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Domingo, 23 Agosto 2020 - 3:55am

¿Por qué no fue creíble la versión del expolicía condenado por llevar coca?

La Opinión le entrega detalles del juicio.

Archivo La Opinión
Este es el momento en que fue interceptada la camioneta en desarrollo de un plan candado, adelantado por los uniformados.
/ Foto: Archivo La Opinión
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Todo ocurrió tras el robo de la camioneta en el corregimiento de Campo Dos (Tibú), donde los ocupantes fueron interceptados por desconocidos siendo amarrados y tirados a un costado de la carretera.

La estrategia defensiva del expolicía Jeickson Fabián Martínez Velásquez no resultó creíble ante los estrados judiciales. Aunque el suboficial fue sorprendido llevando un cargamento de coca, en una camioneta robada, alegó su inocencia aduciendo que todo se trató de un favor que le hizo a un mecánico y él cayó ingenuamente.

La historia se remonta al 2 de diciembre de 2016, fecha en la que Martínez Velásquez fue detenido por sus compañeros de la Policía Metropolitana de Cúcuta, en medio de una persecución de película, que se extendió desde la ciudadela Juan Atalaya hasta el barrio Prados del Norte.

Todo ocurrió tras el robo de la camioneta en el corregimiento de Campo Dos (Tibú), hacia el mediodía, donde los ocupantes fueron interceptados por desconocidos siendo amarrados y tirados a un costado de la carretera. En la tarde, una  familiar de la víctima del robo del automotor observó la camioneta que transitaba por la ciudadela Juan Atalaya y alertó a la Policía, iniciándose la persecución.

A medida que el patrullero tomaba un rumbo diferente, los cuadrantes de los sectores por donde transitaba se unían a la persecución, apoyando el procedimiento y finalmente fue capturado. Al bajarse, dijo a los uniformados: “ya perdí”.

Al adelantar una inspección minuciosa a la camioneta, apoyados por un perro de antinarcóticos, hallaron en una caleta (adaptada en el platón del vehículo) 36 kilos y 805 gramos de cocaína. 

Por este motivo, el uniformado fue presentado, al siguiente día, ante el Juzgado Promiscuo Municipal, con funciones de garantías, de Sardinata, que legalizó su captura y le dictó medida de aseguramiento carcelaria. La Fiscalía le imputó los delitos de tráfico, fabricación o porte de estupefacientes agravado y receptación.

El 25 de abril de 2017, la Fiscalía le formuló la acusación y el 21 de febrero de 2018 inició el juicio oral y público ante un juzgado especializado de Cúcuta.

Los detalles

Según consta en las declaraciones entregadas por los testigos de la defensa y del mismo policía, quien fue destituido al siguiente día de ocurridos los hechos,  aquel día él se dispuso a arreglar su vehículo Chevrolet Spark con su mecánico de confianza, en un taller del barrio San Rafael.

Según expresó Martínez Velásquez, el mecánico estaba  muy ocupado porque tenía que ir a recoger una camioneta, para reparar, que un cliente le entregaría en un restaurante del sector de Cachamay, en la vía El Zulia, Sardinata. Por ello, -afirmó bajo juramento- que él se ofreció a traerla mientras el mecánico reparaba su vehículo, para así ambos ganar tiempo y hacer un “simple favor”.

Así fue que llegaron a dicho acuerdo y el patrullero se desplazó hacia El Zulia (no describió en qué medio de transporte) y al llegar a dicho restaurante,  hacia las 2:30 de la tarde, primero entró al baño y al salir ya estaba el dueño de la camioneta Toyota, blanca, de placa venezolana, lista para entregársela.

“Le pregunté al señor si él había pedido el servicio de mecánica y contestó que sí. Además, me dijo que los papeles estaban al interior de la camioneta y me entregó las llaves”, señaló ante el estrado.

El propietario (a quien dijo no conocer) además le pidió que al llegar a Cúcuta le averiguara en un Centro de Diagnóstico Automotor (CDA) qué costó tenía la revisión y los documentos que requería para hacerla. 

Así fue que inició el recorrido hacia Cúcuta, cuando fue interceptado por los policías en la redoma del barrio Claret.

