“Desde el año 2002 a la fecha he recibido amenazas con una periodicidad que va de cada mes a cada semana, la última se produjo la semana anterior”.

Así empezó a narrar el senador Iván Cepeda a la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia cómo ha sido afectada su vida debido a señalamientos públicos que siguen relacionándolo con las Farc, así como por los seguimientos ilegales, entre otras cosas.

Lo hizo en el marco del juicio que adelanta la Corte contra del exdirector del DAS, Jorge Noguera Cotes, por su presunta responsabilidad en las denominadas ‘chuzadas’ a magistrados, opositores y defensores de derechos humanos.

“Siempre que tengo que intervenir públicamente debo hacer una especie de justificación de porque no soy un terrorista. Se me ha intentado desprestigiar, agredir públicamente de múltiples formas y durante el comienzo de la época del gobierno del presidente Uribe alcance a contar 16 adjetivos distintos con los que él me calificó”, señaló.

Cepeda relató que su vida transcurre con fuertes medidas de protecciones. “No tengo una vida normal. Siento una inmensa responsabilidad y sentimiento de culpa con las personas que me rodean con mis amigos, con las personas que trabajan conmigo. Sé que estar a mi lado representa un riesgo”.

El senador indicó que debido a los descréditos sufridos como defensor de derechos humanos, así como del nombre de su padre, Manuel Cepeda, debe calcular riesgos antes de tomar cualquier decisión.

“Debo justificar mis ingresos públicamente, que no están yendo para el terrorismo. Mi vida ha sido profundamente afectada y, a no ser que yo hubiera emprendido un camino de resistencia, un gigantesco esfuerzo por abrirme paso en media de esta situación, ni se hubiera podido establecer ni una mínima brecha de justicia en el caso Cepeda, ni hubiera podido llegar al Congreso de la República a adelantar en ese escenario debates que considero necesarios”.