Nos castigamos muy duro en la evaluación de los valores de nuestra sociedad, lo cual nos lleva a la desilusión y conformismo.
La confianza
Visitando cada oficina, hace unos años mis hijos crearon un negocio de ventas de colaciones, cuyas ganancias las utilizaban en invitar a los hijos de los trabajadores de base, a una actividad inusual para algunos como la de ir a un Cine en 3D con invitación a comer incluida.
Con el tiempo esta venta se convirtió en un sitio permanente de colaciones y dulces en uno de los pasillos de la empresa con una característica especial: Solo la presencia de una alcancía invitaba a depositar el valor de lo consumido, nadie cobraba ni vigilaba. La llamamos La Tiendita de la Confianza, por el gran valor que resaltaba el hecho que el 98,5% del total de lo adquirido se pagaba.
Hoy, esta tienda ha crecido a un supermercado abierto a todos los empleados de Aguas Kpital Cúcuta, con ventas que están alcanzando los 30 millones mensuales y mantenido su nivel de recaudo, lo que además de alegría por el destino de las utilidades hacia los más necesitados, nos ha llenado de orgullo y optimismo respecto a las respuestas culturales y su mejor disposición al bien común.
Nos castigamos muy duro en la evaluación de los valores de nuestra sociedad, lo cual nos lleva a la desilusión y conformismo.
Muchas veces convencidos que la mayoría asume conductas inadecuadas en el accionar ciudadano, utilizamos como tercera persona al termino “la gente” para señalar a todos menos a sí mismo, del comportamiento inadecuado.
Frases como “la gente no respeta las reglas de tránsito” son de uso frecuente.
Esta generalización nos sirve de excusa para infringir las normas cuando lo consideremos necesario, con el famoso “si lo hace todo el mundo porque no yo por esta vez”, convirtiéndonos de esta forma en lo malo que tanto criticamos.
Tan solo si nos evaluáramos de forma más optimista, convenciéndonos realmente que son unos muy pocos y no todos los que tienen la disposición permanente de comportamientos inadecuados, podríamos cambiar las cosas en nuestras comunidades, adoptando siempre las posiciones correctas y reclamando hacia quienes no las tienen.
Renacer en la confianza a nuestros trabajadores ha traído una mayor eficiencia en el trabajo, pero sobre todo un mayor sentimiento de responsabilidad y pertenencia de los que hacemos parte de Aguas Kpital Cúcuta.
A su vez, se han evitado procesos inútiles de control, como por ejemplo el venir a marcar tarjeta antes de salir a trabajar para aquellos colaboradores que se deben desplazar a sitios diferentes y bien lo pueden hacer directamente desde sus casas.
Cambiamos el pensamiento desconfiando, por el de la confianza entregada y revisada posteriormente mediante los análisis de los rendimientos, los reprocesos y las quejas de nuestros clientes que generan los trabajos realizados.
Qué bueno sería que el sistema del control del país se basara en considerar que la mayoría son justos y honestos. Que se dejara trabajar en la confianza de hacer bien las cosas y que los controles se tomaran posteriormente con una evaluación de los proyectos basada en indicadores generales y no en fallas puntuales.
Cuánto nos ha costado el haber generalizado en el país los eventos fallidos, como el caso de la restricción de los anticipos a los contratistas del estado.
Si se analiza en el consolidado total, los anticipos perdidos son insignificantes comparados con el costo financiero que se está causando al obligar a los contratistas a hacer préstamos con altos intereses a las entidades bancarias, las mismas en las que están consignados los recursos del estado con intereses muy bajos.
Además de esto, se está limitando la pluralidad de oferentes y las oportunidades de las empresas nacionales al verse en desventaja con las poderosas firmas extranjeras.
Un sistema de control basado en la desconfianza y el terror, limita la dinámica cada vez más necesaria de gestión del cambio, cuando las oportunidades de mejora y la innovación de buenas estrategias se pierden, por el miedo de los funcionarios al control muchas veces injusto, desmedido y focalizado en el castigo del error por pequeño que sea.
Como en nuestra empresa, la confianza puede renacer y cambiar hacia modelos en las que nos creamos realmente como somos: Buenos seres.
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