Esta semana, la Defensoría del Pueblo alertó que el 42 por ciento de los agresores de mujeres en Colombia son “parejas, exparejas o personas conocidas por la víctima”, según datos recogidos por la entidad tras orientar y atender casos en diferentes partes del país.

Cifras de Medicina Legal revelan que en Norte de Santander, entre enero y octubre, se registraron 901 casos de violencia de pareja, entre estos 795 cometidos contra mujeres. En Cúcuta se contaron 587 casos, de estos 517 contra mujeres. 

A las cifras de Medicina Legal se suman la violencia interpersonal con 2.319 registros en el departamento, que corresponden a 815 mujeres; de delitos sexuales hubo 498 reportes. En 420 de estos, la mujer fue víctima.

La Defensoría publicó un informe de su oficina delegada para los Derechos de las Mujeres y Asuntos de Género, que entre el primero de enero y el 31 de octubre pasado atendió “1.963 mujeres y personas con orientación sexual e identidad de género diversa”.

La Defensoría señaló que en los primeros 10 meses del año la oficina acompañó a “47 víctimas de feminicidio y a 50 mujeres víctimas de tentativa de feminicidio”, en los que “la pareja fue reportada como agresor en 59 por ciento y 52 por ciento de los casos, respectivamente”.

Según cifras del Instituto de Medicina Legal, entre enero y octubre de este año hubo 103.481 casos de violencia contra la mujer en Colombia, mientras que en el mismo periodo de 2017 fueron 99.941. Asimismo, en los primeros diez meses de 2018 fueron asesinadas 796 mujeres, 38 más que en el mismo lapso del año anterior.

Entre tanto, la Defensoría aseguró que de la tipología de los casos atendidos entre enero y octubre, 1.099 corresponden a violencia sicológica, 824 a violencia física, 501 a violencia económica, 449 a violencia sexual y 332 a violencia patrimonial.

“La violencia sicológica se ha ubicado en la primera escala frente a todas las modalidades de violencia. En 2017 se registró con 54,83 por ciento y en lo que va corrido de 2018 se registra en 62,37 %”, agregó la información.

Por otra parte,  el 26 % de los casos que ha atendido es de mujeres víctimas del conflicto armado interno, el 17,7% de afrocolombianas y el 2,44% de indígenas, todas víctimas de violencia de género.

Asimismo, señaló que en lo que va del año 51 defensoras de derechos humanos “han reportado alguna vulneración en razón del ejercicio de su liderazgo”, de las cuales el 74 % dijo ser además víctima del conflicto armado.

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Revictimización

“Se encontró que en la mayoría de las atenciones realizadas, las mujeres manifiestan sentirse revictimizadas por parte de los funcionarios que las han atendido, especialmente en las Comisarías de familia”, añadió el informe de la Defensoría.

Ante esta situación, la entidad se sumó a la campaña de la ONU para hacer activismo contra la violencia de género.

“La Defensoría del Pueblo rechaza todo acto de violencia basada en género y continuará su labor de acompañamiento a todas las mujeres víctimas de diferentes tipos de violencia”, concluyó.

En Cúcuta

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Cabe recordar que a comienzos de octubre del presente año Katty Mayorly Jácome Hernández fue asesinada por su compañero Aníbal José Álvarez Santana, quien posteriormente fue detenido.

Inicialmente Álvarez manifestó que su pareja llegó ebria a la casa y se acostó a dormir, y que en la madrugada se despertó quejándose de un fuerte dolor  en el pecho, por lo que decidió llevarla al hospital Erasmo Meoz. 

Cuando las autoridades conocieron que Jácome Hernández, mamá de tres hijos, murió por causa de los múltiples golpes que recibió en su cuerpo, de inmediato las hipótesis apuntaron con mayor certeza a su pareja.

“Ella tenía todos los dientes y la quijada partida, como si le hubieran pegado con un palo. Además, golpes en todo el cuerpo. Al llegar al hospital, llevaba 7 horas muerta”, explicó una fuente judicial.

Esta circunstancia no era ajena para Jácome, pues Álvarez ya la había atacado a golpes en varias oportunidades, como lo denunciaron sus allegados.

“En una oportunidad, ella  quedó con su pierna derecha morada cuando él le lanzó un ladrillo. En otra ocasión, le partió un diente y hace dos meses la atacó a botellazos en la cabeza”, señaló un allegado.

Dentro del inmueble donde ocurrieron los hechos, ubicado en el barrio Chapinero, ni siquiera había camas; las autoridades hallaron sangre en un colchón improvisado, una sábana ensangrentada, el brasier de la víctima en el patio (cortado con un cuchillo) y rastros de sangre en las paredes.

Asimismo, en la vivienda había un trapero con residuos de agua y sangre, que presuntamente fue utilizado para limpiar el piso.

Los investigadores presumen que el homicida bañó el cadáver de la mujer, para minimizar el impacto al llevarla al hospital Erasmo Meoz.