerza política que hacía años estaba dormida y que, sin duda, generará una reacción en las instancias que deban decidir sobre la suerte del acuerdo de paz.

“Es interesante lo que está sucediendo. Quizás desde la época del 57, cuando se tumbó a Rojas Pinilla, no había una movilización así”, consideró Molano, al tiempo que manifestó que esto le da una fuerza moral y política al ‘Sí’.

Mauricio Archila Neira, doctor en historia y profesor de la Universidad Nacional, coincide en que es posible que la reacción de los diferentes sectores que están saliendo a las calles a pedir celeridad, tenga algún impacto político.

Sin embargo, Archila no es tan optimista frente a la respuesta que puedan tener al respecto los promotores del ‘No’ y en especial el Centro Democrático.

De hecho, ayer, los integrantes de este partido iniciaron una cruzada por las redes sociales defendiendo su victoria en el plebiscito e insistiendo en que este fue el resultado de la democracia.

A pesar de esto, para el profesor, de mantenerse este tipo de iniciativas, como ocurrió con la llamada ‘Primavera Árabe’, se podrían ir evidenciando nuevos fenómenos políticos y sociales de peso.

El subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación Ariel Ávila, también es partidario de que las movilizaciones que se están dando en el país y que se seguirán promoviendo podrían generar que el Centro Democrático se sienta presionado para llegar pronto a una renegociación, y no dilaten este proceso en la búsqueda de aspiraciones presidenciales para el 2018.

“El problema es que el Centro Democrático no tiene intención real de llegar a acuerdos rápidos, sino que le apuntan a alguna aspiración presidencial”, consideró.

Cristian Rojas, profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana, va mucho más allá y advierte que si bien el objeto de las marchas es pedir un acuerdo ya y presionar para que la eventual renegociación sea expedita, el camino no está fácil.

“La renegociación por sí misma tiene una cantidad de dificultades. Hay temas que no se van a resolver pronto por más movilizaciones que haya en el mundo”, consideró.

Ante un escenario como este, Rojas, al contrario de los demás analistas, cree que las movilizaciones que se están viendo no perdurarán en el tiempo, como sucedió con los indignados de España. 

“Más allá de una manifestación y de pedir una reacción no hay nada”, dijo.

Hasta ahora, solo las Farc y el Gobierno se han referido abiertamente a la importancia de estas movilizaciones. La guerrilla, por ejemplo, aseguró que ante el respaldo multitudinario a la paz “juramos no dar marcha atrás”.

Anoche el jefe de Estado anunció que por solicitud de los jóvenes que están promoviendo las marchas, decidió prorrogar el cese al fuego bilateral hasta el 31 de diciembre.