Cuando parece que la fuerza de los colombianos puede menguar. Cuando parece que el techo fue alcanzado. Cuando parece que lo ya vivido no se puede superar. Llega una nueva ciudad, un nuevo partido de la Selección y la fiesta colombiana crece sin importar las distancias, las barreras, los costos y los resultados.

Si la derrota contra Japón no fue obstáculo, la goleada sobre Polonia fue un impulso, fue un empujón de confianza y credibilidad para volver a gritar “¡Y ya lo ven, y ya lo ven, somos locales otra vez!”, en la tercera ciudad rusa, en la que permitirá que esos cantos se escuchen hasta en el espacio exterior.

Sí, en el espacio, porque la historia de Samara está entrelazada con la órbita. Se convirtió en el lugar donde diseñaron y fabricaron los vehículos de lanzamiento, uno de ellos, el cohete R-7, que el 12 de abril de 1961 lanzó la nave espacial Vostok, con Yuri Gagarin a bordo, para ser la primera persona en viajar al espacio exterior.

Es por eso que uno de los puntos más emblemáticos de Samara es el monumento de 68 metros de alto y 20 toneladas que recrea la lanzadera Soyuz, construido para conmemorar el mítico viaje espacial de Gagarin y allí, así como la plaza más grande de Europa, Kuybysheva Square, o la estación de tren más alta de Europa (101 metros), las camisetas de la Selección se vieron desde dos días antes con pocos hinchas y en la este jueves en la mañana del partido con cientos, con miles de colombianos de todos los rincones del país y del mundo.

Por historia, Samara es una de las ciudades más importantes de Rusia, porque durante la II Guerra Mundial se convirtió en una “segunda capital” del país, ya que todos los ministerios del Gobierno y el cuerpo diplomático fueron evacuados hacia allí desde Moscú.

Samara también ha sido fuente de inspiración para poetas y artistas, como Dmitry Shostakovich, el mejor compositor del siglo XX, quien en Samara terminó la Séptima Sinfonía, que fue interpretada por primera vez por la orquesta del Teatro Bolshoi y que la Selección Colombia espera encarnar contra Senegal, de la mano de los artistas James, Cuadrado, Quintero y Falcao.

Así se vive la historia y el fútbol en la Copa Mundial de Rusia, que para Colombia y Senegal presenta la cita en el Cosmos Arena, el estadio local del FC Krylia Sovetov, que hace poco más de 10 años, fue la casa de dos futbolistas colombianos: Carlos Darwin Quintero y Juan Carlos Escobar.

Transferidos desde el Deportes Tolima, los colombianos no alcanzaron a jugar en este estadio que se encuentra en el punto más alto de Samara, en el distrito de Radiotsentr, con 65 metros de altura, es tan alto como la catedral de Cristo Salvador de Moscú o el Tower Bridge de Londres.

El Samara Arena parece una nave espacial. Su diseño es único y altamente simbólico, teniendo en cuenta la gran contribución de Samara a la exploración espacial. El último tramo de 900 metros desde las estaciones de transporte público hasta la entrada del estadio, presenta una serie de figuras que marcan la cuenta regresiva final. Los números del nueve al uno están cada 100 metros.

La capacidad total del estadio es de 44.918 espectadores y como en el Mordovia Arena y el Kazán Arena, el Cosmos se pintará de amarillo para presenciar una nueva fiesta tricolor, una celebración que puede marcar la tercera clasificación de la historia colombiana a los octavos de final, luego de Italia-1990 y Brasil-2014.