Maritza Fernández, una mujer descendiente de la etnia Wayú, natural del estado Zulia (Venezuela), llegó hace 3 meses a la zona rural de Tibú con el propósito de llevarse para su tierra a sus dos hijos, de 25 y 16 años, que trabajaban allí raspando hoja de coca.

Sin embargo debido al confinamiento preventivo obligatorio por el coronavirus, debió quedarse a la espera de que reabrieran la frontera para regresar. Pero, la madrugada del sábado 13 de junio recibió la noticia de que a su hijo mayor, Graciano Antonio Pineda Fernández, lo asesinaron.

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En medio del dolor Maritza narró lo ocurrido en Nuevo Horizonte, un puerto sobre el río Catatumbo, en la vereda Caño Salado del corregimiento La Gabarra.

El viernes, los hermanos bajaron del lugar donde trabajaban hasta Nuevo Horizonte con la idea de comunicarse con su mujer y sus 3 hijos que están en el estado Trujillo, porque allí ofrecen el servicio de Wifi.

Sin embargo, los sorprendió la noche y prefirieron pedirle posada al dueño del pequeño local de internet, quien les dijo que podían pernoctar en un  kiosco alejado de la vivienda.

Cuando dormían en hamacas, Graciano fue atacado a puñaladas por desconocidos  que acabaron con su vida.

Maritza asegura que su hijo no estaba amenazado. El cadáver fue trasladado a Cúcuta.