“Si soy consciente”, fueron las únicas palabras que pronunció el exparamilitar Carlos Andrés Palencia González, Visaje, al momento de aceptar el preacuerdo que lo condenó a 30 años de prisión.

Visaje, subcomandante del Frente Fronteras, del Bloque Catatumbo de las extintas Autodefensas Unidas de Colombia, aceptó los delitos de concierto para delinquir agravado, homicidio agravado, tentativa de homicidio, porte ilegal de armas de uso personal y privativo de las Fuerzas Armadas y fuga de presos.

Un juzgado especializado de Cúcuta aprobó dicho preacuerdo que consistió en aceptar su responsabilidad en 125 hechos violentos cometidos en Norte de Santander, en los que se contabilizaron 57 homicidios y 38 heridos a cambio de un descuento del 50 por ciento en la pena.

La relevancia en esta negociación consistió en que Palencia González colaboró en el esclarecimiento del mismo número de hechos en los que participó, corriendo la sangre de centenares de personas dejando luto,  dolor e incertidumbre en las familias de las víctimas.

Visaje fue sentenciado a la pena máxima de 60 años de cárcel por los delitos imputados por la Fiscalía 126 Especializada contra el crimen organizado, quedando reducida a la mitad y a pagar una multa de 1.350 salarios mínimos legales mensuales vigentes.

A la diligencia en el Palacio de Justicia de Cúcuta,  asistieron gran parte de los familiares o representantes de las víctimas mortales, mientras que ‘Visaje’ fue visto en transmisión, en directo, desde la cárcel de Cómbita (Boyacá), donde se encuentra recluido y condenado por otros delitos.

Tras este fallo, las familias pueden acceder a las reparaciones económicas a que haya lugar.

Fuga

Esta es una sentencia que sin duda no se compara con los ocho años de cárcel que pudo haber recibido de no haberse fugado y continuar como postulado a la Ley de Justicia y Paz, tras haber dejado las armas el 10 de diciembre de 2004.

Desde su fuga, el 10 de noviembre de 2010, la historia de Visaje, quien también perteneció a las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá, fue aún más criminal, tras ser encargado por los comandantes de Los Urabeños de tomarse a sangre y fuego el Área Metropolitana de Cúcuta y municipios como Sardinata, Chinácota, El Zulia, entre otros, en una guerra sin control contra Los Rastrojos.