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Martes, 26 Noviembre 2019 - 5:45am

Así sacaban la cocaína para el cartel de Sinaloa

Los narcos se encargaban del movimiento de avionetas desde Venezuela hacia Centroamérica.

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Esta es una de las avionetas que les fue incautada a la organización narcotraficante en Guatemala. A los pilotos, los narcos les pagaban hasta 300 millones de pesos por cada viaje de droga que realizaban hacia Centroamérica.
/ Foto: Cortesía
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El pasado 28 de octubre en Cúcuta, Villavicencio y Bogotá, la Policía Antinarcóticos, en asocio con la DEA, ejecutó una operación contra una presunta estructura narcotraficante que desde el Catatumbo estaba al servicio del cartel mexicano de Sinaloa. 

La acción, que para muy pocos llamó la atención, dejó como resultado diez personas capturadas, entre ellas una mujer; de estas, cuatro fueron enviadas a prisión, mientras que cinco recibieron detención domiciliaria y una sola quedó libre, pero con presentaciones ante la autoridad competente.

Esta banda, que supuestamente procesó y transportó cocaína durante varios años, según se pudo escuchar en las audiencias concentradas donde un juez les definió la situación jurídica a cada uno de sus integrantes, le movilizó al cartel mexicano varias toneladas de cocaína desde el Catatumbo hasta Venezuela y de allí hacia Honduras, Guatemala y México. 

La red también se habría encargado del movimiento de dinero producto de la venta de la droga. Esto confirma lo que La Opinión dio a conocer el 18 de noviembre en un informe en el que contó cómo los mexicanos manejan el 80% de los cultivos y la producción de droga en el Catatumbo.

Las autoridades antinarcóticos conocieron en detalle los movimientos que hizo la estructura, después de dos años de seguimientos, interceptaciones telefónicas y decomiso de cargamentos de cocaína y dinero, no solo en esta región, sino en otros países de Centroamérica, logrando levantar un imperio que era dirigido por Miguel Ángel Flórez Pineda, alias Roca, quien hace un año habría fingido su muerte y hoy es buscado, pues “hay fuentes que indican que está escondido en el Cesar”.

Y fue precisamente en su afán de aumentar su poder económico, que la banda cometió algunos errores tácticos que fueron pillados por las autoridades británicas que hacen presencia en esta zona, y quienes de inmediato reportaron a la Policía Antinarcóticos y a la Fiscalía de Colombia; estos, a su vez, pidieron apoyo a las autoridades estadounidenses. Así, nació esta importante investigación.

 Varios miembros de la banda fueron grabados durante una reunión en Villavicencio, en la que coordinaban acciones para el envío de la coca a través de Venezuela.

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Pero, ¿cómo lo hacían?

Las autoridades de antinarcóticos pudieron establecer que desde hacía varios años esta organización se dedicaba al tráfico de estupefacientes, pero después de 2016, cuando ya eran vigilados por la Policía y la DEA, se aliaron al cartel de Sinaloa, aumentando su poder económico, instalando en Tibú varios laboratorios sofisticados para procesar cocaína.

Y como el negocio no estaba solo en los cristalizaderos, la red le apostó al transporte de droga hacia el exterior. Roca se conectó con algunos altos mandos de las fuerzas armadas de Venezuela, accediendo a pistas clandestinas para aterrizar y despegar avionetas.

“Pero de nada le servía tener las pistas, si no contaba con los códigos especiales para el tránsito aéreo en Venezuela, por eso buscaron quién se los vendiera, teniendo que pagar hasta 500 mil dólares por cada uno”, aseguró una fuente judicial que le siguió de cerca los pasos a esta banda.

“Son códigos de cuatro dígitos que aparecen en los radares y cuando se reflejan, indican que no tienen ningún problema y que pueden moverse tranquilamente. Los ‘narcos’ también tuvieron que pagarle 200 mil dólares a la fuerza aérea, cada vez que se movían, para que sus aviones no salieran a ver qué estaba pasando”, asegura la fuente. 

Según los cálculos del experto de la Policía, mover una avioneta cargada con cocaína o dólares por el espacio aéreo venezolano tiene un costo de 700 mil dólares (unos 2.200 millones de pesos), “dinero que va a parar al Cartel de los Soles. A ellos también les dan un porcentaje del cargamento que llevan”.

Uno de los contactos que consiguió la estructura fue el capitán Gino Alfonso Garcés Vergara, a quien le decían Coro y trabajaba en el Comando de Defensa Aeroespacial Integral de Venezuela (Codai). Garcés Vergara  resultó ser la mano derecha del comandante de la Fuerza Aérea venezolana, afirmó la fuente. “Con él tenían acceso a los códigos de ingreso y salida de ese país; las avionetas que iban y venían de Centroamérica se desplazaban tranquilamente por el espacio aéreo venezolano”.

