El salto al exterior de Edwin Cardona, mediocampista antioqueño del Monterrey de México y de la selección Colombia, provocó en el último año una discusión entre distintos entrenadores de divisiones menores, quienes aseguran ser los formadores iniciales del jugador.

La situación de los derechos formativos de los jugadores profesionales colombianos ha originado diferentes disputas entre escuelas de fútbol, clubes deportivos, familiares, instituciones educativas, representantes y equipos profesionales; pues en muchas ocasiones es confuso a quién se le deben atribuir estos derechos que, en algunos casos, representan dinero.

Luis Carlos López, más conocido en el argot del fútbol aficionado de menores en Medellín como “Pitalo”, dice poseer pruebas fehacientes que lo acreditan como el primer director técnico en el fútbol de Edwin Cardona. “Yo tengo fotos del equipo y planillas con la Liga Antioqueña, donde se muestra que él hacía parte de mi escuela”, comenta el profesor de 67 años de edad, quien lleva más de media vida entrenando niños y jóvenes en la capital antioqueña.   

De acuerdo con el capítulo quinto del reglamento de la Fifa (Federación Internacional de Fútbol Asociado), sobre transferencias internacionales, donde se obliga a los clubes profesionales o academias asociadas a tener un registro completo de los jugadores, el profesor López tendría argumentos demostrables que lo acreditan como primer entrenador del número ‘10’ de Monterrey.

Pero estas versiones contrastan con las declaraciones de Roberto Montoya, quien en una entrevista entregada al diario El Tiempo se declara como el primer entrenador del jugador, esto comentaba: “Yo dirigía a La Floresta y tenía que reforzar este equipo con miras a la fase final del Ponyfútbol, entonces me fui a ver un partido a Belén Buena Vista y ahí vi a Edwin y a otros tres compañeritos. Estaba en un conjunto en donde no iba a pasar nada con él, entonces lo sumé a mi grupo, porque desde el inicio le vi que tenía talento”.

Al preguntarle al profesor Luis Carlos López sobre estas declaraciones, responde con dureza: “era mi asistente técnico, cuando se acabó ese Ponyfútbol (2004) nos separamos, él tenía el apoyo de la junta de acción comunal y quedó con la escuela y el nombre, yo tuve que crear un nuevo club por un tema más que deportivo, político”.

Según lo anterior, el profesor López no tendría ninguna posibilidad de aspirar a un reconocimiento económico, pues fue separado y perdió el rastro del jugador. Además, según la entrevista del entrenador Montoya, Edwin Cardona pasó del equipo de La Floresta a la escuela de Campoamor, y un año más tarde pasó a Atlético Nacional.

Aquí aparece y se aclara la polémica, debido a que hubo dos negociaciones previas donde no queda claro quién puede atribuirse los derechos formativos del jugador. Primero no se sabe qué recibió La Floresta de Campoamor, y éste cuánto pudo cobrar por el joven jugador al Atlético Nacional.

El caso es que los derechos formativos aparecen a nombre del Club Atlético Nacional, quien se beneficiará lucrativamente por cada transacción que se haga del jugador. Según la reglamentación internacional, el monto de los clubes o academias formadoras desde sus inicios de futbolistas, corresponde a un 5%, de la venta total.

Vale aclarar para el profesor Carlos López y muchos otros entrenadores del fútbol aficionado, que los primeros en poseer la potestad o los derechos de formación son sus padres. “En principio lo que deben hacer los entrenadores de escuelas es convenir con los padres de familia mediante un documento, que la academia posee dichos derechos y luego cuando se haga alguna transferencia dejar por escrito los detalles de la negociación” asegura Miguel Castell, abogado que ha trabajado en litigios con deportistas.

Es evidente que el interés de muchos de estos formadores de jóvenes aparece cuando el futbolista se encuentra en el estrellato o está recibiendo ciertos reconocimientos, pero también es fundamental que las principales autoridades del fútbol en Colombia regulen y vigilen estas transferencias, con el ánimo de aplicar justicia en cualquier caso.

*Julián David Tobón Jiménez
Especial para La Opinión