El descarnado relato de una mujer fue lo que finalmente llevó a las autoridades judiciales a capturar a José Alberto Palacio Vélez, el obrero de construcción que después de haber asesinado a una inocente niña de 5 años en Cúcuta aceptó fríamente ser el responsable del crimen.

La testigo dijo a investigadores de la Sijín de la Policía haber visto al hombre de 45 años cuando sacó de su habitación el cadáver de la menor.

El testimonio fue revelado, por un fiscal, en audiencia pública, dejando entrever que Francy Yurley Barrios Londoño, la compañera sentimental de José Alberto, terminó por delatarlo sobrecogida por el miedo de las macabras escenas que tuvo que observar.

La mujer narró que el domingo llegó a tocar la puerta de su casa, donde vivían junto a su pareja e hijo, pero no pudo ingresar. Una situación que era extraña y más, cuando la niña había desaparecido y en Barrio Nuevo vecinos y parientes la buscaban incansablemente.

José Alberto “me dijo que me fuera. No me abrió”, narró la declarante. A partir de ese momento, no tuvo otra opción que sentarse a esperar durante al menos una hora. “Cuando me abrió quise prender la luz y me dijo que no lo hiciera. Incluso se disgustó”.

El pesado ambiente en la habitación y la zozobra por la pérdida de la menor le robaron la tranquilidad a Barrios Londoño, llevándola a entrar y salir impacientemente de la casa.

La búsqueda se hizo infructuosa a las 3:15 de la mañana, con lo que decidió irse a dormir. Una hora y media más tarde se convirtió, en silencio, en la pieza clave para poder capturar al asesino de Eileen Yaritza Ortega.

Entró al cuarto y se acostó al lado de José Alberto. “Como a las 4:30 sentí que (su pareja) se levantó y sacó un bulto de debajo de la cama”, donde dormía su hijo, también menor de edad.

El extraño paquete, que  por la oscuridad del lugar no era posible ser detallado, iba rumbo al patio de la vivienda, donde finalmente fue hallado el cadáver de la niña.

“Cuando abrió la puerta entró la claridad de la lámpara del poste que hay en frente de la casa y pude observar (…) unos pies pequeños, como de un niño o una niña”, explicó la mujer inicialmente en la investigación.

Su minuciosa narración, a las 10:30 de la mañana de lunes, chocaba con la de su esposo, quien dos horas antes había negado conocer detalle alguno del crimen y al siguiente día cambió la versión, afirmando que el diablo se le metió en la cabeza y por eso “violó” y “mató”.

La macabra escena del bulto y lo que alcanzó a observar la motivaron a agarrar y aferrarse a su hijo. “Lo acosté en mi cama”, porque “me dio mucho miedo”.

Pasados cinco minutos regresó José Alberto del patio. Se acostó nuevamente tratando de ocultar sus crueles e inhumanos actos.

A las 5:10 de la mañana se escucharon en todo el barrio los desgarradores gritos de los padres de Eileen, quien fue encontrada con signos de violación y maltrato físico.

“Salí a mirar y los parientes estaban llorando. El papá tenía a la niña en sus brazos”, reveló, cinco horas más tarde después de conocerse la noticia del crimen.

Capturado el asesino

La crucial información suministrada por Francy Yurley suscitó la captura de José Alberto en la Terminal de Transporte de Cúcuta a las 10 de la noche, según informó la Policía el mismo lunes.

El sospechoso fue llevado a la Unidad de Reacción Inmediata (URI) de la Fiscalía, donde investigadores lo interrogaron por segunda vez con una gran sorpresa.

“Se me metió el diablo en la cabeza para hacer ese delito: coger a esa niña, violarla y matarla dentro de la pieza donde vivía con mi esposa y mi niño”, les dijo.

Sus palabras estuvieron acompañada, además, de otra confesión: mató luego de pasar “tres días consumiendo drogas. Todo se me hizo más fácil. Mi esposa me tocaba la puerta y yo ya estaba encerrado en el lugar haciéndole daño a la niña”.

La verdad de sus actos la sostuvo incluso el martes ante un juez de control de garantías, a quien le ratificó que aceptaba ser responsable de secuestro simple agravado, homicidio agravado y acceso carnal violento agravado, delitos por los que legalmente no puede obtener una rebaja de pena.

“Sin más consideraciones y lamentando el hecho, se impone medida de aseguramiento en prisión”, resolvió el juez, precisando que en los próximos días otro administrador de justicia emitirá un fallo condenatorio con el que se cerrará judicialmente este amargo capítulo de la historia de Cúcuta.

En firme el fallo, se vio salir a José Alfredo de la sala de audiencia rumbo a la cárcel Modelo. Caminaba con la cabeza gacha. Vestía una franela verde claro con rallas, pantaloneta azul y zapatos negros.

Un chaleco le protegía el pecho. Su espalda se la cubría una cohorte de uniformados, evocando un anillo de seguridad presidencial con el que al parecer se pretendió evitar que la gente lo agrediera.

Sus lentos pasos inevitablemente lo hicieron perderse entre la muchedumbre de personas que aseguraba ver en él unos “ojos rojos, como diabólicos”.