Añadió: “A Gino, por su cercanía con el general de la Fuerza Aérea de Venezuela, le era muy fácil conseguir esos códigos. Él venía hasta Cúcuta a entregarlos y recibía el dinero. Nosotros tuvimos todas las pruebas y se las mandamos a las autoridades venezolanas, que supuestamente lo capturaron. Gracias a él movieron más de 16 toneladas de cocaína hacia Centroamérica”.

Las autoridades antinarcóticos establecieron que la banda dominó 24 pistas en Venezuela, ubicadas en los estados Zulia, Guárico y Falcón. “En 18 de ellas las avionetas cargan y descargan y no se demoran, mientras que las otras seis son como garajes, donde las aeronaves se quedan uno o dos días esperando hasta que lleguen los cargamentos”, explicó el investigador.

Para sustentar esto, la Fiscalía hoy cuenta con las coordenadas GPS de cada una de esas pistas. A pesar de que desarticularon la organización, estas siguen funcionando porque un hombre que conocen con el alias de Negro se las compró a Roca. “Por ahí siguen sacando droga, pero ya estamos tras el rastro de este sujeto”. (Ver El nuevo ‘duro’ de las pistas).

La Policía también tiene información sobre otro militar venezolano que está implicado en el mismo negocio, a quien identifican como Armando de Jesús Polanco, quien ‘trabajó’ con esta banda y en varias interceptaciones telefónicas se escucha hablando sobre este negocio ilícito.

Lo sorprendente para las autoridades es que las coordenadas que les entregaban a los pilotos que contrataban, pagándoles hasta 300 millones de pesos por vuelo, venían en hojas de papel de un cuaderno. 

“También cargaban avionetas con 400, 500 o hasta 4.000 kilos de cocaína, y para que aguantaran el viaje hasta Honduras, Guatemala o México, metían el combustible en canecas, y el copiloto tenía que comenzar a llenar los tanques manualmente, arriesgando su vida”, indicó el investigador.

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¿Quiénes son los de la banda?

Miguel Ángel Flórez Pineda no trabajaba solo. Él se unió a otras personas que se encargaban de la producción, transporte y ganancias de la droga, y que fueron capturadas durante la ejecución de esta operación. Ellos son: Fabián Mauricio Ortiz Cañizares, alias Rolex o Totoy; Ariel Augusto Irreño Gómez, alias Hamilton; José de San Martín Gil, alias JK o Juanca; Juan Carlos Vergara Montes, conocido también como Gabriel, Rolo o Nariz; Luz Dary Bautista Lázaro, Pocahontas; Eustaquio Rodríguez Rincón, Tacho; Luis Alfredo Náñez Duarte, Camilo; Jorge Antonio Moreno Lizarazo; Miguel Ángel Díaz Córdoba, Miguelón, y Camilo Andrés Rodríguez Angarita, quien fue dejado en libertad, pero continúa vinculado a la investigación.

El fiscal de la Dirección Especializada contra el Narcotráfico que se encargó de coordinar la investigación, aseguró durante las audiencias concentradas que cada una de estas personas tenía un papel específico dentro de la organización y que todo quedó revelado en las interceptaciones telefónicas que les hicieron entre 2016 y 2018.

Para las autoridades, Hamilton y Roca fueron los más importantes dentro de la banda. “Ellos pactaban los negocios con los narcos mexicanos y hondureños”. Luego estaban quienes supervisaban la producción y transporte de la droga, ellos son: alias JK, Gabriel, Tacho, Camilo, Jorge Moreno, Miguelón y Camilo Rodríguez, mientras que alias Rolex y Pocahontas se encargaban del movimiento de dinero, tanto de las ventas de cocaína, como del pago a los obreros que estaban en los laboratorios y de la compra de la base de coca. 

Al indagar sobre cada una de estas personas, los investigadores encontraron que Juan Carlos Vergara Montes, alias Gabriel, ya había sido extraditado en 2009 a Estados Unidos por tráfico de heroína, según el pedido que hizo la Corte del Distrito Sur de Florida.

Los movimientos millonarios de los mexicanos

“Fabián Mauricio Ortiz Cañizares, Rolex, era el encargado de mover grandes cantidades de dinero por intermedio de la casa de cambios Intercambios, con sede en Cúcuta y Bogotá. Sabemos que por ahí bajaron hasta cinco millones de dólares de los carteles mexicanos. Toda la plata era traída a Cúcuta, donde la distribuían entre ellos y pagaban los gastos de las producciones y viajes. Hay audios donde Roca y Hamilton dicen que Rolex tenía el dinero en la oficina y que se lo pidieran para hacer todos los pagos”, se pudo escuchar en el relato que hizo la Fiscalía en las audiencias concentradas.

Ortiz Cañizares, según la fuente de antinarcóticos, es sobrino de Wilfredo Cañizares, director de la fundación Progresar. “Lo supimos cuando lo capturamos, pues ese día el señor de la Ong pidió permiso para hablar con Rolex”.

