Un finquero colombiano, dueño de un trapiche, fue asesinado a balazos después de que fuera secuestrado en una aparente alcabala móvil por personas aún no identificadas, en el puente Uribante; luego, lo ultimaron en el sector Las Pipas, en San Joaquín de Navay, municipio Libertador.

La víctima fue identificada como Ciro Alfonso Ochoa Rivera, de 52 años, natural de Labateca, Norte de Santander, pero con nacionalidad venezolana.

Los primeros indicios del plagio del finquero, quien además era dueño de un  club recreativo en la zona sur del estado Táchira, los aportaron algunas personas que alertaron sobre la pérdida del rastro de la víctima, quien iba en una camioneta Ford Explorer, azul. El hombre fue visto por última vez en su automotor en la mañana del martes, luego de que saliera de su casa, en la vía a Las Pipas.

De acuerdo con las versiones recabadas a través de los testigos, el colombiano fue interceptado por un nutrido grupo de hombres, armados con fusiles y aparentemente uniformados, que lo intimidaron y se lo llevaron con rumbo hacia la zona sur del estado Táchira.

Hasta ese momento y a causa de las actividades comerciales a las que se dedicaba la víctima, la situación hizo presentir a sus allegados que se trataba de un secuestro.

No obstante, horas después, el hallazgo del cadáver de un hombre, de pelo canoso y con características muy similares al finquero, les permitió identificar a la víctima, quien fue encontrada con las manos atadas y con dos tiros de gracia en la cabeza.

Miembros de la Policía del estado Táchira localizaron el cadáver tirado en la vía, sin documentos de identidad; a pocos metros de él estaba la camioneta, la cual se hallaba completamente desvalijada.

Precisamente, por el robo de los documentos personales, el finquero no fue identificado plenamente, pero vecinos de la zona alertaron a las autoridades que se trataba de Ciro Alfonso Ochoa.

Detectives del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas fueron los encargados del trabajo de recolección de pruebas en el sitio del crimen. El cadáver fue trasladado a la morgue del Hospital Central.

El automotor fue llevado a la sede de la policía científica, donde expertos en criminalística intentarán reactivar huellas que conduzcan a identificar a los presuntos homicidas. Ciro Alfonso Ochoa era padre de cuatro hijos y ampliamente reconocido en la zona sur como una persona trabajadora y que le apostó a invertir en labores productivas asociadas al agro y el campo.

La Nación para La Opinión