Formulario de búsqueda

-
Domingo, 3 Enero 2016 - 6:00am

Hanna Reitsch: La pequeña y valiente aviadora

Esta insigne mujer deslumbró a su patria Alemania, con sus actuaciones como aviadora durante la gran guerra mundial.

Internet
Hanna Reitsch y Adolf Hitler.
/ Foto: Internet
Publicidad

Nació en Hirtcherg en 1912. Con sobresaliente arrojo y amor a su patria, tuvo gestas deslumbrantes en todas las ocasiones en que debió actuar en verdaderas hazañas. Pese a su corta estatura, de solo 1,50 metros, y a su peso de 45 kilos, se destacó desde el inicio de la contienda. Bien pronto se reconocieron sus condiciones profesionales y su valor, primero como piloto de pruebas de misiles y bombas dirigidas, de las que la industria aeronáutica alemana inició su fabricación experimental.

Desde 1936, como piloto de pruebas de la Luftwaffe, Hanna tuvo a su cargo los primeros vuelos del helicóptero ME-Komet, de especiales condiciones de manejo, que impuso a sus fabricantes dedicar pilotos de prueba de sobresalientes capacidades, para superar riesgos peligrosos. Apreciadas las condiciones de Hanna, por el propio Hitler, y asombrado de sus capacidades, le asignó la gran responsabilidad de actuar como, “Capitán piloto de pruebas”.

A continuación, y a raíz de las dificultades que presentaron otras armas teledirigidas, se hizo imperioso someterlas a pruebas directas desde sus primeros vuelos, en alguno de los cuales Hanna sufrió varios accidentes. Con sobrada razón se hizo urgente introducir múltiples cambios y hacer nuevas pruebas de funcionamiento, que concluyeron en la necesidad de instalarle a la bomba una cabina para incorporar un piloto de prueba liviano y de poca talla, como ella, que hiciera las pruebas hasta descubrir el origen de las fallas. La información que se pudo obtener al aterrizarlas aportó conclusiones definitivas. Adicionalmente y como confirmación, se instaló un fiable sistema de radio, para que ante el riesgo que se corría en el aterrizaje, el piloto informara previamente por radio sobre las conclusiones del  vuelo experimental, detallando las fallas, ante el riesgo latente de perder las informaciones en el riesgoso aterrizaje.

La siguiente prueba se hizo con una nueva bomba teledirigida, fabricada por la afamada compañía Fieseler, que produjo el cohete Nº 103, arma que conocieron los ingleses como la bomba V-1, que tantos daños infringió a Londres, y que presentó al principio graves fallas que hacían que en pleno vuelo explotara, al intentar la picada. Las pruebas previas habían conducido a la muerte de al menos media docena de pilotos, y al convocar a Hanna para que asumiera el reto y continuar los experimentos, se temió que rechazaría tal asignación, como había sucedido con otros pilotos propuestos. Sin embargo, ella aceptó y al volar el aparato detectó la situación causante de la avería, información que valió para introducir correcciones y perfeccionar el aparato.

La siguiente hazaña, aunque no suficientemente documentada, tuvo todas las condiciones y características de sus anteriores retos. Es bien conocido que en esta segunda guerra mundial, Alemania entró en conflicto con la mayoría de los países de Europa, salvo Italia, que en plena dictadura de Mussolini se unió a Hitler, apoyándolo con sus ejércitos y hombres en el conflicto, pese los sectores políticos radicales que se opusieron a apoyar a Alemania. La discrepancia de posiciones generó una dura controversia del Rey Italiano contra el Duce, título con que se distinguía al dictador y que culminó con su derrocamiento.

Depuesto el dictador por el Monarca reinante, se ordenó su encarcelamiento, separándolo de su cargo y apresarlo en las inexpugnables alturas de los Montes Apelinos, en un campamento de esquiadores conocido como Campo Imperatore en el cerro Gran Sasso. La ubicación gozaba de especiales condiciones de aislamiento y seguridad, por su difícil acceso y lo escarpado de mismo, lo que lo hacía prácticamente inabordable.

Mientras tanto Hitler, preocupado por el cambio de orientación política de su socio y la pérdida del apoyo italiano, empezó a buscar por todos los medios la liberación de Mussolini, para reinstalarlo al frente de ese gobierno amigo, planificando una operación de asalto sorpresa, utilizando todos los medios necesarios para superar las inhóspitas condiciones del lugar. Se comisionó al frente de la operación al capitán Otto Skorzeny y se dispusieron todos los medios para obtener la liberación y el rescate del Duce, y su reinstalación al frente del gobierno. A tal operación se le dio el nombre de Operación Roble y tal maniobra consistiría en asaltar el pequeño campamento en la cima de la montaña, enviando al efecto un grupo de tropas de asalto que se transportaría en planeadores, los que aterrizarían en el corto espacio de una planada frente al propio edificio del albergue. Sus integrantes, tan pronto estuvieran aterrizados, deberían proceder a despeñar los planeadores por los precipicios que rodeaban el lugar, p
ara despejar la pequeña planada y que fuera el lugar donde aterrizaría una avioneta, para sacar en vuelo al dictador. Tal operación se le asignó a una avioneta Fieseler Storch, que solo tenía espacio para dos personas, incluido el piloto.