Luz Dary Bautista Lázaro, Pocahontas, se encargaba de llevar el dinero hasta los laboratorios en Tibú. De hecho, la Policía Antinarcóticos la capturó junto con un hermano, cuando transportaban en una camioneta 540 millones de pesos. La operación se dio en diciembre de 2017, metros más adelante del puente Mariano Ospina Pérez, de El Zulia. Pocahontas consiguió que le dieran detención domiciliaria y siguió delinquiendo, según las autoridades.

 La organización sufrió varios golpes por parte de las autoridades, especialmente en Guatemala, donde les decomisaron cientos de kilos de cocaína, salida de Venezuela, con destino a los Estados Unidos. 

Los nexos locales e internacionales

La Fiscalía también contó en las audiencias que la banda estaba asociada con el Eln y los Pelusos, que les prestaban seguridad y les vendían droga. Los cabecillas con quienes hacían transacciones eran Wilder, Diego, JJ, Cóndor y Resorte.

Uno de sus enlaces en México era Manuel Agustín Rodríguez Serna, alias Manny, y en Honduras, Byron Ricardo Ruiz Ruiz, conocido como Black. Estos dos hombres hoy están en prisión en Estados Unidos.

“Black es un narco importante en Honduras, él fue capturado, pero unas semanas después se escapó de la cárcel, dejando nueve personas muertas. A los días volvió a caer en Guatemala, gracias a información que nosotros entregamos y de ahí lo extraditaron a Estados Unidos. Esta banda se conectó con Black porque un familiar de JK (José Gil) era muy allegado a él”, señaló un policía de antinarcóticos.

La Fiscalía también tiene que Hamilton, Roca y JK organizaban reuniones con estos narcos en Bogotá, Villavicencio o Pereira, hasta donde miembros de las autoridades colombianas y estadounidenses los siguieron y les tomaron fotos y videos.

“En una oportunidad logramos detener a cuatro mexicanos que venían a Cúcuta a negociar un cargamento de droga. Los identificamos plenamente, luego comenzamos a seguirlos y vimos que se encontraron con Miguelón, ahí establecimos los vínculos, pero lastimosamente no pudimos capturarlos porque no les encontramos nada”, contó la fuente de antinarcóticos.

Dentro de las pesquisas quedó establecido que cada vez que la red sacaba un cargamento le ponía marquillas de cocodrilo, F1R o un signo nazi en color rojo. “Son marcas que cada estructura le pone a sus cargamentos para identificarlos”.

Las autoridades también saben que cada vez que iban a sacar un cargamento del Catatumbo, la banda les pagaba a los grupos armados para que hicieran una acción armada, así desviaban la atención y no corrían ningún riesgo. 

Uno de esos hechos fue el de la voladura de las torres de comunicación celular en El Carmen y Convención, que se dio porque los mexicanos estaban moviendo siete toneladas de cocaína hacia la frontera con Venezuela para cargar dos avionetas, “entonces hicieron eso para distraer la atención del Ejército y la Policía, además de evitar que alguien informara sobre ello”, señaló la fuente judicial.

Como toda la información que se desprende de esta operación se ha compartido con las autoridades estadounidenses, las autoridades colombianas esperan noticias de la Corte del Distrito Sur de Florida, que podría solicitar la extradición de todos sus integrantes, por tráfico de estupefacientes y lavados de activos.

El nuevo ‘duro’ de las pistas

Según las autoridades, antes de que Miguel Ángel Flórez Pineda, alias Roca, fingiera su muerte para evadir la orden de captura en su contra, le vendió las pistas que tenía a Negro, a quien hoy le siguen de cerca el rastro.

“Nosotros ya lo tenemos completamente identificado, sabemos que también se hace llamar René, se mueve mucho por Norte de Santander y Venezuela”, señaló una fuente de inteligencia policial.

Las autoridades antinarcóticos también establecieron que hace más de dos meses al Negro se le cayó en México un cargamento de 1.440 kilos de cocaína que iba para el cartel de Sinaloa. Esta incautación produjo varios homicidios ocurridos recientemente en Cúcuta, según las autoridades.

Los ‘sabuesos’ de la Policía también conocieron que hace un par de semanas, este sujeto, por intermedio de Miguel Ángel Díaz Córdoba, alias Miguelón, compró unas retromáquinas para aplanar un par de pistas en el estado Zulia (Venezuela), porque el invierno las dañó.

“Sabemos que el Negro le paga al Eln y al ejército venezolano para que le cuide las pistas”, manifestó la fuente antinarcóticos.

Otro socio que buscan

La Policía Antinarcóticos también tiene centradas sus acciones en la búsqueda de Jesús María Páez Caicedo, alias Viejo, quien sería otro socio importante de Miguel Flórez Pineda.

Según el reporte judicial, Páez Caicedo hace parte de un combo de narcotraficantes que tiene laboratorios por Cáchira y también usaría las pistas de Roca y su organización.

“El Viejo y un hermano hacen parte de la banda que se conoce como Los Puya, su mano derecha sería un sujeto que se hace llamar Olivo. Sabemos que mueven droga a gran escala y que, además, se esconden en algunos sectores de Bucaramanga, pero ya estamos tras su rastro”, contó una fuente cercana a la investigación.

La Opinión

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