Las finanzas de los equipos del fútbol profesional colombiano se convirtieron hace mucho tiempo en el dolor de cabeza de sus accionistas, o de los dueños que los manejan como empresas privadas, sin la más mínima intención de mostrar los estados de sus cuentas. O, por lo menos, eso les hacen creer a la afición.

El mes pasado, la Superintendencia de Sociedades publicó un informe en el que señala que, por primera vez en cuatro años, los treinta y seis clubes profesionales que hay en el país reportaron ganancias.

De acuerdo con el documento, al 31 de diciembre de 2014 los clubes lograron una utilidad de $2.892 millones, frente a una pérdida de $38.387 millones, en 2013.

Todos, incluidos los cinco equipos que actualmente llevan a cabo procesos concursales con la Supersociedades, evidenciaron un repunte en sus estados financieros.

Claramente, uno de ellos fue el Cúcuta Deportivo, cuyo proceso de reorganización que inició en febrero de 2012 luego que sus pasivos superaran los $13.000 millones, tuvo el visto bueno de la superintendencia para continuar hasta diciembre de 2026.

Teniendo en cuenta la información que le entregó el conjunto rojinegro a la entidad vigilante, a diciembre de 2014 la institución mostraba un activo cercano a los $12.000 millones, un pasivo de $16.000 millones y patrimonio negativo aproximado de $4.000 millones.

Los ingresos operacionales del Cúcuta, cuyo máximo accionista y presidente es José Augusto Cadena, en 2014 fueron de $3.400 millones y obtuvo una pérdida neta de $570 millones.

Nada mal para una institución que, justamente, el año pasado estuvo a punto de ser liquidada debido a las constantes quejas que radicaban en la Superintendencia de Sociedades varios de los acreedores que alegaban no estar recibiendo el pago de lo que les correspondía.

Según afirmó el superintendente Francisco Reyes Villamizar, los clubes han venido haciendo una diversificación del negocio y ya no solo centran la generación de ingresos en la taquilla.

De acuerdo con el funcionario,  empezaron a fortalecer otras fuentes generadoras de recursos económicos como la venta de artículos propios o de las marcas patrocinadoras.

Al 31 de diciembre de 2014, los equipos alcanzaron unos ingresos operacionales de $355.863 millones, cifra que representa un aumento del 18.9 por ciento frente a la registrada en 2013, cuando se ubicó en $299.235 millones.

Con relación a lo manifestado por Reyes Villamizar, es evidente que algunos de los 36 equipos profesionales le restaron responsabilidad al ingreso netamente por taquilla, y se dedicaron a trabajar en otras áreas, como la venta de abonos con estrategias comerciales distintas.

Un claro ejemplo de ello son el Deportivo Independiente Medellín (DIM) y el Junior de Barranquilla, que reportaron la venta de 40.000 y 30.000 abonos, respectivamente.

La estrategia consistió en permitir el ingreso de dos o hasta tres aficionados con un solo abono. Aunque los dirigentes temían por el resultado de la iniciativa, rápidamente se dieron cuenta de que pasaron de vender 3.500 abonos a más de 20.000, aproximadamente.

Paralelamente, muchos otros clubes, como el Cúcuta Deportivo, durante 2014 no incursionaron en estrategias de mercadeo que les ayudara a inflar sus ingresos. Sin embargo, no dejaron de reportar ganancias.

El año pasado, el Cúcuta Deportivo no sacó a la venta abonos para los aficionados. Además, quiso incentivar la asistencia al estadio regalando camisetas del equipo a quienes compraran, a principio de campeonato, las boletas para los tres primeros partidos, pero la medida fue duramente criticada por los hinchas. Algunos no alcanzaron a la promoción, y otros argumentaron desorganización en la entrega de la prendas.

No obstante, para este semestre la institución motilona trabaja en la promoción de los abonos, de los cuales planea vender más de 17.000. De no cumplir esa meta, asegura la institución motilona, se les devolverá la plata a los hinchas.

El informe de la Supersociedades, más que el hecho en sí de reportar las ganancias históricas de los equipos, dejó en evidencia los reales estados financieros del fútbol profesional colombiano, que son guardados con tanto recelo por sus dirigentes.