“Suponiendo que María Claudia hubiera decidido suicidarse, ella lo hubiera planeado (…) y no habría dejado temas abiertos”. A dicha conclusión llegó la sicóloga forense Liliana Ibeth Ramírez en el reanudado juicio que se sigue contra el exconcejal de Cúcuta Julio Vélez González, como presunto responsable de la muerte de su esposa María Claudia Castaño Avendaño, la tarde del 16 de abril de 2010.

La experta, llevada a los estrados por parte de la  Fiscalía, se refiere a que María Claudia no tenía una conducta suicida, era una mujer planeadora y en su agenda tenía varios temas pendientes como la invitación a la inauguración de su  apartamento marital, un encuentro con una prima y su hermana, la culminación de su carrera, la conformación de su hogar, y el trasteo de sus padres a una vivienda cercana a la suya, entre otros temas cercanos. Es así -dice- que tenía muchos temas pendientes, lo que no era compatible con una muerte suicida.

Ramírez declaró haber realizado un análisis, denominado Mapi (método de autopsia sicológica integrado) que consiste en establecer un perfil de personalidad de María Claudia de acuerdo a los testimonios de familiares y amigos, mensajes en Facebook, cartas escritas, videos de su infancia, enfermedades sufridas, modo de vida, presentación personal, valores inculcados en su hogar y estudios realizados, entre otros.

En conclusión -para la experta- María Claudia era una persona sociable, activa, reservada, reflexiva, esquemática, cumplidora, sicorrígida, no actuaba de forma impulsiva y no encontró factores de riesgo suicida.

Como ejemplo detalló que María Claudia llevaba ordenadamente cuentas de los gastos de su matrimonio, tenía en orden sus apuntes universitarios (los cuales prestaba a sus compañeros), escribía cartas a su madre y a su esposo. En algunos de estos escritos pedía perdón por sus conductas a su mamá y en otras expresaba sentimientos de amor hacia Julio Vélez, pero en ninguna expresaba frases depresivas.

“De acabar con su vida, lo hubiera hecho de forma planeada y no de manera suicida e irreflexiva. Si hubiera decidido suicidarse no lo hubiera hecho desfigurándose el rostro, teniendo en cuenta que era una persona preocupada por su estética (…) y hubiera sido otro el método para quitarse la vida”, concluyó la sicóloga forense.

Dicho estudio concluye además que María Claudia era una persona creyente y practicante del catolicismo, religión en la que no está contemplado el suicidio, pues contradice el mandato de preservar la vida, más aún cuando su deseo fue ser religiosa. Así mismo, que en vez de aislarse le gustaba ser agradable y aceptada en su círculo social.

“En su relación de pareja, sus familiares y amigos la vieron triste e inconforme, pero nunca deprimida como causal para suicidarse (…) En los análisis encontramos que ante situaciones de estrés ella se aislaba, reflexionaba y se mantenía reservada (…) analizaba la situación y reaccionaba”, concluye parte del informe elaborado en noviembre de 2010.

Julio Vélez,  se encuentra prófugo de la justicia en Colombia y está detenido en una cárcel de Venezuela como presunto responsable de otros delitos. En el juicio, ante el Juzgado Segundo Penal del Circuito de Cúcuta es representado por un abogado privado.

Por ahora, los testigos de la Fiscalía pretenden demostrar que se trató de un homicidio y no de un suicidio como lo asegura la defensa de Julio Vélez, que a su turno presentará sus testigos.

*La Opinión