Otra historia

Jeickson Fabián describió contrariamente que al llegar al CDA, en la vía al aeropuerto Camilo Daza, observó a un policía que le apuntaba con su arma y por tal motivo emprendió la huida  para “salvar su vida”. 

Su abogado insistió en que el expatrullero desconocía que llevaba la camioneta en su interior y puso en duda el procedimiento policial en medio del trayecto en que el automotor fue desplazado por los agentes de la Sijín para la inspección rigurosa, donde hallaron la droga. 

A su turno, la Fiscalía aportó las pruebas y testigos policiales que participaron del procedimiento, así como una prueba ‘reina’ que se trató de una interceptación al teléfono celular del procesado, cuyas coordenadas lo ubicaron, el mismo día, en Campo Dos.

Las preguntas

Ante las declaraciones entregadas por Martínez Velásquez, el juzgado dijo tener varias preguntas que desvirtuaban las afirmaciones hechas por la defensa y el mismo imputado. 

¿Cómo llegaría la camioneta a Cúcuta, si se supone que estaba dañada o presentaba fallas, será que el señor procesado no se planteó tal inquietud? ¿Si el carro se llegara a varar en el trayecto, qué haría Jeickson Fabián, pues en ningún momento refirió que tuviera conocimientos de mecánica? ¿Cómo se explica la llamada del implicado, ese día, desde Campos Dos, a las 12:20 del mediodía? ¿Por qué la defensa refiere que el procesado no recordaba su número de celular, cuando en la empresa Claro estaba registrado a nombre del policía?

Para el togado, otro aspecto  inquietante fue que el procesado dispusiera de su tiempo para hacer el favor al desconocido de averiguar en el CDA por la revisión tecnicomecánica, cuando en realidad su prioridad era acortar tiempo y no perderlo para que el mecánico le entregara su Chevrolet Spark.

“A lo anterior no puede perderse de vista que se establece una huida, una vez fue sorprendido por el agente captor en posesión del vehículo de origen ilícito en que se transportaba la coca. Según la Corte Suprema de Justicia (…) la huida puede calificarse de delictiva (…) es un hecho indicador del que razonablemente se puede derivar su responsabilidad penal, que es lo que sucede en muchos casos”, señala una aparte de la sentencia.

Respecto a los testimonios aportados por la defensa, el juzgado consideró que no aportaron mayores argumentos ni elementos probatorios que permitieran sustentar su versión de lo ocurrido.  

Para el delegado de la Procuraduría, en este juicio, el procesado conocía del alijo que se escondía dentro del vehículo, precisando que no era lógico que “un policial activo, para la fecha de los hechos, no acatara una orden de detención que le expidieron miembros de la misma Institución, desconociera las señales de audio de las sirenas de la Policía (cuando lo perseguían), evadiera una persecución, impactara a otro vehículo y no se detuviera”.

Condena

Culminada la etapa probatoria del juicio, Jeickson Fabián Martínez Velásquez fue condenado a 21 años de prisión y a pagar una multa de 2.675 salarios mínimos legales mensuales vigentes a favor del Estado.

Esta decisión, de primera instancia,  fue apelada por la defensa y corresponderá a la sala penal del Tribunal de Superior de Cúcuta adelantar una revisión y tomar una nueva decisión, mientras tanto el procesado seguirá gozando de la presunción de inocencia.

Otros detalles

El coronel Yecid Arango, comandante de la Mecuc en ese entonces, aseguró que Martínez debía asumir el procedimiento penal ordinario, sin ningún tipo de beneficios, en el marco del plan anticorrupción creado desde la Región 5 de Policía.

Asimismo, el oficial no descartó que el detenido hiciera parte de alguna banda delincuencial dedicada al tráfico de drogas.

“Probablemente tenía conexión con anterioridad, pero no se le había encontrado nada”, dijo el oficial en ese momento.

Martínez primero prestó sus servicios en la Policía Metropolitana de Cúcuta y posteriormente, el 2 de noviembre de 2016, fue trasladado a la Policía de Norte de Santander y debía ir a cumplir sus funciones en la estación del corregimiento Guamalito (El Carmen), pero para evitarlo pidió vacaciones y, además, solicitó el retiro de la Policía.

Cuando debía presentarse a laborar, se excusó por enfermedad. Por ello, se presume que ya tenía planeado con anticipación cometer el robo y transportar la droga.

La Opinión

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