Jácome, vereda ubicada en una montaña al noroccidente del municipio, viene derrumbándose lentamente desde diciembre del año pasado.

En el periodo de la evacuación del pueblo gramalotero, entre el 17 y 20 de diciembre, muchos de los habitantes de Jácome reclamaban que los paisanos que estaban asentados en la parte superior de la vereda no podían evacuar debido a que los caminos estaban totalmente destrozados.

La montaña se siguió deslizando al punto de destruir alrededor de 10 casas de las cerca de 30 viviendas que registra el caserío. Entre enero y febrero salieron cerca de 12 familias de sus casas y se radicaron en municipios vecinos como Lourdes y Santiago. Hoy todavía permanecen allí 22.

A Rodolfo Mendoza Bustos, quien vive allí hace 13 años, lo reconocen en la región porque fue quien avisó a las autoridades locales del posible deslizamiento que acabaría con Gramalote.

Él conoce más que nadie las montañas del municipio. Sabe qué camino tomar para llegar a los puntos más críticos, por donde pasa la falla geológica que el Instituto Colombiano de Geología y Minería (Ingeominas) detectó allí.

Recordó que la montaña que lentamente se deslizó sobre Gramalote se había empezado a mover hace más de un año y unos de los lugares en que se podía apreciar el fenómeno era precisamente Jácome.

Él ha inspeccionado en estos últimos días esta montaña y ha detectado que los deslizamientos siguen, a pesar de que la montaña ya no ‘ruge’ como en diciembre, ni se den movimientos bruscos de tierra.

Subir las dos horas y media de camino real que lleva a la vereda no es fácil para cualquier foráneo. El recorrido está marcado por las ruinas de casas y terrenos destrozados por el fenómeno natural.

A pesar de lo grave que catalogan las autoridades la situación de Jácome, los habitantes que permanecen allí no creen estar en riesgo.

En el ascenso, la primera casa que se encuentra, aparentemente en buenas condiciones, es la de Adelina García. Con ella, viven dos hijos, quienes se dedican a la agricultura. “Ya nos informaron que tenemos que evacuar, por lo pronto nos vamos a dirigir a uno de los tres albergues que ubicaron arriba”, indicó Adelina.

Los tres albergues fueron montados hace ya más de una semana por el Comité Regionalde Atención y Prevención de Desastres (Crepad), la Cruz Roja Colombiana e Ingeominas. En estos, cerca de 18 familias están pasando la noche y tres familias siguen durmiendo en sus casas, con el peligro a sus espaldas.

Al seguir subiendo, el camino empieza a reducir su espacio. Los caballos que bajan con bultos, padecen al tener que marcar sus pasos entre el lodo y el destruido camino de herradura.

Al lado y lado del camino, los árboles frutales reflejan el alto grado de fertilidad que tienen estas tierras. Esto ayudó a los habitantes cuando quedaron totalmente bloqueados en diciembre, porque la gran cantidad de frutos, no les hacía depender de la compra de alimentos.

La Ministra de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, Beatriz Uribe Botero, ordenó la evacuación total de esta vereda hace ya más de una semana, pero lo que los habitantes se preguntan es si el Gobierno tiene la capacidad para sostenerlos en buenas condiciones, porque saben que de llegar a otro municipio, tendrán que esperar las ayudas y subsidios que por estos días, requieren de procesos largos para acceder a estos.

Monguí Martínez, de 49 años, vive con su esposo y su hija. Ella está decidida a trasladarse esta semana a un albergue. Aunque no siente temor del movimiento de la tierra, lo hace por cumplir las órdenes de las autoridades. Su casa está en buenas condiciones, pero el terreno del corredor ya empieza a presentar grietas.

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