Pamplona era la capital estudiantil de Colombia a mediados del siglo XX.
La universidad colombo-venezolana de Pamplona
Por allá por los años de mediados del siglo 20, cuando las relaciones entre los hermanos países bolivarianos eran amigables y muchos de nuestros vecinos venían a estudiar, en los colegios y universidades colombianos, surgió una idea que estuvo en el ambiente cultural de la región durante algún tiempo.
El motivo que tenían los padres de familia venezolanos para mandar su prole a las instituciones educativas colombianas, más que la calidad de la educación, era la economía que ello representaba.
En Pamplona, que era en realidad la capital estudiantil de Colombia por la época que mencionamos, por la cantidad de colegios y por ende, de estudiantes, la gran mayoría de procedencia venezolana, merecía una atención especial por parte de las autoridades educativas del país, razón por demás, para que las propias autoridades venezolanas le ‘pusieran el ojo’ a esa situación y se hicieran propuestas que redundaran en beneficio de todos los involucrados.
Preocupado o más bien, interesado en el asunto, el entonces embajador de Venezuela en Colombia, doctor Felipe Hernández, formalizó una visita a la ciudad mitrada, donde se reuniría con las autoridades de la ciudad y una nutrida comisión de representantes de los estudiantes extranjeros, que entonces se estimaba en unos tres mil, mal contados, quienes querían escuchar las propuestas que el representante venezolano había ido a exponerles.
El embajador Hernández era un profesional con un profundo conocimiento de la problemática colombiana, debido en parte, a su extensa experiencia adquirida por los años de residencia en el país, pero además, por ser un agudo observador que sabía captar con precisión desconcertante, todo cuanto puede contribuir a las soluciones más convenientes, cuando se trata de sacar adelante empresas comunes que interesen por igual a los dos países.
La propuesta del embajador, no era otra que la puesta en marcha de la “Universidad Colombo Venezolana” con sede en la ciudad de Pamplona, que según sus propias palabras “su trascendencia e importancia no debe adjudicarse a nadie en particular, pues en ella se representa el porvenir de la juventud que irá allí a formarse para ser los personeros de nuestras dos grandes naciones hermanas que nacieron a la vida libre e independiente bajo la dirección genial de nuestro gran libertador.”
La idea tuvo, en general, buen recibo y la opinión pública regional, de ambos lados de la línea común, manifestó su complacencia, exponiendo que sería un gran acierto establecer como sede principal de la proyectada universidad, el hermoso y poético valle del Espíritu Santo, entre otras consideraciones, por su admirable y delicioso clima, la tranquilidad espiritual que allí se respira y que motiva al estudio y al reposo que se requiere para compenetrarse del ambiente estudiantil, el sentimiento hospitalario de sus habitantes, la cultura y el sentido acogedor de sus pobladores y la cordial sinceridad con que recibe la ciudad a los venezolanos que van a compartir con los colombianos, el anhelo inquebrantable de ser útiles a sus respectivas patrias, eran algunos de los argumentos que exponían quienes eran partidarios de esta idea.
Por otra parte, estaban las consideraciones de tipo económico; el estudiante proveniente de Venezuela se veía beneficiado en grado sumo por el cambio de moneda y si a ello se le agregaba la construcción de las residencias estudiantiles que planteaba el proyecto del embajador Hernández, se podía concluir, que tanto estudiantes como padres de familia, tendrían las garantías “en las cuales podrán descansar tranquilos, en la seguridad del más completo éxito”, como lo aseguraban quienes sustentaban el proyecto en compañía del diplomático.
En las cuentas del propio representante del gobierno venezolano, figuraban otros datos, diferentes de los conocidos hasta el momento, pues como ya se había anotado, la cifra que el embajador tenía, era de unos diez mil estudiantes totales, matriculados en los planteles pamploneses, de los cuales, la mitad aproximadamente eran venezolanos, una diferencia sustancial con los datos conocidos pero que a la luz del optimismo puesto por la delegación del vecino país, justificaba y no entorpecía la propuesta.
Pero, de los asuntos más interesantes revelados por el expositor, fue destacar algunos de los importantes personajes de la vida nacional venezolana que habían estudiado en Pamplona, particularmente en el Colegio Provincial San José, en ese tiempo regentado por los Hermanos Cristianos.
Comenzó presentando el caso del doctor Caracciolo Parra León, bachiller del Provincial, quien fue un destacado jurista y posteriormente se desempeñó con lujo de resultados en la rectoría de la Universidad Central de Venezuela, el principal centro de estudios superiores de ese país. Igual mención hizo de su hermano, el médico José Antonio Parra León, que también estudió en el mismo plantel en Pamplona y ha ocupado envidiables posiciones en el campo de la medicina en Venezuela. De la misma manera, mencionó los nombres de los hermanos Ferrero Tamayo, Carlos Luis, José Rafael y Aurelio, quienes se han destacado en los campos de la Ingeniería y del Derecho, quienes obtuvieron sus respectivos diplomas de bachiller, también en el Colegio Provincial.
Los comentarios al respecto de esta iniciativa no se hicieron esperar. Las autoridades y en general, los personajes destacados de la ciudad le manifestaron al embajador “queremos expresar nuestra solidaridad con su afortunada idea de que sea la hermosa e histórica ciudad de Pamplona, la sede donde funcione la Universidad Colombo-Venezolana. Iniciativa tan oportuna como acertada, tendrá seguramente el respaldo incondicional de los ilustres y eminentes estadistas que rigen los destinos de Colombia y Venezuela, siempre preocupados por cuanto signifique desarrollo cultural, educación y progreso.” Como sabemos, el proyecto no se cumplió, pero sí sirvió para crear la inquietud acerca de un proyecto que años más tarde se materializó en la hoy conocida Universidad de Pamplona.
Gerardo Raynaud D. | gerard.raynaud@gmail.com
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