“Nos evadieron el tema. Fueron groseros. Las preguntas eran contestadas con evasivas", expresó la hermana mayor de la víctima.
Drama familiar de un soldado cartagenero enterrado en Cúcuta
Al soldado regular José Guillermo Blanco Tapias lo encontraron muerto a las 9:00 de la mañana del domingo 9 de agosto, debajo del puente Jorge Gaitán Durán y su cuerpo fue levantado por la Secretaría de Salud Municipal, como muerte a causa de la COVID-19.
Al parecer, el cartagenero fue enterrado de manera apresurada y sin que antes se verificara su plena identidad.
Lo dieron por habitante de calle, tras aparecer desnudo y sin ningún signo de muerte violenta por objeto contundente o arma de fuego. Quienes participaron del levantamiento, en cabeza de las secretarías de Salud, Bienestar Social y de Gobierno, además de la unidad de levantamientos de la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho), omitieron la llevada del cuerpo al Instituto de Medicina Legal. Tampoco cotejaron la cédula.
Hacia las 5 de la tarde de ese domingo, cuando el cadáver ya estaba bajo tierra, se dieron cuenta de que era un soldado regular, desaparecido el martes 28 de julio, cuando no lo volvieron a ver sus altos mandos.
Según la familia, José Guillermo ya les había dicho que en un batallón del Comando Operativo Energético y Vial N°1, de la Segunda División del Ejército, en El Tarra, donde estaba asignado, no la pasaba nada bien. Precisamente, tuvo una crisis nerviosa en junio, mientras estuvo de permiso en Cartagena, luego de jurar bandera.
Por el estado de salud, el joven debía cumplir 30 días de incapacidad y no podía hacer uso de armas de fuego ni mucho menos prestar su servicio en terreno. A pesar de eso, Blanco Tapias tuvo que regresar a la unidad militar.
A la familia, el Ejército le aseguró que su ser querido evadió el servicio cuando esperaba a las afueras de la Clínica Medical Duarte, tras aprovechar la ausencia de su superior.
Doce días después, la Policía les informó que lo hallaron sin vida a 300 metros de la clínica de dónde fue visto por última vez.
La noticia de la muerte se difundió rápidamente en el barrio 7 de Agosto de Cartagena y desde entonces para la familia todo es luto, frustración y sin pistas claras sobre los hechos.
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José Guillermo Blanco, padre del soldado; José de los Santos, tío, y Liss, hermana mayor del joven, se propusieron la tarea de encontrar respuestas y viajaron a Cúcuta. El Ejército les ayudó con su propósito, pero al llegar a la capital nortesantandereana la familia chocó con el silencio.
Evasivas
Los primeros esfuerzos de los familiares por la verdad, se centraron en la Secretaría de Salud de Cúcuta. A esa entidad llegaron acompañados de dos militares, donde no obtuvieron respuesta.
“Nos evadieron el tema. Fueron groseros. Las preguntas eran contestadas con evasivas y argumentando no tener mayor información. Además, fueron claros que, ante lo requerido, debíamos solicitarlo por una tutela”, contó Liss, sobre el encuentro con los funcionarios.
La familiar aseguró que en esa Secretaría ni siquiera le firmaron el acta de la visita que tenían por escrito los militares.
“Nos partieron el alma y agrandaron el dolor al decirnos que la exhumación era competencia de las autoridades judiciales y que dicho procedimiento podría tardar hasta cuatro años”, añadió Liss.
Debajo del puente
La mañana del domingo 9 de agosto, debajo del puente Jorge Gaitán Durán, Blanco Tapias apareció muerto y desnudo. Diferentes autoridades participaron del levantamiento.José Guillermo Blanco era el cuarto de seis hijos, tenía 21 años.
Cuando la familia visitó la parte de abajo del puente Jorge Gaitán Durán del barrio San Luis, se encontraron con una pareja de habitantes de calle que le contaron algunos detalles que incrementaron las dudas.
Según el relato, los moradores de ese lugar le ofrecían la comida que conseguían al soldado José Guillermo, pero él se rehusaba a recibirla.
Sin embargo, contaron que en dos oportunidades, una patrulla de la Policía Metropolitana de Cúcuta que llegó al sitio, conoció sobre la presencia del joven en el puente.
“El señor contó que le dijo a la Policía que mi hermano no era ni consumidor ni indigente, que lo ayudaran porque ahí tenía la cédula y que estaba como ido. Pero, hicieron caso omiso. Es increíble que si el Ejercito nos aseguró que lo estaba buscando por haber evadido el servicio militar, la Policía no se enteró para contribuir en la búsqueda”, dijo Liss.
Debajo del puente, el papá del militar encontró una pantaloneta gris y un interior azul con rayas negras que le pertenecía a su hijo.
“A mí ‘pelao’ le hicieron algo. La foto que tenemos se le ven moretones en la muñeca, una pierna y el pecho. Lo que sentimos es que alguien quiere esconder algo. Mi hijo se quejó por el mal trato del Ejército. No le dieron los medicamentos que le formuló el doctor y estando tan cerca de donde lo vieron por última vez, es extraño que ni lo buscaron ni lo reportaron a la Policía. Este viaje nos ha dejado más preguntas que respuestas”, dijo el padre.
La cruz blanca
Una cruz blanca clavada en un tumulto de tierra, silenció a los familiares del soldado. Los nombres y apellidos, más la fecha de la muerte fueron escritas en tinta negra.
En la tumba, ubicada en la aislada 26, estructura 27 del Cementerio Central de Cúcuta, estaban algunos sepultureros que esperaban un nuevo cadáver y sacaban paladas de tierra del sepulcro vecino.
Eran las 10:30 de la mañana del 21 de agosto, los tres familiares se hincaron sobre la tumba, las lágrimas brotaron, el viaje estaba a punto de llegar a su final, Después de mediodía partirían con rumbo a su tierra con interrogantes que les carcomían el pensamiento.
“Saber que está enterrado en ese cementerio tan feo y lejos de su familia, nos duele tanto. Cuando estábamos en su tumba era triste asimilar que nos iríamos sin tan siquiera tener certeza de que lo volveríamos a visitar. Fue desgarrador”, dijo Liss, la hermana.
José Guillermo Blanco era el cuarto de seis hijos. Decidió irse a prestar servicio militar porque soñaba con llegar a ser profesional y darle una casa a sus padres.
Al inocente, alegre y colaborador muchacho, lo esperan en su tierra; allá confían en que el Ejército Nacional se lo devuelva, para enterrarlo como debió ser: en compañía de su familia.
¿Qué dice la Secretaría de Salud?
Tras ser consultada sobre por qué no se procedió primero a la verificación de la identidad del cuerpo, antes de proceder a enterrarlo, este despacho argumentó que “la identificación del cadáver estuvo a cargo de miembros de la Policía” y la función de la que se responsabilizan es “la realización del acta de defunción, teniendo en cuenta la identificación efectuada”.
Aquí:
“Esta acta se hizo a través de un médico de la IPS CIADE, la cual está contratada por la Secretaría de Salud para cumplir estas actividades”, se lee en la respuesta escrita.
Sobre el porqué el cuerpo del soldado Blanco Tapias no entró primero a Medicina Legal, la entidad se basó únicamente en una hipótesis.
“Según la policía judicial, el cadáver no presentaba signos de violencia. La decisión se tomó en consenso con la Policía Metropolitana, Fiscalía General y el Instituto Nacional de Medicina Legal”, escribieron en su respuesta.
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