Desprotegido se siente el personal de salud en el estado Táchira, especialmente quienes laboran en el Hospital Central de San Cristóbal, que por su condición de centro centinela, atiende a pacientes COVID críticos y moderados. 

El director de esta institución, Leonardo Contreras también resultó contagiado y se encuentra convaleciente. Este lunes, en su lugar, fue juramentado Regulo Lobo como director encargado, para sustituirle temporalmente.

La ONG Médicos Unidos de Venezuela ha denunciado en reiteradas oportunidades que los trabajadores de la salud de todo el país no cuentan con suficientes equipos de bioseguridad para prevenir los contagios durante la atención de pacientes positivos, y que esta falencia ha cobrado un alto precio entre médicos enfermeros y trabajadores de diversas áreas del servicio hospitalario, cuyas muertes constituyen un tercio del total de víctimas oficiales de la COVID-19 en Venezuela.

Frente a esta situación surge una pregunta entre quienes dedican sus días al cuidado de pacientes crítico, ¿Y a nosotros quien nos cuida? Explican que quienes aún quedan en pie deben atender tanto la “UCI normal” como la destinada a pacientes con la COVID-19, y si los pocos que quedan finalmente se contagian, no habrá quien atienda a los pacientes... ni a los enfermeros y médicos contagiados tampoco.

“El personal que está laborando en estos momentos no tiene la capacidad para atender ambas unidades, estamos cubriendo turnos mañana, tarde y dos noches, las jornadas en la unidad COVID son de hasta 12 horas en las que no podemos comer, ir al baño o salir, porque una vez que nos colocamos el traje especial, no podemos volvérnoslo a quitar”, explicó el enfermero intensivista Rhoderick Maza.

Aunque reconocen que han recibido aportes del Ministerio de Salud y de organismos internacionales, los mismos resultan insuficientes, lo que lleva implícito un aumento en los riesgos de contagio del personal, por lo que extremar la vida útil de guantes, trajes y tapabocas, aunque ello represente grandes sacrificios.  

“Estoy muy preocupada por mi seguridad física, espiritual y moral”, dijo Orfelia Varela, enfermera intensivista con más de 30 años laborando en la institución y ha formado a las nuevas generaciones de intensivistas. 

Para Varela resulta muy difícil no poder brindar atención de calidad a los pacientes críticos, “un solo enfermero no puede hacerse cargo adecuadamente de 8 pacientes en ventilación mecánica (…) si dos pacientes hacen crisis, uno de ellos puede morir, por el solo hecho de que no tenemos cómo atenderlos a ambos”.

Tres bajas en 24 horas

El fin de semana la COVID-19 cobró tres víctimas en el gremio médico en el Táchira, en menos de 24 horas. El primero de ellos fue el jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Central de San Cristóbal (HCSC), el intensivista Luis Fernando Díaz, quien estuvo más de un mes batallando contra el virus.

Menos de doce horas después fue confirmada la muerte de presidenta del Colegio de Médicos de la entidad, la pediatra Nelly Núñez, quien sufrió una serie de complicaciones en medio de su batalla contra la COVID-19. 

También la tarde del domingo se conoció el fallecimiento de la odontóloga María Mercedes Molina, en un centro de salud privado al que había arribado algunas horas antes contando con positivo para la prueba rápida. 

Son seis en total los galenos fallecidos en Táchira durante las últimas dos semanas.

Adicionalmente, cerca de la mitad del personal de enfermería especializado en cuidados intensivos del HCSC se encuentra de reposo por síntomas asociados a la pandemia, sólo 11 de ellos continúan prestando servicio, por lo que las autoridades decidieron trasladar enfermeros desde otros centros de salud para cubrir estas vacantes.