Como en las peligrosas acciones anteriormente narradas, la responsabilidad del vuelo se le asignó a nuestra valerosa Hanna, quien otra vez con sus características físicas, podía prestarse a la increíble hazaña. La operación salió conforme había sido proyectada en el pequeño Storch y en su reducido espacio, sus ocupantes debieron apretarse para que Hanna pudiera cumplir su misión de piloto del arriesgado vuelo. El tercer ocupante fue el responsable de la misión el capitán Skorzeny.

Para quienes pudieron conocer la imagen del dictador italiano con su voluminoso físico, sin duda habría calculado que su peso superaba los 100 kilos. Así no es fácil imaginar, cómo pudo Hanna acomodarse y pilotar tan pequeño avión. La realidad es que la misión terminó con éxito y Mussolini pudo ser conducido a Alemania, donde se reunió de inmediato con Hitler, quien lo envió con apoyo militar a restablecerse al frente del gobierno y ejército italiano.

La mayor hazaña de nuestra heroína fue muy al final de la guerra, cuando Alemania se encontraba absolutamente derrotada y Hitler deliraba creyendo que aún había alguna esperanza para su país. Estaba al frente de la fuerza aérea el general de aviación Herman Goering, quien en medio del caos de los últimos días hacía lo posible por al menos aplazar la derrota. Sin embargo, el Fiührer, encerrado es su búnker, desconocía a tal hora la realidad de la situación y aún quería impartir órdenes que él, en su locura, consideraba la solución. Tal hecho se dio con el general Goering, de quien a estas alturas del conflicto Hitler consideraba el responsable de la derrota y le achacaba haber desobedecido sus órdenes. Tal desagrado y su pretendida acusación de hacerlo responsable de la crisis de la guerra, lo llevaron a degradarlo y nombrar en su remplazo al general R. Ritten von Gleim.

Así lo decidió, e impartió la orden de exigirle su inmediata presencia en el búnker, para impartirle sus órdenes sobre lo que él consideraba debía hacerse en tan álgido momento. Para entonces, el búnker se encontraba cercanamente rodeado de las tropas rusas, que se batían con las alemanas, quienes las contenían en un último intento de evitar su ingreso a la cueva del enloquecido gobernante. Las órdenes de Hitler fueron perentorias y Von Gleim debió decidir viajar de inmediato a Berlín para presentarse ante su jefe. Von Gleim, se puso en comunicación inmediata con Hanna para que, en el término de la distancia viajara a la base aérea del norte, sin importar contingencias, para conducirlo en un vuelo arriesgadísimo ante el Fiührer, a recibir sus instrucciones perentorias.

El vuelo lo relata la propia Hanna en esta forma: “No nos quedaba sino aceptar y ejecutar la misión. A las 4 de la mañana, el día 26 de abril llegamos a la base aérea Norte de la Luftwaffe. Allí nos pusimos al corriente de la situación de Berlín y las noticias que recibimos no fueron alentadoras. Desde hacía dos días los bombardeos y ataques artillados rusos no habían permitido que ningún avión alemán llegara hasta Berlín. De todos los aeropuertos de la Capital, solo el de Gastow continuaban operando bajo control alemán pero ya estaba rodeado de fuerzas rusas y al alcance de su artillería. Tampoco sabíamos si la pista mantenía condiciones apropiadas para poder aterrizar. Por otra parte el helicóptero que se había dispuesto para que aterrizáramos frente al búnker en la Cancillería, había sido destruido en un último bombardeo. Sin nuevas consideraciones nos dispusimos a partir hacia Berlín desechando cualquier otra grave preocupación, pese a lo contundente de la realidad. Así pues, tuvimos que tomar la decisión
de utilizar un avión Storch 190, que aunque no era el avión más rápido, ofrecía buenas condiciones de maniobrabilidad a bajas alturas, que era lo aconsejable para volar a través del fuego enemigo, además de su facilidad de aterrizaje y despegue en espacios cortos. Para ese momento espantosas imágenes me pasaban por la cabeza y el miedo se apoderó de mí, aunque comprendí que debía superarlo.

