“Era espantoso ver partes humanas volando. Y luego de la explosión tener que ver los restos pegados a los carros y esparcidos por diferentes partes de la calle”, con estas escalofriantes palabras, los testigos del hecho -quienes pidieron reservar su identidad- narraron los aterradores momentos de pánico que vivieron tras la explosión en la mañana del martes en la calle 74 de Bogotá.

Blanca Stella Ramírez, una humilde vendedora de flores del parque el Virrey y habitante de La Calera, es la madre del conductor de la camioneta del exministro Fernando Londoño, a quien iba dirigido el atentado.

Confundida y angustiada llegó hacia el mediodía hasta la Clínica El Country para saber sobre el estado de su hijo José Ricardo Rodríguez, pero a los pocos minutos se enteró de la trágica noticia: su hijo falleció en el atentado.

UN VERDADERO MILAGRO

Uno de los casos que más llama la atención es el de los jóvenes Lilián Johana Arévalo, de 25 años, y su novio Luis Ortega. Mientras él manejaba su vehículo con destino hacia Unilago, donde tienen un negocio de computadores, la explosión los sorprendió.

“Ellos iban pasando exactamente por la 74, iban a coger la 15 para ir al trabajo, pero en ese justo momento explotó la bomba y el carro quedó vuelto nada, gracias a Dios ellos solamente sufrieron heridas leves.

¡Están vivos de milagro!”, manifestó doña Elena Gómez, la abuela de Johana.

También aseguró que desde Unilago, lugar donde trabaja, escuchó un fuerte ruido y que de pronto todo fue confusión, “fue allí donde nos llamaron y nos informaron que ellos estaban en la Clínica Country, este ha sido el peor susto de nuestras vidas… Le pedimos al Presidente que nos cumpla lo que prometió porque este país otra vez está muy inseguro”, apuntó la señora Gómez.

Por su parte, Luis Ortega afirmó que mientras conducía vio que un joven salió corriendo. “Yo creí que se iba a robar algo pero no sabía qué pasaba, luego fue cuando sentimos el golpe”.

Finalmente, 51 personas resultaron afectadas y dos muertas. La otra víctima fatal fue el intendente de la Policía Rosemberg Burbano Ramos. Gladys, hermana de José Novoa, otro de los escoltas heridos, agradeció que su hermano fuera en otra camioneta y que solo sufriera heridas leves.