“Nada tiene solución con la violencia”
Rubén Martínez Dalmau es un profesional con 42 años edad. Nació en España, en Teulada, un pueblo de la provincia de Alicante, cerca de Valencia, en el Mediterráneo. Tiene varios títulos académicos en derecho y ciencias políticas, con especialización en derecho constitucional. Está dedicado a la enseñanza en universidades de su país y de otras naciones. Pero también ha asesorado a los Gobiernos de Bolivia, Ecuador y Venezuela en reformas constitucionales recientes. La Universidad Libre lo trajo a Cúcuta hace un mes como profesor de un posgrado.
¿Cuál es la importancia que usted le asigna al derecho constitucional?
-El derecho constitucional es el núcleo del derecho.
En un Estado democrático todo el derecho debe tener raigambre constitucional.
¿Cómo ha sido la asistencia que usted ha dado a gobiernos latinoamericanos para la expedición de las Constituciones de sus países?
-Yo formé parte de los equipos de asesores de las últimas tres Asambleas Constituyentes en América Latina. En el 1999 en Venezuela hice parte de un grupo externo que trabajaba desde afuera y yo era el único con asiento en Caracas. Entre los años 2007 y 2009 estuve en Bolivia y Ecuador. En 2008 me vinculé en forma más directa al proceso de expedición de la Constitución de Ecuador. Esas tres Constituciones configuran el nuevo constitucionalismo latinoamericano, que empieza justamente con la Constitución colombiana de 1991, la primera que rompe los cerrojos anteriores y avanza hacia un Estado democrático. Habrían de generarse más cambios. Y además de los que ya se dieron hay nuevas perspectivas en Perú, Panamá, Chile, México. Son procesos emancipadores.
¿Qué tanta fortaleza democrática tienen los Estados en América Latina?
-En América Latina hay un problema grave y es de que en mucho tiempo no se ha construido un Estado Social que lleve a la igualdad. Por eso hay situaciones cruciales de gobernabilidad y de elementos democráticos. La tarea es mejorar esos sistemas, fortaleciendo democráticamente los países. Pero una Constitución no hace milagros. Lo que traza son los procesos, que son de cambios políticos con efectos a largo plazo.
Comparativamente con Europa y especialmente con España, cómo ve las democracias latinoamericanas?
-A pesar de los problemas de desigualdad y de pobreza creo que son democracias, en muchos casos, con mayor vigor que en algunos países de Europa. Hay cierta efervescencia orientada hacia el cabio que no se ve en Europa. Allá hay movimientos como el de los indignados pero sin construcción política, sin ninguna capacidad para organizarse. En América Latina se busca otra manera de hacer las cosas. Se va mucho más allá de la mera formalidad. Es algo más interesante.
¿Cómo ve el conflicto armado colombiano?
-Colombia es en América Latina el único lugar donde se da ese tipo de conflicto entre guerrilla, paramilitares y Estado. Pero ha perdido en gran parte la legitimidad con que se presentaba y necesariamente tiene que encontrar una salida de paz. Ahora, el problema es cómo se puede consolidar esa paz. Yo creo que la clave es una Constituyente que incorpore la voluntad popular al reconocimiento de los acuerdos que resulten de las negociaciones. En El Salvador y Guatemala no hubo Constituyente y todavía hay brotes de violencia.
Uno de los temas más debatidos en este proceso es el de la llamada justicia transicional. ¿Usted qué piensa al respecto?
-Está claro que la situación de violencia en Colombia es extraordinaria y por lo tanto la solución requiere de medidas excepcionales. No creo que con los mecanismos actuales de derecho se pueda ponerle fin a un problema de tanta envergadura como el de guerrilla y los paramilitares. La respuesta a ese estado de guerra es reconstituir algunas relaciones y entonces habrá que perdonar y revisar casos, o indemnizar, entendiendo siempre que se está tras la paz. En la guerra se hacen cosas bárbaras. Si no se entiende el alcance del paso que se va a dar será muy complicado alcanzar el anhelo de ponerle fin al conflicto. Entonces la justicia transicional es necesaria para una situación excepcional. Y necesaria desde un punto de vista constitucional.
