Los hermanos Vladimir y Fredermán Quintero bajaron de la finca familiar en la vereda Kilómetro 84 y llegaron al casco urbano de El Tarra el domingo, día de mercado, con la tranquilidad de haber terminado una semana dura de trabajo y la alegría de encontrar en el pueblo alguna diversión.

Ese momento de esparcimiento que buscaron se extendió hasta el lunes en el billar del barrio Villa Esperanza, donde fueron atacados a bala por encapuchados, que le quitaron la vida a Fredermán y a otras ocho personas, y dejaron gravemente heridos a Vladimir y Argelino Ortega Ruiz, quienes hoy se recuperan en un centro asistencial de Cúcuta.

Y este miércoles, en la tarde, Vladimir, quien sobrevivió a la brutal matanza, recordó desde una cama del Hospital Universitario Erasmo Meoz, donde se encuentra, esos minutos vividos bajo el fuego indiscriminado de sus verdugos.

Él asegura que haber fingido que estaba muerto lo salvó de un final fatal. En su cuerpo quedaron incrustados dos proyectiles, uno de ellos que recibió a quemarropa, por eso eleva plegarias a Dios como agradecimiento. 

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Los momentos previos

Recordó que después de hacer las compras y las diligencias que tenían pendientes, él y su hermano, quien era presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda Km 84, decidieron refrescarse un poco tomándose unas cervezas en ese establecimiento, además, jugaron un chico de billar, antes de emprender el camino de regreso a la finca.

Y en ese momento fueron sorprendidos por unos 10 hombres vestidos de civil, que llevaban la cara cubierta con pasamontañas y armas hasta los dientes, “que nos prendieron a plomo”, según el testimonio. 

“Cuando me sentí herido me tiré al piso y lo que sentía era el zumbido de las balas y ni tiempo tuve de ver a mi hermano. Todo duró como 10 minutos, tiempo en el que ninguno habló y solamente lo que hacían era disparar”, relató Vladimir Quintero. 

Agregó: “yo caí primero y mi hermano después. El cayó al ladito mío y sentí que él me tocó, pero yo no podía abrir los ojos porque esos manes le estaban echando plomo hasta las sombras. Yo creí que él también se estaba haciendo el muerto y fue cuando un encapuchado se me paró al lado con un fusil y me quemó un tiro en la pierna”.

El joven labriego perdió el conocimiento por la gran cantidad de sangre que derramó y cuando despertó estaba  en el hospital de El Tarra, donde poco a poco fue recordando el horror vivido y se enteró de la muerte de su hermano mayor.

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Quiere respuestas

“Quisiera saber quién cometió ese hecho, pero hasta ahora nadie me ha dicho nada. Saber por qué, que le expliquen al pueblo por qué hicieron eso, por qué mataron civiles inocentes de esa manera”, sostuvo el campesino sobreviviente de la masacre.

Vladimir Quintero, de  24 años,  pronuncia esas palabras con la mirada perdida en el vacío, como queriendo encontrar respuestas a tanto dolor, recordando que Fredermán, el mayor de ocho hermanos, a quien definió como “un hombre muy trabajador, quien siempre estaba dispuesto a ayudar a la gente desde su condición de líder comunal, ganándose el aprecio de cuantos lo conocían y sin tener problemas con nadie”.

El labriego dijo que cuando estaba tirado en el salón de billar, con la vida pendiendo de un hilo “me acordé de mi mamá y de mi hija, que en noviembre completa los cuatro añitos. Solamente le pedí mucho a mi Dios que me diera fortaleza para volver a verlas”.

Añadió: “le doy gracias a Dios que me dio la oportunidad de continuar, pero estoy con mucho dolor porque se fue mi hermano, que era muy querido para mí. No entiendo por qué hicieron eso con él y con todos los que estábamos ahí. Quisiera que dieran una explicación, que el grupo que cometió esa matanza explique el motivo que tuvo para  asesinar a tantos inocentes”.

A superar la impunidad

El delegado del Ministerio del Interior que lideró el consejo de paz con los líderes y autoridades de la región, Hernán Toro, dijo ayer que la masacre del pasado 30 de julio en El Tarra es un hecho que no puede volver a pasar.

Indicó que el Gobierno Nacional priorizó a El Tarra como uno de los municipios del país para implementar el Programa Integral de Seguridad y Protección para las Comunidades y Organizaciones en los Territorios y definir las medidas necesarias que protejan de manera integral a las comunidades. Esto incluye a los líderes, dirigentes, representantes, activistas, mujeres, indígenas, integrantes de la comunidad LGBTI y defensores de derechos humanos.

El funcionario reveló a La Opinión que ya la Unidad Nacional de Protección avanza en lo pertinente para garantizar la seguridad a aquellos líderes con amenazas, pero la filosofía del programa le apunta a brindar garantías a todo el territorio de El Tarra, a fin también de combatir la impunidad.

Dijo que tras el consejo de paz que se llevó a cabo el pasado lunes cuando ocurrió la masacre de 9 personas, con los líderes se definieron las acciones en las que también estarán involucradas las autoridades.

12 días incomunicado

Además de la inversión social que los líderes de El Tarra le exigen al Gobierno Nacional, al igual que la sustitución de cultivos ilícitos a cambio de erradicación forzada, un clamor que elevaron fue el mejoramiento de las comunicaciones  telefónicas, debido a que desde hace 12 días  se encuentran incomunicados con el resto del país.

En el pueblo solo hay presencia de dos empresas telefonía celular: Tigo y Claro, pero desde hace dos semanas la señal del segundo operador, que es el de mayor cobertura de usuarios en la región, se encuentra caída.

“Ha sido imposible comunicarnos con el resto del país, y tal parece que vamos a continuar así por mucho tiempo”, denunció Felipe Ramírez, comerciante del pueblo.

Empresarios de hoteles mencionaron que esta situación les está acarreando problemas con sus clientes, debido a que el servicio que manejan es de Claro.

El gobernador de Norte de Santander, William Villamizar, también elevó su queja por este problema que mantiene incomunicado a El Tarra.