Volamos a mínima altura casi rozando los árboles y edificios, aprovechando la niebla y el humo de la dramática escena. Antes de partir, el Comandante Von Gleim se comunicó con el Bünker y habló con el hombre más cercano a Hitler, para confirmar la exigencia de presentarse allí. Evidentemente la orden seguía en pie y el Fiührer insistía en verlo, así como se nos informó, además, que todas las áreas próximas a la Cancillería estaban tomadas por lo rusos. Llegar a la cueva del dictador era un riesgo absurdo. Volábamos tan bajo que veíamos las caras de los soldados rusos apuntándonos con sus fusiles. En ese momento uno sus disparos penetró el piso del avión e hirió en un pie al Comandante, quien produciendo un grito de dolor se desmayó en su asiento. Faltaba poco para llegar. Desde allí vimos la Puerta de Bradenburgo y el área de la plaza de enfrente, entre esta y el edificio de la Cancillería. Hacia allí dirigí el avión y me dispuse a aterrizar de inmediato y lo mas cerca al frente a esta. Al detener el avión sentí una gran tranquilidad y el Gral. Von Gleim levantó su cabeza. De prisa descendí del avión, lo que con mucha dificultad, igual hizo von Gleim. Pronto nos rodearon soldados nuestros que salieron del Bunker, a ayudarnos a llegar a su entrada. Personal de enfermería ayudaron al herido a introducirlo a la enfermería para brindarle curaciones.

Una vez curado y vendado su pie, lo llevaron bajando las escaleras al piso del despacho de Hitler en el fondo del Bunker, donde de inmediato nos atendió. Allí al verlo me corrió una impresión horrible, se veía desbastado, temblaba, y su voz no le oía. Juramentó a von Gleim, como nuevo comandante de las Fuerzas Aéreas Alemanas y de su brazo lo condujo a su despacho privado. Retirándome, de inmediato pensé, ya todo ha terminado”.

*Por: Álvaro Riascos F.

Ayúdanos a seguir haciendo periodismo de calidad

Contribuye aquí
Publicidad
Suscríbete y recibe las últimas noticias de La Opinión

Comentarios

Publicidad
Publicidad
Economía
Artículo

Duque sostuvo encuentro con Lenín Moreno en la frontera

El mandatario sostuvo conversaciones con Lenín Moreno sobre diferentes temas.

Colprensa
Publicidad
Judicial
Artículo

Antes de morir, Ana Benilda Becerra salvó a sus vecinos

Un cortocircuito provocó la tragedia en el barrio La Castellana.

Archivo / La Opinión
Cúcuta
Artículo

La avenida del Río será más deportiva y familiar

El centro de pensamiento del Área Metropolitana tiene unos 61 proyectos estructurados para Cúcuta.

Cortesía/La Opinión
Publicidad
Pamplona
Artículo

COVID-19, en aumento en la región de Pamplona

Se conocen casos de gente de los municipios de la provincia y de Toledo que llegan a la región a hacerse la prueba de coronavirus. 

Roberto Ospino / La Opinión
+ Deportes
Artículo

La delegación regional que estará en la Vuelta al Táchira 2021

Tres equipos representarán a Norte en la edición 56 de esta clásica del continente. 

Cortesía
Publicidad
suscripciones
Publicidad
Judicial
Artículo

La muerte sigue rondando por La Parada

Jonathan José Seijas llegó hace unos meses a La Parada a trabajar pasando gente y mercancía por las trochas.

Cortesía
Cúcuta
Artículo

Desde hoy, alcaldía empieza a expedir paz y salvo de predial

La Secretaría de Hacienda informó que en esta oportunidad el documento se entregará mucho más pronto que años anteriores.

Archivo/La Opinión
Publicidad
Cúcuta
Artículo

Tercer toque de queda se cumplió dentro de lo presupuestado

En total fueron impuestos 843 órdenes de comparendo en la ciudad y el área metropolitana.

Cortesía / La Opinión
Ocaña
Artículo

La pandemia obliga a postergar los retiros espirituales

“No existen condiciones para el encuentro", Jairo López, presbítero de la catedral de Santa Ana.  

Archivo / La Opinión


Es el primer portal gastronómico de Norte de Santander, donde se resalta lo mejor de los sabores regionales, nacionales y mundiales.
Nuestros suscriptores cuentan con su propio espacio con privilegios y beneficios. Aqui puedes hacer parte de este selecto club.
Un espacio dedicado a las variedades y lo más impactante del mundo del entretenimiento. Encuentre aquí los personajes e historias.
La labor investigativa de nuestro equipo periodistico se congrega en esta sección dedicada a mostrar a profundidad y con más detalles de los hechos.
En este espacio nuestros clientes podrán promocionar su negocio o encontrar una propuesta que se adapte a sus necesidades.