Ubicado a 15 kilómetros de San Cristóbal, por la vía que de la capital tachirense conduce al Llano, se encuentra el municipio Torbes, al que se considera el más pobre del Táchira.

Hasta hace 20 años fue la parroquia San José, perteneciente al municipio San Cristóbal, cuando fue erigido en municipio, gracias a su crecimiento poblacional.

Torbes, cuya capital es San Josecito, constituye la más grande invasión en el Táchira, que fue creciendo con el respaldo irresponsable de políticos de la época, que hoy tienen estampados sus nombres en barriadas como Luisa Teresa Pacheco de Chacón, exgobernadora del Táchira; Rafael Moreno Labrador, exalcalde de San Cristóbal o el exdiputado al Congreso Nacional Walter Márquez.

Pero hay decenas de nombres más, porque cada barrio tiene su epónimo y hay padrinos de diferentes niveles como Luis Moncada que fue un funcionario de la Dirección de Obras del Estado quien dentro de sus facultades le era permitido regalar láminas de zinc o sacos de cemento para los ranchos, o hasta el mismísimo Hugo Chávez, de quien esperaban auxilios que no alcanzó a entregar.

San Josecito carece de todo, o casi todo; 67 mil de sus habitantes no tienen servicio de agua potable por acueducto, ni disponen de una red vehicular para la recolección de desechos sólidos.

Alianza pueblo-gobierno

A la administración municipal llegó Alberto Maldonado, un hombre de extracción popular quien por haber conocido en su adolescencia la extrema pobreza se propuso idear mecanismos para sacar al municipio de su condición y tratar de conseguir para sus gobernados condiciones humanas de vida.

La primera propuesta del alcalde fue poner en práctica políticas que en otras partes del mundo surtieron su efecto y fue así como aplicó  la estrategia de “la perinola”, establecida en su época –para otros fines– por el alcalde bogotano Antanas Mockus, tesis según la cual “todos ponen y todos ganan” .

Lo primero que hizo fue contratar los servicios de pequeños camiones cisterna para transportar agua potable a los hogares, cuyo transporte lo pagan los vecinos. Varios de ellos se asocian para cancelar cada viaje con el vital líquido que cuesta 100 bolívares. Las familias cancelan por el servicio unos 200 bolívares por mes, que comparado con lo que paga un suscriptor en la capital del estado, resulta muy costoso, pero ahí está el servicio. 200 bolívares es lo que vale un botellón de agua de 40 litros

Igual lo hacen con la recolección de basuras, cuyo costo es más alto que lo que se paga en San Cristóbal, Rubio o Colón, en donde cuesta más la bolsa o recipiente para recoger los desechos que lo que se le paga a los concejos municipales por la recolección y distribución. Pero ahí están esos servicios que, más temprano que tarde, serán igual que en los grandes centros poblados.

Final del túnel

Hoy en este municipio de 120 mil habitantes se está pagando la anarquía en la que fue creciendo, pero con la esperanza que los nuevos vientos que soplan en el país vuelquen por fin su mirada a esta comunidad que por su tendencia opositora al gobierno nacional, no tuvo su complacencia.  

Tal ha sido la animadversión hacia sus habitantes que el gobierno se negó a otorgar el aval necesario para que se industrializara el vertedero de basuras que se encuentra en su jurisdicción y que administra Torbes  y revertir su condición de foco contaminante en una industria que le generará al municipio los recursos suficientes para producir ingresos propios que se destinarían a su desarrollo.

El vertedero de Torbes es el más grande destino de desechos sólidos del estado y sirve a 10 municipios, que depositan 1.300 toneladas diarias.

Maldonado de la organización política Voluntad Popular está convencido que en un gobierno demócrata su municipio verá la luz al final de túnel.

“Nosotros no estamos pidiendo más de lo que nos corresponde,  pero exigimos equidad”. Comentó que en las últimas partidas distribuidas por el gobierno del estado, se le asignaron 10 millones de bolívares, una cifra ínfima si se compara con los 170 millones que se otorgaron al municipio García de Hevia, que es un “fortín chavista”.

Obras en construcción

Pero a pesar de los menguados recursos que manejan, se iniciaron dos obras fundamentales para la comunidad de Torbes: un Ambulatorio con quirófano para obstetricia y un Centro de Educación Inicial con capacidad para 250 alumnos, plantel este que viene a minimizar en parte el grave déficit que en educación padece.

En 20 años, es el primer establecimiento educacional que se levanta; hasta el momento hay solo dos instituciones educativas en un municipio sin liceos.

Y el hecho a destacar es que la mano de obra, en alto porcentaje es aportada por el propio vecindario. El municipio pone los materiales y la parte técnica de arquitectura e ingeniería, así como la administración de recursos.

“Es un hecho fundamental, porque con su incorporación a las obras, los vecinos defienden el sentido de pertenenencia; esto es mío y por eso lo defiendo”, estima el alcalde.

El propio Maldonado, con frecuencia está al frente de los trabajos echando pico y pala y lo hace por su experiencia, como presidente del poderoso Sindicato de la Construcción que ha manejado durante los últimos años. Él contribuye en el asfaltado de las vía o en vaciar una placa. Predica con el ejemplo y ello  ha elevado su popularidad y desde luego el reconocimiento de su comunidad e incluso de otros vecindarios.

Se estima –no existe un censo real– que en Torbes un 12 por ciento de su población es de origen colombiano, muchos de ellos con propiedad de sus viviendas que son muy modestas, pero que las conservan, mantienen y mejoran.

A Maldonado le han animado a que se postule para la Gobernación del Táchira, en la consulta de diciembre de 2016, pero él lo descartó totalmente,  Antes de pensar en otro destino está su compromiso de consolidar su obra en Torbes.

*Ramsés Díaz