La mirada del venezolano Diego Antonio Piñango Martínez, de 26 años, refleja temor, demencia y crimen. Y no es para menos, el extranjero fue capturado señalado de participar en la masacre ocurrida en La Parada, el pasado 19 de enero, donde murieron cuatro hombres.

Piñango es delgado, de apariencia débil, pero a la vez transmite miedo cuando concentra intimidante su atención en alguien. Sus cejas pobladas, el bigote y la incipiente barba, complementan un rostro de aparente amargura.

Sin embargo, ya no anda suelto y este lunes fue presentado ante los medios de comunicación esposado y bajo custodia de dos policías de la Seccional de Investigación Criminal (Sijín) de la Policía Metropolitana. 

Extorsión y muerte

Investigadores de la Sijín que le siguieron el rastro a Piñango Martínez, El Flaco, aseguraron que era el encargado de cobrar extorsiones para la banda delincuencial La Frontera (la mayoría de sus miembros capturados en diciembre) y también de torturar y asesinar a las personas que no accedían a sus pretensiones económicas.

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La Policía obtuvo algunos videos y señalamientos de varias personas contra El Flaco, lo que permitió que un juez expidiera la orden de captura en su contra.

De acuerdo a las indagaciones policiales, Piñango, junto a otras personas, llevaron a las víctimas a la chatarrería La Parada, ubicada a un costado de la autopista internacional, donde en la madrugada de ese 19 de enero, fueron encontrados degollados los cuatro extranjeros. 

“Cuando estas personas llegaron a la chatarrería, fueron torturadas y posteriormente asesinadas”, señaló uno de los investigadores.

Como Adlanyer Reinaldo Pinto Hidalgo, Gustavo Enrique Cayama Hidalgo, ambos de 23 años y Paul Alfredo Blanco Salas, de 34, fueron identificados tres de los cuatro extranjeros muertos. 

Según se conoció, las víctimas trabajaban como carretilleros (cargan mercancía en carretas) en el puente internacional Simón Bolívar y les cobraban $20.000 semanales.