Los familiares de los nueve muertos y dos heridos de la masacre del pasado lunes en El Tarra clamaron a las autoridades resultados contundentes para esclarecer los móviles y autores de este episodio de sangre, sin precedente en este municipio anclado en el corazón del Catatumbo.

El miércoles, se conocieron nuevas versiones sobre la forma como actuaron los pistoleros. Los testigos contaron que cuando los asesinos arribaron al billar del barrio Villa Esperanza, lo primero que hicieron fue ordenarles a las meseras del sitio que se salieran.

Luego, abrieron fuego indiscriminadamente contra el grupo de hombres, entre quienes estaban tres excombatientes de las Farc (reinsertados), un líder comunal y obreros del pueblo, dos de ellos, Asdrúbal Durán y Alexander Campo, quienes, ese día, caminaban cerca del billar.

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La sobrina del agricultor Carlos Alirio Torres Castilla indicó que su tío estaba en una finca en zona rural de El Tarra y se le extraviaron los documentos. Por ello, bajó al casco urbano para aprovechar el transporte de un cuñado.

“Iban juntos hacia la Alcaldía y en el camino Carlos vio a un amigo que estaba en el billar. Por eso, se regresó a saludarlo y cuando se sentó a tomarse una cerveza brindada, comenzó la balacera”, explicó.

El cuñado se salvó porque continuó la marcha hacia la Alcaldía y Carlos Alirio -cuenta- no alcanzó a tomarse en su totalidad la cerveza cuando se escucharon los disparos que cegaron su vida y la de los demás clientes del billar.

La mujer afirma que su tío era un humilde agricultor que llegó al lugar equivocado. “Él (Carlos Alirio) era muy tímido y escasamente visitaba el pueblo, ni siquiera se atrevía a enamorar a una mujer”.

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(Los familiares de las víctimas no cesan de exigir resultados a las autoridades para que este hecho de sangre no quede sin esclarecer.)

Serían menos

Testigos que hablaron con La Opinión afirmaron que eran solo seis los agresores, tres de ellos vestidos de camuflado, con pasamontañas y armados con fusiles. Los otros tres vestían de civil y también ocultaban sus rostros con pasamontañas, armados con pistolas. Llegaron a bordo de tres motocicletas.

Esto corrobora las prácticas de balística que adelantaron investigadores del Grupo Élite de la Fiscalía en el establecimiento, donde encontraron vainillas de munición calibre 9 milímetros y 5.56 para fusil.

Vecinos de la carretera que conduce a Manzanares fueron testigos de la huida de los seis hombres. 

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Los que vestían de camuflado iban de parrilleros. Los de civil manejaban las motos.

“Deja mucho que pensar quiénes pudieron ser los autores, sobre todo cuando los dos actores armados que hacen presencia en la zona, el Epl y el Eln, negaron ser los responsables de la masacre”, dijeron dolientes de los occisos.

Aunque las autoridades aún no entregan nombres de los responsables de la matanza, en el pueblo se escucha, en voz baja, que este sería el inicio de una guerra de la cual se viene hablando tiempo atrás, “todo por el control de la coca y del paso de contrabando procedente de Venezuela”, afirmaron líderes que pidieron mantener su identidad en el anonimato.

La llegada

También este miércoles, en el arribo a El Tarra de seis de los nueve cuerpos sin vida, que fueron llevados a Ocaña para practicarles las diligencias forenses, se vivieron escenas de llanto y dolor en las calles del pueblo, donde eran esperados con ansiedad por los familiares.

Nelson Arévalo, defensor del pueblo de Ocaña, quien acompañó la caravana que traía los cadáveres, confirmó que llegaron los cuerpos del líder comunal de la vereda el 84, Fredermán Martínez, los hermanos Wilmer y Ramón Emiro Ramírez, Alexander Campo, Asdrúbal Durán  y Jhon Sanabria. Los otros fueron dejados en sus regiones de origen en el sur del César, Ocaña y un caserío en la vía Ocaña-El Tarra de nombre San Pablo.

Los familiares de las víctimas no cesan de exigir resultados a las autoridades para que este hecho de sangre no quede sin esclarecer. “Esto no puede quedar impune”, dijo Hernando González, familiar de un muerto.

Arévalo criticó el hecho de que no hubiera fuerza pública acompañando el recibimiento de los cuerpos a su llegada al cementerio municipal, donde fueron llevados para su respectiva preparación en los ataúdes.

Los víctimas fueron veladas en casa de sus familiares y hoy serán sepultados en un funeral colectivo previsto en horas de la mañana, oficiado por el obispo católico de Tibú, Omar Alberto Sánchez.

Prosigue investigación

Investigadores del Grupo Élite de la Fiscalía que arribaron a El Tarra continúan las labores de investigación para determinar móviles y autores de la masacre.

La Opinión conoció que también se analiza si hubo omisión de la Policía en su reacción. A juicio de familiares de las víctimas fue tardía por cuanto la masacre se produjo a plena luz del día, a escasos dos kilómetros de distancia de los cuarteles de la Policía y del  Ejército.

Los pistoleros huyeron por una carretera que comunica el casco urbano de El Tarra con las veredas Manzanares, Santa Clara, Santa Catalina y Bracitos.