Seis activistas de la organización Greenpeace abordaron un petrolero que navegaba en aguas del Golfo de Cádiz cargado con aceite de palma, en protesta contra este producto. 

Los activistas, de diferentes nacionalidades incluida Indonesia (país aquejado por deforestaciones masivas para estas plantaciones), fueron retenidos por el capitán del barco después de abordarlo. 

Poco antes, habían desplegado pancartas que pedían salvar la selva tropical. 

Según Greenpeace, el barco transportaba productos de “aceite de palma sucio” y otros relacionados con deforestaciones masivas. 

Este producto es un ingrediente clave en muchos artículos de gran consumo. Su creciente demanda ha llevado a un amplio desarrollo en la industria de Indonesia. 

Grupos ecologistas han acusado de la destrucción medioambiental a las compañías fabricantes, hasta el punto de que muchas empresas se han comprometido a no hacer deforestaciones. 

Además de la destrucción de la selva tropical, la limpieza de las denominadas turberas -restos de plantas en semidescomposición-, causa un enorme daño ambiental, por el carbono que emiten.