No sería de buen recibo que después de que los colombianos consigan superar una etapa trágica en su historia, alguien diga que no se puede de tal manera por consideraciones adjetivas. Eso sería romper la voluntad democrática de los colombianos en la solución de uno de sus más graves problemas.
¿Qué opina de la Corte Penal Internacional?
-Es una Corte creada por algunos Estados y está bien para perseguir crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad, pero ya en el caso como el conflicto armado colombiano tendrá que tomar en cuenta lo que este ha representado y la necesidad de ponerle fin, dándole validez a la voluntad soberana del pueblo.
¿Cuál es la opinión que usted tiene de un jurista como Baltasar Garzón, por lo que ha representado y las polémicas que ha provocado en España, su país?
-Baltasar Garzón fue un juez con mucha repercusión política. Defendió los derechos humanos. Fue perseguidor de una serie de desviaciones de derechos, pero también incurrió en errores, como la violación del debido proceso, que llevaron a que lo desvincularan de su cargo.
¿Cómo ve usted la enseñanza del derecho, tanto en América Latina como en Europa, a la luz de las nuevas corrientes?
-El derecho en Europa es muy positivo. Es el que se estudia. Hay muy pocas corrientes filosóficas. Se ha llegado a la repetición de lo mismo en muchas facultades. Estas se dedican a formar abogados, operadores jurídicos. No están formando profesionales integrales. Parece ser diferente en América Latina, con el estudio de teorías jurídicas de importancia. Se conoce más el derecho comparado desde puntos de vista filosóficos. Lo que importa finalmente es formar buenos filósofos del derecho. Hay que profundizar en el conocimiento de las leyes y sus repercusiones en la sociedad.
¿Cuál es su diagnóstico sobre España?
-En España hay una crisis de legitimidad, que parte de la Constitución de 1978, ya agotada. Fue negociada por sectores franquistas. Nunca hubo una ruptura profunda con el franquismo. Recordemos que al Rey lo nombra el mismo Franco. Es también una Constitución que mantiene la Monarquía, una institución antidemocrática, porque no es el pueblo el que decide quién es su Jefe de Estado. Esto hoy en las sociedades democráticas no tiene ningún sentido. Lo correcto es elegir a los gobernantes y poder controlarlos y hasta revocarlos si lo hacen mal. En la monarquía no solamente no se puede revocar sino que es un poder de por vida ahí, con sucesión predeterminada. En España hay un principio de legitimidad basada en un bipartidismo del PP y el POSE. Los dos han gobernado exclusivamente toda la época de la democracia y se han turnado en el poder. Ahora mismo el Partido Popular con su mayoría absoluta está acabando con los derechos, con el Estado Social, fomentando la pobreza. Crea situaciones terribles. No está protegiendo los derechos sociales de las personas. Hay una crisis de legitimidad y acabará haciendo mella en el Gobierno. Y este puede ser el final del bipartidismo. En las próximas elecciones vamos a ver el auge de nuevas opciones alternativas. Todo esto servirá para alcanzar una gran madurez democrática importante por parte de la población española. Hablo de España. Porque los catalanes se quieren ir y creo que tienen sus razones. Están hartos de ver como se anulan su lengua y su cultura y como no hay respeto a sus instituciones, su normativa. Los vascos también se quieren ir. Al final se va a producir una implosión. Si no se hacen los correctivos a tiempo esa implosión acabará con España como la conocemos. Yo espero que esto abra paso para avanzar democráticamente.
Después de la Segunda Guerra ¿Europa quedó curada de conflictos de esa magnitud o subsiste amenaza de ese orden?
-Creo que el conflicto bélico está totalmente eliminado en Europa. La Unión Europea ha servido para superar situaciones de riesgo. Desde que esta se creó en 1951 no ha habido un solo conflicto bélico dentro de los países que la integran. Hubo el conflicto de Yugoslavia. Ahora con la entrada de Croacia y Eslovenia a la Unión Europea ese panorama bélico está eliminado. Los últimos 65 años han servido para que Europa que vivió siempre en guerra se diera cuenta de que esa no era la opción para resolver las diferencias. Y entonces le ha apostado clarísimamente a la paz. Esto nos tranquiza a todos. La construcción de un Estado Social en Europa solamente se consigue con la paz. Nada tiene solución con la violencia.
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