En la casa de Florinda Llánes, de 76 años, quien murió la mañana del jueves, en medio de un ataque a balazos que no tenía nada que ver con ella, hay tristeza y resignación. Familiares, vecinos y amigos de la anciana la recuerdan como una mujer ejemplar, que estaba dispuesta siempre a ayudar.

“Era como una mamá para mí. Todos los días me daba una tasa de tinto. Lo que hizo esa gente (pistoleros) no tiene perdón”, aseguró uno de los vecinos que, en la mañana de ayer, acompañaba los momentos de dolor de la familia de la víctima.

Doña Florinda era muy conocida en el barrio Cundinamarca, donde vivió durante toda su vida y creó al menos tres generaciones.

Dejó tres hijos que ahora tienen que lamentar su muerte, sin encontrar una explicación a la oleada de inseguridad que aqueja a Cúcuta y el área metropolitana.

Uno de sus hijos recordó que Llánes salió el jueves como acostumbraba a hacerlo, a un supermercado cercano, ubicado en el barrio San Miguel que colinda con su vivienda, para mercar lo necesario y así preparar el almuerzo. Sin embargo, en el retorno a su casa se encontró con la muerte.

La anciana quedó en medio de un indiscriminado ataque a disparos contra Luis Alberto Castillo Guillén, de 28 años, quien se movilizaba en un taxi con Efrany Roa, su pareja y su hija de 3 años.

Justo cuando Llánes caminaba entre las avenidas 19 y 20 con calle 9, donde se registró el hecho, fue impactada con un disparo en la cabeza que le quitó la vida.

Anciana, víctima inocente de ataque a bala en San Miguel

Otros detalles del hecho

La hermana de Castillo aseguró que su ser querido junto a su pareja y su hija llegaron a Cúcuta con la intención de cambiar 1.000 dólares y comprar dos celulares, para Roa y la mamá de la víctima.

Inicialmente arribaron a un reconocido centro comercial, ubicado en la calle 9 con avenida 4, del centro de Cúcuta, donde al parecer, dejaron arreglando unos celulares.

Sin embargo, Castillo se contactó con una persona a la que anteriormente le había comprado un celular, con la intención de negociar los dos equipos móviles.

En ese momento, le pidieron que se encontraran en el parque Los Aburridos, del barrio Cundinamarca, pero después la cita fue reprogramada para el barrio San Miguel.

Al llegar al lugar indicado, tres hombres llegaron y dispararon contra Castillo, quien recibió los impactos en la cara y murió.

Entre tanto, Roa, quien tiene siete meses de embarazo, recibió un disparo en el glúteo, pero que no le causó gravedad, debido a la que la bala salió del cuerpo. La menor de 3 años resultó ilesa del ataque. El taxista que los transportaba también resultó baleado.

Una versión de los hechos indica que, cuando uno de los pistoleros se acercó al taxi en el que se movilizaban las víctimas, Castillo alcanzó a manotear y provocó que se le cayera el arma al pistolero, pero que no dudó en recogerla y seguir disparando.

Cuando el taxista reaccionó y aceleró el vehículo para tratar de escapar al ataque, fue impactado en el abdomen y en un brazo.