La alegría que sienten las personas al adornar sus casas para las fiestas decembrinas, armar el arbolito y el nacimiento, disfrutar de las instalaciones de luces que cada vez son más diversas y encantadoras, cantar villancicos y música de la época, asistir a las tradicionales misas de aguinaldo, hacer la novena al Niño Jesús en familia y gozar de otras actividades de este mes tienen una razón de ser: el Espíritu de la Navidad.

Muchos se han preguntado si existe o no, pero esta duda la aclaró un reciente estudio científico publicado por British Medical Journal (BMJ), el cual demostró que sí. Según la revista, varios neurólogos del Hospital Rigshospitalet, perteneciente a la Universidad de Copenhague, Dinamarca, descubrieron a este espíritu en el cerebro humano.

Tras las selección de 20 voluntarios: 10 que celebran las fiestas decembrinas y 10 que no, los expertos emplearon imágenes de resonancia magnética funcional para medir los cambios en la oxigenación de la sangre y el flujo que se producían en respuesta a la actividad neuronal de las 10 personas que celebraban la Navidad frente a las otras diez que no.

De acuerdo con la publicación, los participantes estaban sanos y no consumieron ninguna sustancia embriagante antes de los exámenes, a cada uno se le realizó un escáner mientras veían 84 imágenes de temas navideños con lentes de vídeo durante dos segundos.

Luego, los seleccionados llenaron un cuestionario y los resultados mostraron que la decena que disfruta de esta época tenía asociaciones positivas, mientras que los otros tenían sentimientos neutrales hacia esta festividad.

El informe citado por British Medical Journal, explicó que al analizar las diferencias en los mapas de activación cerebral se comprobó que se movieron en el grupo que celebra Navidad cinco áreas cerebrales: el motor izquierdo primario y la corteza premotora, el lóbulo parietal derecho inferior y superior y la corteza somatosensorial primaria bilateral; zonas asociadas con la espiritualidad, los sentidos somáticos y el reconocimiento de emociones faciales, entre otras funciones.

“Se ha demostrado que los lóbulos parietales izquierdo y derecho desempeñan un papel en la autotrascendencia, el rasgo de la personalidad en relación con la predisposición a la espiritualidad. La corteza premotora frontal experimenta emociones compartidas con los demás mediante la duplicación o la copia de su estado corporal y las neuronas espejo del cortex premotor, incluso responden a la observación de las acciones de ingestión por la boca”.

Sin embargo, los investigadores concluyeron que “algo  mágico como es este espíritu no puede limitarse a una explicación científica sobre la actividad cerebral” y subrayaron que se necesitarían más estudios para comprender totalmente la respuesta de un individuo a la Navidad, pues la percepción de estas fechas es distinta entre un niño y un adulto.

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