Conmovedoras escenas de dolor se vivieron ayer en la morgue del Instituto de Medicina Legal en Ocaña, durante la entrega de los de los seis adultos y el menor de edad que murieron el domingo al caer a un abismo la buseta en que viajaban, procedentes de Cúcuta hacia Ocaña.

Familiares de los fallecidos dialogaron con La Opinión.

Allegados a Mauricio Castro Conde, de 43 años, chofer del automotor, indicaron que cursó hasta  cuarto semestre de ingeniería civil y laboró en una entidad bancaria.

Luego su suegro Hugo Herrera, residente en Río de Oro, le ofreció que manejara la buseta.

Castro Conde, oriundo de Bogotá, estaba casado con Tatiana Herrera, fonoaudióloga del  Gimnasio Campestre Villa Margarita, con quien dejó una hija, de 10 años.

“Era muy talentoso, decente, no ofendía a nadie, muy prudente para manejar. Infortunadamente perdió el control del automotor”, aseguró el suegro.

“Mujer admirable”

Los parientes de Miriam Esther García Manzano, de 50 años, quien hace 15 años perdió a su esposo electrocutado cuando adelantaba trabajos en Centrales Eléctricas de Norte de Santander, la recordaron como una  mujer “admirable que se preocupó mucho por sacar adelante a su familia”, expresó su hijo Marlon Manzano.

Dijo que su madre viajó a Cúcuta para llevar a su hermana enferma de cáncer a unas radioterapias.

El menor de edad

El niño David Francisco Ríos Ibáñez, de 7 años, quien soñaba con ser futbolista, se ilusionó al compartir con su madre un viaje hacia la capital del departamento, pero nunca regresó.

Mientras la mamá adelantaba diligencias, el niño disfrutaba del paseo fuera de su natal Convención.

Su madre, quien sufrió trauma craneoencefálico y cerrado de tórax, sobrevivió.

Un contador

Carlos Andrés Sánchez Pérez, 24 años, contador de la Universidad Francisco de Paula Santander, seccional Ocaña, participaba en Cúcuta en un seminario de capacitación y regresaba a su tierra natal con la ilusión de organizar una oficina de asesorías.

Su padre, quien trabaja en el sector de la construcción en Cúcuta, indicó que el domingo se levantaron temprano, hicieron el desayuno y recordaron viejos tiempos, cuando Carlos Andrés era un niño.

“Yo le dije que por qué no se venía para Cúcuta y organizaba la oficina de contador. Él no quiso, amaba mucho a Ocaña y se vino a encontrar la muerte en el camino”, agregó su padre José Sánchez.

Estudiante

Deiner Alberto Ardila Díaz, de 20 años, pasaba vacaciones donde su hermana en Caracas (Venezuela).

Según los parientes, debía regresar para continuar sus estudios de ciencias agropecuarias en la Universidad del Sur del Cesar.

“Cuando llegó a Cúcuta, me llamó contento que ya iba a tomar la buseta para llegar a la casa. Traía muchas ganas de seguir estudiando y convertirse en un profesional. No sé por qué el destino le tenía preparada esa mala jugada”, exclamó su padre Alberto Ardila.           

Ingeniera

La ingeniera de sistemas de la Universidad Francisco de Paula Santander, Jésica Gineth Casadiego Muñoz, de 31 años, estaba casada y residía en Cartagena. Era madre de una niña, de 4 años, y un adolescente, de 14.

“Para estar cerca de Ocaña, aceptó un trabajo en Computadores para Educar y asistía a una capacitación en Cúcuta”, indicó su compañera de trabajo Laura Pita Rozo, quien una semana antes había asistido a la capacitación.

Contó que otro compañero de trabajo identificado como Álvaro Suárez demoró en adquirir el tiquete y se vino más tarde, encontrándose con la noticia en la mitad de la carretera.

Sobre otra de las víctimas, identificada como Marlene Pabón, solo se conoció que era profesora de la Universidad de Pamplona, oriunda de Cúcuta, y lideraba un programa de Computadores para Educar.

Los heridos

En la sección de urgencias del hospital regional Emiro Quintero Cañizares de Ocaña son atendidos  el teniente José Dueñas, comandante de la estación de Policía de Teorama;  Emiliano Rodríguez Pérez, de 44 años, y Nohemí Ibáñez, madre del menor,  quienes se encuentran fuera de peligro.