Titular de la Secretaría de Atención Integral a las Víctimas de Norte Santander habla de los impactos del conflicto armado.
Una mirada sobre las víctimas del conflicto
Cucuteño, con 35 años de edad, licenciado en Filosofía en la Universidad Santo Tomás, además de otros estudios sobre Gerencia Social y Resolución de Conflictos, Luis Fernando Niño es un estudioso de tiempo completo.
Tiene a su cargo la Secretaría de Atención Integral a las Víctimas en Norte Santander desde marzo de 2015 y este año fue ratificado por el gobernador William Villamizar para hacer parte de la nueva administración.
Desde este despacho participa en el proceso de construcción de paz en Colombia.
¿Cuál es la situación de las víctimas del conflicto armado en Norte Santander?
Según datos de la Unidad Nacional de Víctimas, en Colombia hay registradas 7’902.807 personas víctimas del conflicto armado que ha desangrado a nuestro país en los últimos 60 años. De ese total, Norte de Santander aporta, tristemente, 240.272 víctimas. Estas cifras, claro está, solo reflejan la situación de las personas que han podido acercarse y registrarse bajo la Ley 1448 de 2011, conocida como la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras.
¿Qué delito registra el mayor número de afectados?
En nuestro departamento, el delito que más víctimas aporta es el desplazamiento, con 201.024 víctimas. Le siguen: homicidios, 38.222; desaparición forzada, 4.310; actos terroristas, 3.658; secuestro, 1.559; amenazas, 1.493; minas antipersona, 609; violencia sexual, 511; tortura, 316; reclutamiento forzado 96; pérdida de bienes 2.349. Del total de víctimas en el departamento, los hombres son los más afectados (121.089); las mujeres son 116.920 y la población LGTBI, 31.
¿Es suficiente lo que se hace por las víctimas para su reparación?
La situación de las víctimas del conflicto no es nada fácil, por tres variables identificadas de muchas otras que puedan existir: 1. El conflicto se sigue desarrollando en terreno, esto dificulta las garantías de no repetición; 2. La dificultad en la movilidad que, por diversas razones, tienen las víctimas; 3. La falta de conciencia en la sociedad y de algunos funcionarios, así como de un sector que no se compromete a servirles a las víctimas del conflicto, lleva a su revictimización.
¿Siendo el desplazamiento uno de los mayores delitos en el departamento, qué se ha hecho para mitigarlo?
Se han propuesto dos estrategias transversales. En primer lugar, el aumento de la seguridad desde el Estado para garantizar el acceso a los 40 municipios de todos los programas de la Gobernación y así fortalecer la institucionalidad pública. Segundo, convertir a Norte de Santander en un territorio productivo, pues estamos convencidos de que al haber producción en todos los sectores, nuestro campo progresa y nuestros campesinos sacan adelante sus economías locales, mixtas. Esto lleva, como efecto positivo, el arraigo y hace más difícil que se abandonen las tierras productivas.
¿Qué se sabe del reclutamiento de niños para la guerra en la región?
Esta práctica es “normal” en nuestro territorio. En los registros se habla de 96 casos, pero son muchos más. Ahora bien, analistas destacan que algunos de estos reclutamientos no se dieron bajo presión sino ante la falta de oportunidades en nuestras regiones para los niños y jóvenes que terminaron viendo en las filas de los grupos armados, una opción de vida. En el posconflicto debemos mirar cómo proteger más a nuestros infantes para que no se repita esta espiral de violencia, ahora con un nuevo actor armado: las bandas criminales.
¿Cuáles han sido los resultados en cuanto a restitución de tierras?
La ley es muy completa y está preparada como una verdadera norma de la justicia transicional. Sin embargo, en la práctica se hace muy difícil poder ejecutarla en su totalidad. Para Norte de Santander, según cifras de la Unidad de Tierras, se han recibido 1.500 solicitudes de restitución, de las cuales 441 se encuentran en los diferentes despachos donde se llevan estos procesos jurídicos. Hasta el momento se han dado 61 fallos de restitución, pero estos han tenido algunas dificultades puesto que no es solo restituir el bien sino garantizar la seguridad de quien vuelve a su predio y la no repetición de los hechos violentos que los obligaron a salir.
¿En qué intensidad está el conflicto armado en Norte Santander y cuál es la participación de los diferentes grupos armados en esta confrontación?
Norte de Santander es un departamento muy rico, lleno de muchas fortalezas. Sin embargo, su riqueza también ha llevado a que no solo las Farc y el Eln, sino el último reducto del Epl, se hayan asentado aquí desde hace muchos años, nutriendo sus finanzas del negocio maldito del narcotráfico. A estos tres grupos también se suman las bandas criminales (Clan Úsuga y Los Rastrojos), que nos ponen en un escenario muy distinto al del resto del país, pues en un eventual acuerdo con las Farc, aquí seguirían delinquiendo el Eln, el Epl y las bandas criminales.
¿Cómo participa el departamento en el proceso mediante el cual se busca la paz en Colombia?
Las mismas condiciones del departamento en materia de conflicto nos han llevado a ganarnos un espacio en la Mesa Nacional de Paz. El nuevo gobernador, William Villamizar, ha demostrado un firme y decidido apoyo para poder concretar este proceso y adelantar las tareas pertinentes para que podamos disfrutar de la paz. Para ello, desde la administración de Edgar Díaz, se delegó en la secretaría que represento, la coordinación de las acciones que denominamos paz territorial. Por eso, iniciamos con la construcción del Centro de Inspiración para la Paz, reactivamos el Consejo Departamental de Paz y se ha incluido en el Plan de Desarrollo de nuestro departamento, ‘Un Norte más Productivo y en Paz’. Durante mi periodo como secretario de Víctimas también creamos el novedoso plan de las Unidades Móviles de Atención a las Víctimas.
¿Cree que Colombia ahora sí está más cerca de la paz?
Las causas que iniciaron el conflicto en Colombia no han desaparecido. La desigualdad, la pobreza, la corrupción y el narcotráfico, siguen estando presentes. Necesitamos que, de verdad, se construya una paz territorial. Solo espero que para cuando esto ocurra, haya hecho lo suficiente en pedagogía de paz para que la población tenga esa capacidad de discernir y detectar a los que con la paz buscan otras cosas. Este es el momento de la paz. Es ahora o nunca.
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