El transporte de pasajeros desde San Cristóbal hacia la frontera venezolana se encuentra controlado por innumerables vehículos denominados “piratas”, que sin pertenecer a ninguna línea o cumplir los controles establecidos, lleva hacia la frontera a migrantes y otros transeúntes que utilizan cualquier medio para llegar hasta las trochas y por allí cruzar hacia Colombia.

Nada tienen que ver con la terminal de pasajeros, ni con las líneas organizadas y sindicalizadas, que desde marzo están impedidas de laborar debido a las restricciones gubernamentales asociadas a la COVID-19.

“No hay garantías de bioseguridad”, dijo Marlene Ortíz, quien frecuentemente se moviliza hacia Cúcuta para comprar mercancías colombianas que luego revende en un pequeño local improvisado en su casa, ubicada en un sector popular de San Cristóbal.

“Me da miedo que suben caminantes y pasajeros, sin ningún tipo de control, no hay medidas de desinfección y aunque la gente usa tapabocas, a veces no lo llevan de la manera correcta. Es un gran riesgo”, apuntó al tiempo de agregar que la tarifa promedio en estas unidades oscila entre 10 mil y 15 mil pesos colombianos.

Freddy Solano,  representante de los transportistas de la frontera (San Antonio-Ureña) señaló que hay 16 organizaciones autorizadas legalmente para transportar pasajeros en vehículos de 5 puestos (tipo sedán) y desde San Cristóbal hasta San Antonio cuyas actividades continúan paralizadas debido a la pandemia, situación que afecta a más de 1.500 familias de manera directa, “estamos en la quiebra total”, enfatizó.

“Mientras tanto vemos unidades piratas que van y vienen hasta cuatro veces al día, cubriendo las mismas rutas que a nosotros se nos impide cumplir”, denunció Solano, quien agregó que San Antonio y Ureña fueron excluidas de la reciente reactivación de rutas interurbanas implementada por las autoridades en Táchira.

Cabe recordar que desde la primera semana de octubre se autorizó a las rutas que cubren menos de 70 kilómetros en la periferia de San Cristóbal para retomar sus funciones, cumpliendo con una serie de protocolos; sin embargo, las rutas de la frontera fueron excluidas de esta medida, pese a que la distancia entre San Cristóbal y los municipios fronterizos es de apenas 42.5 kilómetros.

Las redes sociales también se han incorporado al negocio del transporte de pasajeros, cada vez son más las cuentas de Instagram, Facebook y otras plataformas, que son usadas por particulares para ofrecer servicios “privados” de transporte hacia la frontera. Generalmente se trata de una modalidad puerta a puerta en la que buscan a los pasajeros en sus residencias, los llevan a San Antonio, esperan su regreso y los devuelven hasta sus casas.

El costo mínimo de este servicio ronda los 10 dólares americanos o su equivalente en pesos (35,000).