Si hay alguien que hable con propiedad de estufas, hornos y asadores en Cúcuta, es Pablo Daza. Sus 20 años en el ramo de la fabricación y comercialización de maquinaria para el proceso, producción y exhibición de alimentos en acero, son la mejor carta de presentación.

Los productos de Daza están en gran parte de los restaurantes, pizzerías, panaderías, clínicas, veterinarias, de la ciudad, sin embargo, para llegar a tener esta distinción empezó desde muy joven, a los 14 años, cuando aprendió el arte de la soldadura en talleres de barrios de Cúcuta y Villa del Rosario.

“Empecé fabricando puertas y ventanas, y un día me pidieron que hiciera una cocina, no sabía cómo hacerla pero me las ingenié y cumplí con el encargo”, recuerda en medio de risas el empresario. 

Tiempo después le apostó a la fabricación de hornos, fogones pequeños y asadores. Cuando se cansó de brincar de taller en taller tomó sus ahorros y decidió independizarse. En 1995 fundó Fabricaciones Industriales Daza en un pequeño local en el centro de la ciudad y con dos ayudantes.

Aunque al principio fue duro conseguir los primeros clientes, la variedad de sus productos y su ingenio hicieron que el negocio empezara a crecer. Posteriormente, Daza estudió ingeniería industrial para tecnificar su empresa. Luego cambió su razón social a Aceros Daza y se trasladó al barrio Carora para, según él, salir del montón.

“Antes estaba en el centro y allá había una infinidad de talleres. Por lo que decidí tener mi propio espacio y funcionó. Los clientes llegan directamente acá”, dijo Daza.

Daza pasó de solo fabricar cocinas y hornos a construir restaurantes completos incluyendo la obra civil. Los cuartos fríos también son su especialidad. Sus productos se distribuyen en Cali, Bucaramanga, Bogotá, Valledupar y Ocaña.

Asegura que en Cúcuta el negocio de la comunidad ha crecido, prueba de ello es que los productos que más vende en su almacén son carros de comidas rápidas y asadores de pollo.

El empresario del acero adjudicó su éxito a una mezcla de sacrificio, buena voluntad, y dedicación e invitó a los jóvenes empresarios a no dejarse doblegar por los malos momentos y a seguir en pie por sus sueños, pues muy pocos creían en el muchacho que improvisó una cocina en un pequeño taller del centro.

*La Opinión